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Columnista - 19 marzo, 2025

Lo que para ti es poco, para alguien más lo es todo

¿Cuántas veces hemos acumulado objetos en casa que ya no necesitamos? Ropa que ya no nos queda, medicamentos, una silla de ruedas, muletas o bastones en desuso que están olvidados en un rincón.

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¿Cuántas veces hemos acumulado objetos en casa que ya no necesitamos? Ropa que ya no nos queda, medicamentos, una silla de ruedas, muletas o bastones en desuso que están olvidados en un rincón. Son artículos que han cumplido su propósito en nuestra vida y que permanecen en nuestro hogar por costumbre, por apego o simplemente porque no sabemos qué hacer con ellos. Objetos que para alguien más pueden representar recuperar la movilidad, aliviar un dolor o mejorar su calidad de vida.

Hace unos días, en el barrio El Páramo de Valledupar, de la mano de la Junta de Acción Comunal y la Asociación de Personas en Condición de Discapacidad, entregamos una silla de ruedas y un bastón a dos personas de la tercera edad. Una de ellas, sin otra alternativa, utilizaba un palo de escoba para caminar que le había provocado lesiones en las manos. La otra, junto con su esposo, vivía prácticamente confinada en casa por no tener cómo movilizarse. Para quienes donaron estos objetos, seguramente ya no eran útiles; para quienes los recibieron, significaron un cambio de vida.

Sé que donar no siempre es fácil porque posiblemente eso que guardamos tiene un significado o valor moral. Un bastón que perteneció a un abuelo, una silla de ruedas que fue importante en la recuperación de un familiar o una prenda que nos regalaron. No obstante, resignificar estos objetos también es una forma de honrar su valor. En lugar de verlos como simples cosas que dejamos atrás, podemos verlos como herramientas que siguen cumpliendo una función, ahora en manos de alguien más que las necesita. Darles una nueva vida es una manera de extender su historia y permitir que sigan transformando realidades de otras personas.

Asimismo, sé que la barrera tampoco es la falta de solidaridad, sino porque desconocemos las redes o personas que facilitan este proceso. ¿Sabemos quiénes lideran las acciones comunitarias de nuestro barrio? ¿Conocemos las organizaciones sociales que trabajan en nuestra comunidad? ¿Hemos identificado las necesidades que existen cerca de nosotros? No hace falta dar mucho para generar impacto; lo que ya tenemos y no usamos puede convertirse en una oportunidad para alguien más.

En el imaginario colectivo, la donación suele percibirse como un acto de caridad unilateral, donde quien dona simplemente “ayuda” a quien recibe. Para mí, esta visión es limitada y superficial. Donar es, en realidad, una herramienta estratégica de redistribución social que genera impacto en múltiples niveles, no solo en la vida de quienes reciben, sino también en quienes participan activamente en el proceso. Quien dona experimenta el valor de contribuir a una causa significativa, mientras que quien recibe encuentra una solución a una necesidad concreta. Este enfoque transforma la dinámica de la donación, alejándola de la caridad asistencialista para convertirla en un mecanismo sostenible.

Para que la donación trascienda y no se diluya en gestos simbólicos, es fundamental que esté organizada y articulada con redes comunitarias eficientes. En nuestra comunidad, existen organizaciones como la Cruz Roja, la Casa de los Abuelos, ASOPEDIC, las Juntas de Acción Comunal (JAC), fundaciones y asociaciones. El reto no es solo identificar qué podemos entregar, sino involucrarnos de manera activa y estratégica.

Así que, antes de guardar algo “por si acaso” o de desecharlo sin más, pregúntate: ¿esto puede cambiarle la vida a alguien más? Si la respuesta es sí, entonces no lo dudes. Porque resignificar un objeto y ponerlo en manos de quien lo necesita no solo transforma su vida, sino que también honra la historia de aquello que alguna vez tuvo un significado para nosotros. Porque estoy convencida de que lo que para ti es poco, para alguien más lo es todo.

Por: Sara Montero Muleth.

