Les asiste razón a los indígenas arhuacos al levantar su voz de protesta contra el canal RCN por la manera como se ha mostrado la imagen de esa comunidad étnica ante el mundo en la novela sobre la vida de Diomedes. Acaso no es suficiente con el abandono total del Estado de que ha sido […]
Les asiste razón a los indígenas arhuacos al levantar su voz de protesta contra el canal RCN por la manera como se ha mostrado la imagen de esa comunidad étnica ante el mundo en la novela sobre la vida de Diomedes.
Acaso no es suficiente con el abandono total del Estado de que ha sido objeto históricamente esa minoría étnica, de la cual provenimos todos, para que ahora vengan a vilipendiarlos más por un medio masivo de comunicación achacándole conductas como alcoholismo y prostitución infantil, mostrando a la mujer indígena como un simple y vulgar objeto sexual.
Resulta muy cierto que en la novela se muestran escenas muy fuertes que ponen en entredicho aspectos culturales del pueblo Caribe y que para algunos atentan contra el buen nombre, la moral y las buenas costumbres de nuestra región; sin embargo, yo particularmente pienso que nosotros no podemos tapar el sol con una mano y pretender negar que la cultura mafiosa de la época de la bonanza marimbera reinó por esos tiempos en nuestros pueblos y concretamente campeó y se apoderó de la música vallenata y de eso aún quedan vestigios, pero lo que si no podemos permitir es que se les dé a nuestros indígenas ñapa de discriminación, acentuando sus consabidos e históricos problemas con una imagen que dista mucho de la realidad de sus costumbres.
Es que a las minorías étnicas en un Estado Social de Derecho como el nuestro se les debe un trato con enfoque diferencial, así lo ha reiterado enfáticamente nuestra hoy cuestionada Corte Constitucional en infinidad de providencias y no hay derecho para que en vez de mostrar tantas virtudes y aspectos positivos y hermosos de nuestros ancestros indígenas lo que hagamos es aplicar aquel adagio popular de que al caído caerle.
Quien dijo que a Diomedes Díaz lo indujeron desde niño los arhuacos a consumir sustancias psicoactivas, a ser mujeriego, a gustarle el alcohol; eso tergiversa la historia, amén de atentar contra los frágiles derechos fundamentales de una población que ha sido objeto de exterminio cultural y hasta físico, que el Estado ha mantenido por siglos en la mayor precariedad de condiciones de subsistencia y nosotros los mestizos hemos propiciado y alcahueteado esa desidia.
Entonces el pueblo indígena arhuaco tiene todo el derecho a pedir explicaciones, rectificaciones e incluso reparación y compromiso de no repetición de estos actos que revictimizan a quienes por el contrario les debemos disculpas y un trato preferencial y diferenciado con enfoque de derechos.
Les asiste razón a los indígenas arhuacos al levantar su voz de protesta contra el canal RCN por la manera como se ha mostrado la imagen de esa comunidad étnica ante el mundo en la novela sobre la vida de Diomedes. Acaso no es suficiente con el abandono total del Estado de que ha sido […]
Les asiste razón a los indígenas arhuacos al levantar su voz de protesta contra el canal RCN por la manera como se ha mostrado la imagen de esa comunidad étnica ante el mundo en la novela sobre la vida de Diomedes.
Acaso no es suficiente con el abandono total del Estado de que ha sido objeto históricamente esa minoría étnica, de la cual provenimos todos, para que ahora vengan a vilipendiarlos más por un medio masivo de comunicación achacándole conductas como alcoholismo y prostitución infantil, mostrando a la mujer indígena como un simple y vulgar objeto sexual.
Resulta muy cierto que en la novela se muestran escenas muy fuertes que ponen en entredicho aspectos culturales del pueblo Caribe y que para algunos atentan contra el buen nombre, la moral y las buenas costumbres de nuestra región; sin embargo, yo particularmente pienso que nosotros no podemos tapar el sol con una mano y pretender negar que la cultura mafiosa de la época de la bonanza marimbera reinó por esos tiempos en nuestros pueblos y concretamente campeó y se apoderó de la música vallenata y de eso aún quedan vestigios, pero lo que si no podemos permitir es que se les dé a nuestros indígenas ñapa de discriminación, acentuando sus consabidos e históricos problemas con una imagen que dista mucho de la realidad de sus costumbres.
Es que a las minorías étnicas en un Estado Social de Derecho como el nuestro se les debe un trato con enfoque diferencial, así lo ha reiterado enfáticamente nuestra hoy cuestionada Corte Constitucional en infinidad de providencias y no hay derecho para que en vez de mostrar tantas virtudes y aspectos positivos y hermosos de nuestros ancestros indígenas lo que hagamos es aplicar aquel adagio popular de que al caído caerle.
Quien dijo que a Diomedes Díaz lo indujeron desde niño los arhuacos a consumir sustancias psicoactivas, a ser mujeriego, a gustarle el alcohol; eso tergiversa la historia, amén de atentar contra los frágiles derechos fundamentales de una población que ha sido objeto de exterminio cultural y hasta físico, que el Estado ha mantenido por siglos en la mayor precariedad de condiciones de subsistencia y nosotros los mestizos hemos propiciado y alcahueteado esa desidia.
Entonces el pueblo indígena arhuaco tiene todo el derecho a pedir explicaciones, rectificaciones e incluso reparación y compromiso de no repetición de estos actos que revictimizan a quienes por el contrario les debemos disculpas y un trato preferencial y diferenciado con enfoque de derechos.