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Columnista - 29 octubre, 2019

Lo que viene no es fácil

Y al final, David le ganó a Goliat. Parecía imposible, muchos dudamos pero, después de una jornada épica, la Registraduría anunciaba que El Mello Castro había sido elegido alcalde de Valledupar, superando por algo más de dos mil votos a su contendor. A lo lejos sonaron los cohetes y los nubarrones negros que amenazaban tormenta […]

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Y al final, David le ganó a Goliat. Parecía imposible, muchos dudamos pero, después de una jornada épica, la Registraduría anunciaba que El Mello Castro había sido elegido alcalde de Valledupar, superando por algo más de dos mil votos a su contendor.

A lo lejos sonaron los cohetes y los nubarrones negros que amenazaban tormenta se alejaron para dejar que una mancha naranja se volcara a las calles para festejar el triunfo.

En Colombia perdió la obsoleta maquinaria del poder que ya parece estar desgastada, oxidada y enmohecida. Los dinosaurios empiezan a fosilizarse, la democracia toma un respiro y, aunque en Valledupar algunos concejales viejos ganaron en cuerpo ajeno, con la llegada de un joven millenial a ocupar la silla del primer mandatario de Valledupar, con la elección de una alcaldesa en la capital y con un excombatiente de las FARC elegido democráticamente como corregidor de Turbaco, el mensaje general es claro, fuerte y directo: queremos un cambio y estamos perdiendo el miedo a arriesgarnos con tal de lograrlo.

Lo que se viene para El Mello Castro no es fácil, Valledupar espera mucho de él: quienes confiamos esperamos que lo haga bien; muchos de aquellos que perdieron desearán que le vaya mal, solo para llenarse la boca diciendo “yo lo dije”, ignorando que si al alcalde le va mal a la ciudad le va peor, ahí tenemos a Tuto como ejemplo.

Una de las fortalezas del Mello es su humildad, esa misma que mostró en un video que rodó por las redes sociales en el que una chica, después de abrazarlo y bailar con él, le echó en cara que no le votaría. Con una sonrisa nerviosa, solo pudo decir “¡no!”.

El bullying no se hizo esperar, las encuestadoras acentuaban el pesimismo y lo dieron más perdido que nunca. Pero el candidato de la juventud siguió creyendo y continuó trabajando, de sol a sol, puerta a puerta, y el boca a boca hizo lo demás.

Lo que se viene no es fácil, existen grandes retos en cuanto a la seguridad, la salud, la educación y la cultura, los servicios públicos, el orden, el tránsito y la circulación en la ciudad, el bienestar de los corregimientos, pero El Mello tiene todo para hacer historia: no llegó hipotecado a la alcaldía y tiene la libertad para rodearse de los mejores, además, nos guste o no, en su inconsciente está la figura del patriarca, su abuelo Pepe del que heredó la vena política y el amor por esta tierra.

Y mientras tanto nosotros, la sociedad civil, estamos obligados a asumir con responsabilidad la función que nos corresponde: ser veedores y garantes para que los funcionarios públicos cumplan la tarea que con nuestro voto le asignamos: funcionar bien para el público.

Columnista
29 octubre, 2019

Lo que viene no es fácil

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Liñan Pitre

Y al final, David le ganó a Goliat. Parecía imposible, muchos dudamos pero, después de una jornada épica, la Registraduría anunciaba que El Mello Castro había sido elegido alcalde de Valledupar, superando por algo más de dos mil votos a su contendor. A lo lejos sonaron los cohetes y los nubarrones negros que amenazaban tormenta […]


Y al final, David le ganó a Goliat. Parecía imposible, muchos dudamos pero, después de una jornada épica, la Registraduría anunciaba que El Mello Castro había sido elegido alcalde de Valledupar, superando por algo más de dos mil votos a su contendor.

A lo lejos sonaron los cohetes y los nubarrones negros que amenazaban tormenta se alejaron para dejar que una mancha naranja se volcara a las calles para festejar el triunfo.

En Colombia perdió la obsoleta maquinaria del poder que ya parece estar desgastada, oxidada y enmohecida. Los dinosaurios empiezan a fosilizarse, la democracia toma un respiro y, aunque en Valledupar algunos concejales viejos ganaron en cuerpo ajeno, con la llegada de un joven millenial a ocupar la silla del primer mandatario de Valledupar, con la elección de una alcaldesa en la capital y con un excombatiente de las FARC elegido democráticamente como corregidor de Turbaco, el mensaje general es claro, fuerte y directo: queremos un cambio y estamos perdiendo el miedo a arriesgarnos con tal de lograrlo.

Lo que se viene para El Mello Castro no es fácil, Valledupar espera mucho de él: quienes confiamos esperamos que lo haga bien; muchos de aquellos que perdieron desearán que le vaya mal, solo para llenarse la boca diciendo “yo lo dije”, ignorando que si al alcalde le va mal a la ciudad le va peor, ahí tenemos a Tuto como ejemplo.

Una de las fortalezas del Mello es su humildad, esa misma que mostró en un video que rodó por las redes sociales en el que una chica, después de abrazarlo y bailar con él, le echó en cara que no le votaría. Con una sonrisa nerviosa, solo pudo decir “¡no!”.

El bullying no se hizo esperar, las encuestadoras acentuaban el pesimismo y lo dieron más perdido que nunca. Pero el candidato de la juventud siguió creyendo y continuó trabajando, de sol a sol, puerta a puerta, y el boca a boca hizo lo demás.

Lo que se viene no es fácil, existen grandes retos en cuanto a la seguridad, la salud, la educación y la cultura, los servicios públicos, el orden, el tránsito y la circulación en la ciudad, el bienestar de los corregimientos, pero El Mello tiene todo para hacer historia: no llegó hipotecado a la alcaldía y tiene la libertad para rodearse de los mejores, además, nos guste o no, en su inconsciente está la figura del patriarca, su abuelo Pepe del que heredó la vena política y el amor por esta tierra.

Y mientras tanto nosotros, la sociedad civil, estamos obligados a asumir con responsabilidad la función que nos corresponde: ser veedores y garantes para que los funcionarios públicos cumplan la tarea que con nuestro voto le asignamos: funcionar bien para el público.