Columnista
19 marzo, 2025

Lo que para ti es poco, para alguien más lo es todo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Sara Montero Muleth

¿Cuántas veces hemos acumulado objetos en casa que ya no necesitamos? Ropa que ya no nos queda, medicamentos, una silla de ruedas, muletas o bastones en desuso que están olvidados en un rincón.


¿Cuántas veces hemos acumulado objetos en casa que ya no necesitamos? Ropa que ya no nos queda, medicamentos, una silla de ruedas, muletas o bastones en desuso que están olvidados en un rincón. Son artículos que han cumplido su propósito en nuestra vida y que permanecen en nuestro hogar por costumbre, por apego o simplemente porque no sabemos qué hacer con ellos. Objetos que para alguien más pueden representar recuperar la movilidad, aliviar un dolor o mejorar su calidad de vida.

Hace unos días, en el barrio El Páramo de Valledupar, de la mano de la Junta de Acción Comunal y la Asociación de Personas en Condición de Discapacidad, entregamos una silla de ruedas y un bastón a dos personas de la tercera edad. Una de ellas, sin otra alternativa, utilizaba un palo de escoba para caminar que le había provocado lesiones en las manos. La otra, junto con su esposo, vivía prácticamente confinada en casa por no tener cómo movilizarse. Para quienes donaron estos objetos, seguramente ya no eran útiles; para quienes los recibieron, significaron un cambio de vida.

Sé que donar no siempre es fácil porque posiblemente eso que guardamos tiene un significado o valor moral. Un bastón que perteneció a un abuelo, una silla de ruedas que fue importante en la recuperación de un familiar o una prenda que nos regalaron. No obstante, resignificar estos objetos también es una forma de honrar su valor. En lugar de verlos como simples cosas que dejamos atrás, podemos verlos como herramientas que siguen cumpliendo una función, ahora en manos de alguien más que las necesita. Darles una nueva vida es una manera de extender su historia y permitir que sigan transformando realidades de otras personas.

Asimismo, sé que la barrera tampoco es la falta de solidaridad, sino porque desconocemos las redes o personas que facilitan este proceso. ¿Sabemos quiénes lideran las acciones comunitarias de nuestro barrio? ¿Conocemos las organizaciones sociales que trabajan en nuestra comunidad? ¿Hemos identificado las necesidades que existen cerca de nosotros? No hace falta dar mucho para generar impacto; lo que ya tenemos y no usamos puede convertirse en una oportunidad para alguien más.

En el imaginario colectivo, la donación suele percibirse como un acto de caridad unilateral, donde quien dona simplemente “ayuda” a quien recibe. Para mí, esta visión es limitada y superficial. Donar es, en realidad, una herramienta estratégica de redistribución social que genera impacto en múltiples niveles, no solo en la vida de quienes reciben, sino también en quienes participan activamente en el proceso. Quien dona experimenta el valor de contribuir a una causa significativa, mientras que quien recibe encuentra una solución a una necesidad concreta. Este enfoque transforma la dinámica de la donación, alejándola de la caridad asistencialista para convertirla en un mecanismo sostenible.

Para que la donación trascienda y no se diluya en gestos simbólicos, es fundamental que esté organizada y articulada con redes comunitarias eficientes. En nuestra comunidad, existen organizaciones como la Cruz Roja, la Casa de los Abuelos, ASOPEDIC, las Juntas de Acción Comunal (JAC), fundaciones y asociaciones. El reto no es solo identificar qué podemos entregar, sino involucrarnos de manera activa y estratégica.

Así que, antes de guardar algo “por si acaso” o de desecharlo sin más, pregúntate: ¿esto puede cambiarle la vida a alguien más? Si la respuesta es sí, entonces no lo dudes. Porque resignificar un objeto y ponerlo en manos de quien lo necesita no solo transforma su vida, sino que también honra la historia de aquello que alguna vez tuvo un significado para nosotros. Porque estoy convencida de que lo que para ti es poco, para alguien más lo es todo.

Por: Sara Montero Muleth.