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Columnista - 17 abril, 2021

Lo importante es hacer cosas

La política siempre se ha entendido como el arte de gobernar para mejorar la vida de los ciudadanos. Sin embargo, en América Latina hemos visto una desviación en el pensamiento del colectivo, para fijarse en la lucha contra el adversario, para conseguir limitar sus votos y aumentar los suyos. Se ha dejado de gobernar o […]

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La política siempre se ha entendido como el arte de gobernar para mejorar la vida de los ciudadanos. Sin embargo, en América Latina hemos visto una desviación en el pensamiento del colectivo, para fijarse en la lucha contra el adversario, para conseguir limitar sus votos y aumentar los suyos. Se ha dejado de gobernar o ejercer de oposición pensando en los ciudadanos y han emprendido una lucha a muerte contra el adversario, que ha pasado a ser un enemigo a destruir.

En esta parte del mundo se ha acentuado la lucha ideológica de los sectores de la derecha y de la izquierda, en contexto, esa lucha sin cuartel concebida en la retórica mediante tácticas desleales basadas en la mentira, la falacia y el ataque personal, conservan su visión en el retrovisor en vez de mantener una mirada amplia hacia el futuro. 

Aquí no se salva nadie, esta forma de entender la política convoca a los denominados independientes o alternativos; descalificar al adversario y el debate entre los buenos y malos, blanco o negro, solamente ha contribuido para limitar el consenso que impide la recuperación de la estabilidad institucional como instrumento solido que conduzca a la transición social, política y económica en nuestros países.  

En inglés existen dos palabras para definir dos formas distintas de actuar: policy y politics. En español, ambas se traducen con el mismo término: política. Pero en la ejecución de los procesos existen enormes diferencias. Lo politics es lo que tienen que hacer los partidos políticos y los candidatos durante una campaña electoral para conseguir los votos de los ciudadanos, y policy es lo que deben hacer, una vez llegados al gobierno, en forma de propuestas y actuaciones para resolver los problemas del pueblo. 

Esta degradación ha gestado sectarismo entre bandos y alimenta el olvido del dirigente político hacia la ciudadanía que representan, en contraste, mejoran la sofisticación y utilizan las armas que sean necesarias para perjudicar al adversario, incluso sin importar aquello que sería beneficioso para el pueblo.

Este panorama latinoamericano y mundial también tiene protagonismo en el nivel local colombiano, incluso la exigua oposición es considerada como continuidad de la campaña política, desvirtuando esa fuente de control que sirve para que el gobernante en ejercicio entienda y recuerde que su posición no es la del reyezuelo, sino la de un mandatario inmerso en un sistema democrático que debe mirar el panorámico y no el retrovisor. 

Por esos motivos quiero llamar la atención al actual gobierno de Valledupar, para que no entre en el vicio de controvertir directamente o hacerlo a través de mandaderos, la ciudad no está para eso. Entiendo que el alcalde Mello Castro está concentrado en gobernar, para eso fue elegido, en ese sentido insisto en lo que he sido reiterativo, hay que construir un Plan Estratégico de largo plazo (20 o 25 años), ejercicio que requiere la intervención de profesiones multidisciplinares, exalcaldes, participación interinstitucional, herramientas y capacidades de comunicación y articulación con el orden nacional, para gestionar el territorio. Así mismo, las circunstancias ameritan el deber de encarar la reactivación económica sin más aplazamientos mediante el diseño de la caracterización del sector Mipyme de la ciudad. Seguir atendiendo lo urgente aplazando lo importante, convierte al gobernante en un bombero con el riesgo de quemarse en el incendio.

Columnista
17 abril, 2021

Lo importante es hacer cosas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

La política siempre se ha entendido como el arte de gobernar para mejorar la vida de los ciudadanos. Sin embargo, en América Latina hemos visto una desviación en el pensamiento del colectivo, para fijarse en la lucha contra el adversario, para conseguir limitar sus votos y aumentar los suyos. Se ha dejado de gobernar o […]


La política siempre se ha entendido como el arte de gobernar para mejorar la vida de los ciudadanos. Sin embargo, en América Latina hemos visto una desviación en el pensamiento del colectivo, para fijarse en la lucha contra el adversario, para conseguir limitar sus votos y aumentar los suyos. Se ha dejado de gobernar o ejercer de oposición pensando en los ciudadanos y han emprendido una lucha a muerte contra el adversario, que ha pasado a ser un enemigo a destruir.

En esta parte del mundo se ha acentuado la lucha ideológica de los sectores de la derecha y de la izquierda, en contexto, esa lucha sin cuartel concebida en la retórica mediante tácticas desleales basadas en la mentira, la falacia y el ataque personal, conservan su visión en el retrovisor en vez de mantener una mirada amplia hacia el futuro. 

Aquí no se salva nadie, esta forma de entender la política convoca a los denominados independientes o alternativos; descalificar al adversario y el debate entre los buenos y malos, blanco o negro, solamente ha contribuido para limitar el consenso que impide la recuperación de la estabilidad institucional como instrumento solido que conduzca a la transición social, política y económica en nuestros países.  

En inglés existen dos palabras para definir dos formas distintas de actuar: policy y politics. En español, ambas se traducen con el mismo término: política. Pero en la ejecución de los procesos existen enormes diferencias. Lo politics es lo que tienen que hacer los partidos políticos y los candidatos durante una campaña electoral para conseguir los votos de los ciudadanos, y policy es lo que deben hacer, una vez llegados al gobierno, en forma de propuestas y actuaciones para resolver los problemas del pueblo. 

Esta degradación ha gestado sectarismo entre bandos y alimenta el olvido del dirigente político hacia la ciudadanía que representan, en contraste, mejoran la sofisticación y utilizan las armas que sean necesarias para perjudicar al adversario, incluso sin importar aquello que sería beneficioso para el pueblo.

Este panorama latinoamericano y mundial también tiene protagonismo en el nivel local colombiano, incluso la exigua oposición es considerada como continuidad de la campaña política, desvirtuando esa fuente de control que sirve para que el gobernante en ejercicio entienda y recuerde que su posición no es la del reyezuelo, sino la de un mandatario inmerso en un sistema democrático que debe mirar el panorámico y no el retrovisor. 

Por esos motivos quiero llamar la atención al actual gobierno de Valledupar, para que no entre en el vicio de controvertir directamente o hacerlo a través de mandaderos, la ciudad no está para eso. Entiendo que el alcalde Mello Castro está concentrado en gobernar, para eso fue elegido, en ese sentido insisto en lo que he sido reiterativo, hay que construir un Plan Estratégico de largo plazo (20 o 25 años), ejercicio que requiere la intervención de profesiones multidisciplinares, exalcaldes, participación interinstitucional, herramientas y capacidades de comunicación y articulación con el orden nacional, para gestionar el territorio. Así mismo, las circunstancias ameritan el deber de encarar la reactivación económica sin más aplazamientos mediante el diseño de la caracterización del sector Mipyme de la ciudad. Seguir atendiendo lo urgente aplazando lo importante, convierte al gobernante en un bombero con el riesgo de quemarse en el incendio.