JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ Todo muerto es bueno y su alma está en el cielo, aunque yo conozco algunos que no fueron, pero que si digo sus nombres, uy uy uy, tiembla la tierra, me caen rayos y centellas y me desaparecen de la faz de la tierra. Pere este difunto que hoy me ocupa, […]
JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ
Todo muerto es bueno y su alma está en el cielo, aunque yo conozco algunos que no fueron, pero que si digo sus nombres, uy uy uy, tiembla la tierra, me caen rayos y centellas y me desaparecen de la faz de la tierra.
Pere este difunto que hoy me ocupa, no es mentira, este si era bueno, porque en vida no le vi hacerle un daño a nadie, siempre estaba presto a servirle a sus semejantes, era conciliador nato y ciudadano ejemplar. Fue un buen hermano, amoroso hijo, gran amigo, esposo inigualable, como también papá extraordinario, abuelo querendón, yerno y cuñado insuperable. Ese era Tomas Rodolfo Mejía Castro, el esposo de Inesita, el sin par “Tom”, a quien un maldito cáncer se lo llevó en un santiamén y hoy es huésped de honor de hostal gerenciado por San Pedro y de propiedad de Dios.
Conocí a Tom hace mas de 50 años, cuando vine a estudiar en el Loperena y ya él había salido pues solamente se cursaba hasta cuarto año de bachillerato y de ahí emigraban la gran mayoría para el Liceo Celedón y los más encopetados para Bogotá y Tom perteneciente a la crema, hijo de Don José Calixto Mejía y Margarita Castro Monsalvo, sobrino de Pedro Castro Monsalvo y Doña Paulina Mejía aterrizó en la capital, en donde se graduó de Agrónomo. Mi primer trato con él fue casual, producto de lo servicial que era, pues es forma gratuita se ofreció para llevarnos a San Juan en una camioneta 350 de propiedad de su padre a jugar un partido de futbol, en donde por una carretera destapada, llena de escalerillas piedras y polvo se desplazaba a más de 80, que era una hazaña que pocos igualaban: fuimos jugamos y vencimos y ahí nació nuestra amistad inalterable, repito, por mas de 50 años.
Tom fue en Valledupar de todo, desde su Alcalde, dirigente gremial en Asocesar y Autocesar, entre otras, dirigente social como Presidente del Club Valledupar; líder cívico y dirigente deportivo, en muchas oportunidades. Incursionó en la política, como aspirante a la Cámara, pero no alcanzo a llegar, por bueno, por buenazo porque para llegar a estos designios no se pueden tener escrúpulos. Fue un gran bailador, siempre acompañado de su inigualable pareja, Inesita, bailaban que daba envidia pues eran un solo cuerpo y lo hacían amacisaito que daba gusto verlo al igual que me deleitaba viéndolo comer, pues era un barril sin fondo.
**************** Adiós a Rafael López
También tuve el inmenso honor en el día de ayer de llevar en mis manos una pequeña caja de madera que contenían las cenizas de quien también fue uno de mis mejores amigos, mi paisano villanuevero y vallenato Rafael López Bernuy, para entregárselo en las puertas del osario de la Catedral a su hijo, el doctor Alfonso López Vásquez, en compañía de su esposa, doctora Glenis Iglesia: la recibió compungido de dolor, la besó y solemnemente la entregó al sepulturero.
Fue uno de los actos más emocionantes y dolorosos que he tenido, pues a Rafa lo quería y respetaba como un papá. El era otro buenazo con los mismo atributos de Tom, pero de origen humilde, que le toco luchar duramente al frente de un timón para educar a sus hijos.
El Partido Conservador esta de luto, pues Tom y Rafael fueron unos godos, (cariñosamente para exaltarlos), a toda prueba, el uno como general y el otro como soldado raso que pelaban el pecho para defender al Partido, cuando era necesario. Paz en sus tumbas mis buenos amigos.
JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ Todo muerto es bueno y su alma está en el cielo, aunque yo conozco algunos que no fueron, pero que si digo sus nombres, uy uy uy, tiembla la tierra, me caen rayos y centellas y me desaparecen de la faz de la tierra. Pere este difunto que hoy me ocupa, […]
JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ
Todo muerto es bueno y su alma está en el cielo, aunque yo conozco algunos que no fueron, pero que si digo sus nombres, uy uy uy, tiembla la tierra, me caen rayos y centellas y me desaparecen de la faz de la tierra.
Pere este difunto que hoy me ocupa, no es mentira, este si era bueno, porque en vida no le vi hacerle un daño a nadie, siempre estaba presto a servirle a sus semejantes, era conciliador nato y ciudadano ejemplar. Fue un buen hermano, amoroso hijo, gran amigo, esposo inigualable, como también papá extraordinario, abuelo querendón, yerno y cuñado insuperable. Ese era Tomas Rodolfo Mejía Castro, el esposo de Inesita, el sin par “Tom”, a quien un maldito cáncer se lo llevó en un santiamén y hoy es huésped de honor de hostal gerenciado por San Pedro y de propiedad de Dios.
Conocí a Tom hace mas de 50 años, cuando vine a estudiar en el Loperena y ya él había salido pues solamente se cursaba hasta cuarto año de bachillerato y de ahí emigraban la gran mayoría para el Liceo Celedón y los más encopetados para Bogotá y Tom perteneciente a la crema, hijo de Don José Calixto Mejía y Margarita Castro Monsalvo, sobrino de Pedro Castro Monsalvo y Doña Paulina Mejía aterrizó en la capital, en donde se graduó de Agrónomo. Mi primer trato con él fue casual, producto de lo servicial que era, pues es forma gratuita se ofreció para llevarnos a San Juan en una camioneta 350 de propiedad de su padre a jugar un partido de futbol, en donde por una carretera destapada, llena de escalerillas piedras y polvo se desplazaba a más de 80, que era una hazaña que pocos igualaban: fuimos jugamos y vencimos y ahí nació nuestra amistad inalterable, repito, por mas de 50 años.
Tom fue en Valledupar de todo, desde su Alcalde, dirigente gremial en Asocesar y Autocesar, entre otras, dirigente social como Presidente del Club Valledupar; líder cívico y dirigente deportivo, en muchas oportunidades. Incursionó en la política, como aspirante a la Cámara, pero no alcanzo a llegar, por bueno, por buenazo porque para llegar a estos designios no se pueden tener escrúpulos. Fue un gran bailador, siempre acompañado de su inigualable pareja, Inesita, bailaban que daba envidia pues eran un solo cuerpo y lo hacían amacisaito que daba gusto verlo al igual que me deleitaba viéndolo comer, pues era un barril sin fondo.
**************** Adiós a Rafael López
También tuve el inmenso honor en el día de ayer de llevar en mis manos una pequeña caja de madera que contenían las cenizas de quien también fue uno de mis mejores amigos, mi paisano villanuevero y vallenato Rafael López Bernuy, para entregárselo en las puertas del osario de la Catedral a su hijo, el doctor Alfonso López Vásquez, en compañía de su esposa, doctora Glenis Iglesia: la recibió compungido de dolor, la besó y solemnemente la entregó al sepulturero.
Fue uno de los actos más emocionantes y dolorosos que he tenido, pues a Rafa lo quería y respetaba como un papá. El era otro buenazo con los mismo atributos de Tom, pero de origen humilde, que le toco luchar duramente al frente de un timón para educar a sus hijos.
El Partido Conservador esta de luto, pues Tom y Rafael fueron unos godos, (cariñosamente para exaltarlos), a toda prueba, el uno como general y el otro como soldado raso que pelaban el pecho para defender al Partido, cuando era necesario. Paz en sus tumbas mis buenos amigos.