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Columnista - 31 diciembre, 2015

Los aguinaldazos

Siempre el Niño Dios en las pretensiones infantiles que teníamos para Navidad fue prodigo y complaciente y se hacía ver con muy buenos regalos, la costumbre continúo con nuestros hijos a quienes satisfizo con bonitos juguetes y ahora lo hace con nuestros nietos que por la vía celestial les trajo Play Station, Smart Balance Wheel, […]

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Siempre el Niño Dios en las pretensiones infantiles que teníamos para Navidad fue prodigo y complaciente y se hacía ver con muy buenos regalos, la costumbre continúo con nuestros hijos a quienes satisfizo con bonitos juguetes y ahora lo hace con nuestros nietos que por la vía celestial les trajo Play Station, Smart Balance Wheel, Xbox One, uno que otro carrito, balones y lo de moda: raquetas y pelotas de tenis para aprovechar el moderno y bello complejo que le dejó el gobernador Monsalvo a la ciudad. Se dedican a los juegos electrónicos en tiempo excesivo, que creo que no sea bueno para la salud, afortunadamente ya viene el colegio y estudiar, estudiar y estudiar es la prioridad.

El 24 el Club Valledupar nos dio un aguinaldazo a los socios e invitados con la presentación de la legendaria orquesta Billos Caracas Boys que después de 45 años de no visitarnos, nos deleitaron con un concierto de canciones que nos pusieron a mover el esqueleto muy sabroso; gozamos con viejas canciones como la que la Cieguita le compuso a Sonia Cotes, porro como ‘Matecaña’, vallenatos como ‘La Cañaguatera’ y boleros como ‘Quisqueya’ y ‘Tu eres mi destino’, que me convirtieron en un Alberto Amaya, villanuevero y pariente e inigualable bailador de boleros y para completar la majestuosa y soberbia presentación de Poncho Zuleta con El Cocha, nunca lo había visto cantar con tantas ganas y hasta lo hizo con la Billos, interpretando a Gustavo Gutiérrez con ‘Espinita’ e igual que con la Banda de La Paz, que como siempre estuvo a la altura. Poncho me hizo recordar cuando muy joven en Codazzi inauguramos Casa Verde, en la zona de recreación denominada La Curva, donde los honorarios se los pagaron con especies femeninas que compartió con el inolvidable Turco Farid Chedraui.

Y hablando de aguinaldos, a quienes les ha ido muy bien con unos aguinaldazos es a los vallenatos, que en todos estos días han estado recibiendo costosos y útiles regalos de parte del alcalde Freddys Socarrás: los mariangoleros gozan de una moderna planta de tratamiento de aguas residuales como no hay otra en la región, los patillaleros, mineros y jaberos tienen el privilegio de tomar agua potable y Valledupar estrena una amplia, moderna y bella avenida, la Sierra Nevada, que le cambió la cara a la ciudad, integrando los nuevos y modernos barrios del noroccidente; pone a los pobres de barrios humildes a gozar de escenarios deportivos reservados antes para los copetones y por fin los católicos visitaremos y charlaremos al aire libre con El Ecce Homo. Si esto no son obras, ¿entonces qué serán? Felicitaciones señor Alcalde.

Hoy se acaba el 2015, un año difícil, cruel y duro, superado gracias al inmenso favor de Dios, el que nunca falla y comienza el 2016 que de no dudarlo será mejor y con nuestro esfuerzo vamos a lograr que sea próspero y venturoso y así se lo deseo a todos mis congéneres, especialmente a los que tienen la paciencia de leerme todas las semanas en nuestro querido Pilón.

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Si hay espacio, deplorable y deprimente el espectáculo bochornoso que presenta la ciudad con docenas de locos y mendigos tirados en las calles. Hasta cuándo el Estado colombiano tendrá conciencia de que estos son seres humanos que merecen una vida mejor.

 

Columnista
31 diciembre, 2015

Los aguinaldazos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Siempre el Niño Dios en las pretensiones infantiles que teníamos para Navidad fue prodigo y complaciente y se hacía ver con muy buenos regalos, la costumbre continúo con nuestros hijos a quienes satisfizo con bonitos juguetes y ahora lo hace con nuestros nietos que por la vía celestial les trajo Play Station, Smart Balance Wheel, […]


Siempre el Niño Dios en las pretensiones infantiles que teníamos para Navidad fue prodigo y complaciente y se hacía ver con muy buenos regalos, la costumbre continúo con nuestros hijos a quienes satisfizo con bonitos juguetes y ahora lo hace con nuestros nietos que por la vía celestial les trajo Play Station, Smart Balance Wheel, Xbox One, uno que otro carrito, balones y lo de moda: raquetas y pelotas de tenis para aprovechar el moderno y bello complejo que le dejó el gobernador Monsalvo a la ciudad. Se dedican a los juegos electrónicos en tiempo excesivo, que creo que no sea bueno para la salud, afortunadamente ya viene el colegio y estudiar, estudiar y estudiar es la prioridad.

El 24 el Club Valledupar nos dio un aguinaldazo a los socios e invitados con la presentación de la legendaria orquesta Billos Caracas Boys que después de 45 años de no visitarnos, nos deleitaron con un concierto de canciones que nos pusieron a mover el esqueleto muy sabroso; gozamos con viejas canciones como la que la Cieguita le compuso a Sonia Cotes, porro como ‘Matecaña’, vallenatos como ‘La Cañaguatera’ y boleros como ‘Quisqueya’ y ‘Tu eres mi destino’, que me convirtieron en un Alberto Amaya, villanuevero y pariente e inigualable bailador de boleros y para completar la majestuosa y soberbia presentación de Poncho Zuleta con El Cocha, nunca lo había visto cantar con tantas ganas y hasta lo hizo con la Billos, interpretando a Gustavo Gutiérrez con ‘Espinita’ e igual que con la Banda de La Paz, que como siempre estuvo a la altura. Poncho me hizo recordar cuando muy joven en Codazzi inauguramos Casa Verde, en la zona de recreación denominada La Curva, donde los honorarios se los pagaron con especies femeninas que compartió con el inolvidable Turco Farid Chedraui.

Y hablando de aguinaldos, a quienes les ha ido muy bien con unos aguinaldazos es a los vallenatos, que en todos estos días han estado recibiendo costosos y útiles regalos de parte del alcalde Freddys Socarrás: los mariangoleros gozan de una moderna planta de tratamiento de aguas residuales como no hay otra en la región, los patillaleros, mineros y jaberos tienen el privilegio de tomar agua potable y Valledupar estrena una amplia, moderna y bella avenida, la Sierra Nevada, que le cambió la cara a la ciudad, integrando los nuevos y modernos barrios del noroccidente; pone a los pobres de barrios humildes a gozar de escenarios deportivos reservados antes para los copetones y por fin los católicos visitaremos y charlaremos al aire libre con El Ecce Homo. Si esto no son obras, ¿entonces qué serán? Felicitaciones señor Alcalde.

Hoy se acaba el 2015, un año difícil, cruel y duro, superado gracias al inmenso favor de Dios, el que nunca falla y comienza el 2016 que de no dudarlo será mejor y con nuestro esfuerzo vamos a lograr que sea próspero y venturoso y así se lo deseo a todos mis congéneres, especialmente a los que tienen la paciencia de leerme todas las semanas en nuestro querido Pilón.

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Si hay espacio, deplorable y deprimente el espectáculo bochornoso que presenta la ciudad con docenas de locos y mendigos tirados en las calles. Hasta cuándo el Estado colombiano tendrá conciencia de que estos son seres humanos que merecen una vida mejor.