Esta elección obliga a una renovación aplazada desde hace mucho tiempo, no sólo de caras, una renovación de costumbres, de hábitos y de lenguaje
El domingo quedó en la historia como el día que Colombia eligió el primer presidente de izquierda, pero no sólo eso, el primer presidente producto de un proceso de paz, también el día en que una mujer afrodescendiente que representa los sectores más oprimidos llega a la vicepresidencia de la República; no se puede desconocer que ambas campañas, la del nuevo presidente y la del ingeniero Hernández representaban el repudio contra una clase política tradicional, los caciques quedaron en el armario, Uribe tuvo que mantener una insólita prudencia para no afectar la imagen de su candidato, aunque para ello el mismo Rodolfo se la jugó por acabar sus aspiraciones.
Ivan Duque termina su mandato con un desprestigio monumental, nunca pudo conectarse con el país, el sectarismo promovido por este gobierno impidió llevar a cabo las grandes reformas que se requieren para recuperar esa Colombia olvidada, su empeño en hacer trizas el acuerdo e ignorar a las víctimas del conflicto generaron un desgaste del cual no se pudo reponer, sumado a la piñata en la que se convirtió su mandato para figuras que solo saben dividir para vivir del Estado acabando con nuevos y sanos liderazgos.
La tarea del presidente Petro no es fácil, aunque su discurso fue maravilloso, el propósito de unir a los colombianos no puede depender solo de un pronunciamiento, es indispensable convocar a todo el pueblo alrededor de un fin, de un proyecto noble y realizable que despeje todos los temores que aún persisten.
El ex presidente Alvaro Uribe Velez envió un tranquilo mensaje aceptando los resultados electorales, lo mismo el ingeniero Rodolfo Hernandez; sin embargo, en el juego de la democracia la tarea de la oposición es muy importante, valiosa para ejercer control al poder del gobernante, en eso será necesario el trabajo del centro democrático, ojalá de una manera menos violenta y sin mentir como lo hicieron con el plebiscito.
Los efectos de esta elección en el Cesar no tardarán en sentirse, la situación del gobernador Monsalvo es delicada sometida a tropiezos por tres solicitudes de revocatoria de medida de aseguramiento infructuosas y otra imputación que se aproxima, esto puede provocar una renuncia que debió presentarse hace mucho tiempo, los cambios en entidades que dependen del Gobierno Nacional mitigaran la situación generada en la UPC por personajes como Sergio Araujo Castro, quien también se despide de Corpocesar.
Por otro lado, esta elección obliga a una renovación aplazada desde hace mucho tiempo, no sólo de caras, una renovación de costumbres, de hábitos y de lenguaje, el respeto a quien piensa distintos y el respeto por los recursos público, sino comprendemos esto, lo logrado el 19 de Julio desencadenaría un descontento que sólo reivindicaría a los que hoy resultaron derrotados.
Esta elección obliga a una renovación aplazada desde hace mucho tiempo, no sólo de caras, una renovación de costumbres, de hábitos y de lenguaje
El domingo quedó en la historia como el día que Colombia eligió el primer presidente de izquierda, pero no sólo eso, el primer presidente producto de un proceso de paz, también el día en que una mujer afrodescendiente que representa los sectores más oprimidos llega a la vicepresidencia de la República; no se puede desconocer que ambas campañas, la del nuevo presidente y la del ingeniero Hernández representaban el repudio contra una clase política tradicional, los caciques quedaron en el armario, Uribe tuvo que mantener una insólita prudencia para no afectar la imagen de su candidato, aunque para ello el mismo Rodolfo se la jugó por acabar sus aspiraciones.
Ivan Duque termina su mandato con un desprestigio monumental, nunca pudo conectarse con el país, el sectarismo promovido por este gobierno impidió llevar a cabo las grandes reformas que se requieren para recuperar esa Colombia olvidada, su empeño en hacer trizas el acuerdo e ignorar a las víctimas del conflicto generaron un desgaste del cual no se pudo reponer, sumado a la piñata en la que se convirtió su mandato para figuras que solo saben dividir para vivir del Estado acabando con nuevos y sanos liderazgos.
La tarea del presidente Petro no es fácil, aunque su discurso fue maravilloso, el propósito de unir a los colombianos no puede depender solo de un pronunciamiento, es indispensable convocar a todo el pueblo alrededor de un fin, de un proyecto noble y realizable que despeje todos los temores que aún persisten.
El ex presidente Alvaro Uribe Velez envió un tranquilo mensaje aceptando los resultados electorales, lo mismo el ingeniero Rodolfo Hernandez; sin embargo, en el juego de la democracia la tarea de la oposición es muy importante, valiosa para ejercer control al poder del gobernante, en eso será necesario el trabajo del centro democrático, ojalá de una manera menos violenta y sin mentir como lo hicieron con el plebiscito.
Los efectos de esta elección en el Cesar no tardarán en sentirse, la situación del gobernador Monsalvo es delicada sometida a tropiezos por tres solicitudes de revocatoria de medida de aseguramiento infructuosas y otra imputación que se aproxima, esto puede provocar una renuncia que debió presentarse hace mucho tiempo, los cambios en entidades que dependen del Gobierno Nacional mitigaran la situación generada en la UPC por personajes como Sergio Araujo Castro, quien también se despide de Corpocesar.
Por otro lado, esta elección obliga a una renovación aplazada desde hace mucho tiempo, no sólo de caras, una renovación de costumbres, de hábitos y de lenguaje, el respeto a quien piensa distintos y el respeto por los recursos público, sino comprendemos esto, lo logrado el 19 de Julio desencadenaría un descontento que sólo reivindicaría a los que hoy resultaron derrotados.