Allí, en su población natal, la colonial Valencia de Jesús, fue sepultado el pasado viernes, a su pedido, la egregia figura del folclor colombiano, de trascendencia mundial, Calixto Ochoa Campos, a quien le fueran grabadas aproximadamente unas 1.500 canciones en todos los ritmos habidos y por haber, incluyendo el más exitoso creado por él, el […]
Allí, en su población natal, la colonial Valencia de Jesús, fue sepultado el pasado viernes, a su pedido, la egregia figura del folclor colombiano, de trascendencia mundial, Calixto Ochoa Campos, a quien le fueran grabadas aproximadamente unas 1.500 canciones en todos los ritmos habidos y por haber, incluyendo el más exitoso creado por él, el Paseaito, ritmo que deambuló coquetonamente por todos los escenarios bailables del mundo en las más disimiles orquestas y grupos.
Para el ‘Negro Cali’ no hubo tema ni ritmo vedado para su ejecución y creación, la picaresca que tanto lo caracterizó, lo llevó a crear personajes populares que todavía están en el paladar musical de los miles de bailadores en el mundo, pero indudablemente que el que adquirió la ciudadanía universal fue ‘El Africano’, grabado en más de doscientas versiones e idiomas, las más exitosas fueron la del dominicano Wilfrido Vargas, el francés George Dan y el estadounidense Ray Connyff.
Después de alegrar a todo el continente y dejar muchos registros musicales con la agrupación ‘Los corraleros de Majagual’, de la cual fue cofundador junto a Alfredo Gutiérrez, César Castro y el empresario del disco Antonio Fuentes, decide dar un paso al costado y reintegrarse a su propio grupo, el cual tenía asiento en Sincelejo, localidad que lo acogió, siendo un incipiente músico.
Ochoa, con su propio conjunto sigue su senda exitosa, y hasta las sabanas le llega el rumor sobre un acto sacrílego que intentó cometer contra los altares de la iglesia de su pueblo, una valiosa joya religiosa recubierta en oro puro, el cura español Francisco de Mendizábal, conocido en toda la región como el padre Pachito, quien intentó sustraerlos a medianoche sin previa consulta popular.
Fue una placida media noche de un día cualquiera de 1977, que el pueblo sintió extraños ruidos procedentes de la placita donde está ubicada la colonial iglesia de Valencia de Jesús, que data de más de 300 años, este acto fue impedido por los moradores, principalmente por la señora margarita Ávila, quien atisbo por la rendija de su ventana a varios obreros nocturnos, cargando los altares. Ella avisa a Francisco Quiroz, el campanario, quien despertó a la población con sus tañidos de las campanas, los cacos fueron descubiertos junto a su vetusto camión, que iba ser quemado por los moradores.
Al ser consultado por el pueblo por tal acción, el padre Pachito dijo que iban a ser reparados. Por esta blasfemia su vehículo Volkswagen iba a ser incinerado, contradictoriamente como castigo la Diócesis de Valledupar dejó el pueblo, perteneciente la hermandad de Jesús de Nazareno, sin cura por años
El ‘Negro Cali’ denunció este hecho ante el mundo con la canción ‘Los altares de Valencia’, lo que le valió un regaño de la curia y amenaza de excomunión, al ser temeroso de Dios, compuso un canto de desagravio que título ‘Perdóneme Padre’.
Bajo esos valiosos altares que el defendió hace 38 años, fue despedido físicamente por el pueblo que cantó llorando con sus canciones.
Allí, en su población natal, la colonial Valencia de Jesús, fue sepultado el pasado viernes, a su pedido, la egregia figura del folclor colombiano, de trascendencia mundial, Calixto Ochoa Campos, a quien le fueran grabadas aproximadamente unas 1.500 canciones en todos los ritmos habidos y por haber, incluyendo el más exitoso creado por él, el […]
Allí, en su población natal, la colonial Valencia de Jesús, fue sepultado el pasado viernes, a su pedido, la egregia figura del folclor colombiano, de trascendencia mundial, Calixto Ochoa Campos, a quien le fueran grabadas aproximadamente unas 1.500 canciones en todos los ritmos habidos y por haber, incluyendo el más exitoso creado por él, el Paseaito, ritmo que deambuló coquetonamente por todos los escenarios bailables del mundo en las más disimiles orquestas y grupos.
Para el ‘Negro Cali’ no hubo tema ni ritmo vedado para su ejecución y creación, la picaresca que tanto lo caracterizó, lo llevó a crear personajes populares que todavía están en el paladar musical de los miles de bailadores en el mundo, pero indudablemente que el que adquirió la ciudadanía universal fue ‘El Africano’, grabado en más de doscientas versiones e idiomas, las más exitosas fueron la del dominicano Wilfrido Vargas, el francés George Dan y el estadounidense Ray Connyff.
Después de alegrar a todo el continente y dejar muchos registros musicales con la agrupación ‘Los corraleros de Majagual’, de la cual fue cofundador junto a Alfredo Gutiérrez, César Castro y el empresario del disco Antonio Fuentes, decide dar un paso al costado y reintegrarse a su propio grupo, el cual tenía asiento en Sincelejo, localidad que lo acogió, siendo un incipiente músico.
Ochoa, con su propio conjunto sigue su senda exitosa, y hasta las sabanas le llega el rumor sobre un acto sacrílego que intentó cometer contra los altares de la iglesia de su pueblo, una valiosa joya religiosa recubierta en oro puro, el cura español Francisco de Mendizábal, conocido en toda la región como el padre Pachito, quien intentó sustraerlos a medianoche sin previa consulta popular.
Fue una placida media noche de un día cualquiera de 1977, que el pueblo sintió extraños ruidos procedentes de la placita donde está ubicada la colonial iglesia de Valencia de Jesús, que data de más de 300 años, este acto fue impedido por los moradores, principalmente por la señora margarita Ávila, quien atisbo por la rendija de su ventana a varios obreros nocturnos, cargando los altares. Ella avisa a Francisco Quiroz, el campanario, quien despertó a la población con sus tañidos de las campanas, los cacos fueron descubiertos junto a su vetusto camión, que iba ser quemado por los moradores.
Al ser consultado por el pueblo por tal acción, el padre Pachito dijo que iban a ser reparados. Por esta blasfemia su vehículo Volkswagen iba a ser incinerado, contradictoriamente como castigo la Diócesis de Valledupar dejó el pueblo, perteneciente la hermandad de Jesús de Nazareno, sin cura por años
El ‘Negro Cali’ denunció este hecho ante el mundo con la canción ‘Los altares de Valencia’, lo que le valió un regaño de la curia y amenaza de excomunión, al ser temeroso de Dios, compuso un canto de desagravio que título ‘Perdóneme Padre’.
Bajo esos valiosos altares que el defendió hace 38 años, fue despedido físicamente por el pueblo que cantó llorando con sus canciones.