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Columnista - 13 octubre, 2013

Lo hicimos

Sufrida, como son las conquistas, fue la clasificación al Mundial. Épica remontada, titularon algunos. Muy cierto. La sucesión de yerros iniciales dio paso a la reivindicación.

Por Luis Augusto González Pimienta

Sufrida, como son las conquistas, fue la clasificación al Mundial. Épica remontada, titularon algunos. Muy cierto. La sucesión de yerros iniciales dio paso a la reivindicación.

Pecamos por triunfalistas, como siempre. Una semana antes de la decisiva confrontación nos invadió la euforia ganadora. Se hizo hincapié en las reconocidas condiciones de cada uno de nuestros futbolistas, sin parar mientes en la capacidad y la necesidad del rival.

El comienzo fue oscuro, bruno, dijera el poeta. En menos de cinco minutos se descubrieron, una a una, las debilidades que las victorias habían ocultado.

Las cifras no mienten, es el axioma de los estadígrafos. En el primer tiempo hubo una sola aproximación al gol, desperdiciada por Teo Gutiérrez, quien intentó un globito para superar la resistencia del arquero Bravo, luego de una falla grosera de la defensa austral. Fue todo y fue poco. En cambio, los chilenos  tomaron la posesión de la esférica y del marcador. El inesperado tres a cero de la primera parte presagiaba una catástrofe.

Apareció entonces la mano de Pékerman. Recompuso la alineación inicial, en donde fueron ostensibles la inocencia de Stefan Medina y el bajón de Cuadrado como centrocampista. Surgieron Macnelly Torres y Fredy Guarín para darle la pincelada de calidad y veteranía que se requería. De inmediato cambió la actitud.  Pasamos de ser observadores a protagonistas. Magistrales pases del barranquillero nos hicieron recordar al Pibe Valderrama; categoría y entrega de Guarín evidenciaron su válido reclamo de titularidad.

Regresó entonces la ilusión. El combinado patrio recobró la memoria, y con ella, lo que parecía una derrota segura se convirtió en un empate glorioso. Pudo ser mejor, pero el director técnico ordenó recoger velas y sus dirigidos obedecieron con disciplina.

Lecciones, muchas. Una, tenemos deficiencias defensivas. La lesión de Camilo Zúñiga mostró la necesidad de pensar en marcadores de punta suplentes. No hay variadas  posibilidades, pero hay que buscarlos. A Brasil, con las exigencias propias de una seguidilla de partidos no podemos ir solo con Armero y Camilo. En el medio campo y la delantera hay bastantes convocados y habrá que sacrificar a algunos. Bien lo decía Gabriel Ochoa Uribe, los buenos equipos se forman desde atrás. De nada vale tener los mejores delanteros si no se tiene una defensa que imponga respeto.

Lo logramos, sí, pero no es suficiente. Para mejorar lo pasado debemos enseriarnos. Comenzando por los periodistas, para no repetir el fiasco de USA-94, cuando creyéndonos campeones no superamos la primera fase.  

 

Columnista
13 octubre, 2013

Lo hicimos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Augusto González Pimienta

Sufrida, como son las conquistas, fue la clasificación al Mundial. Épica remontada, titularon algunos. Muy cierto. La sucesión de yerros iniciales dio paso a la reivindicación.


Por Luis Augusto González Pimienta

Sufrida, como son las conquistas, fue la clasificación al Mundial. Épica remontada, titularon algunos. Muy cierto. La sucesión de yerros iniciales dio paso a la reivindicación.

Pecamos por triunfalistas, como siempre. Una semana antes de la decisiva confrontación nos invadió la euforia ganadora. Se hizo hincapié en las reconocidas condiciones de cada uno de nuestros futbolistas, sin parar mientes en la capacidad y la necesidad del rival.

El comienzo fue oscuro, bruno, dijera el poeta. En menos de cinco minutos se descubrieron, una a una, las debilidades que las victorias habían ocultado.

Las cifras no mienten, es el axioma de los estadígrafos. En el primer tiempo hubo una sola aproximación al gol, desperdiciada por Teo Gutiérrez, quien intentó un globito para superar la resistencia del arquero Bravo, luego de una falla grosera de la defensa austral. Fue todo y fue poco. En cambio, los chilenos  tomaron la posesión de la esférica y del marcador. El inesperado tres a cero de la primera parte presagiaba una catástrofe.

Apareció entonces la mano de Pékerman. Recompuso la alineación inicial, en donde fueron ostensibles la inocencia de Stefan Medina y el bajón de Cuadrado como centrocampista. Surgieron Macnelly Torres y Fredy Guarín para darle la pincelada de calidad y veteranía que se requería. De inmediato cambió la actitud.  Pasamos de ser observadores a protagonistas. Magistrales pases del barranquillero nos hicieron recordar al Pibe Valderrama; categoría y entrega de Guarín evidenciaron su válido reclamo de titularidad.

Regresó entonces la ilusión. El combinado patrio recobró la memoria, y con ella, lo que parecía una derrota segura se convirtió en un empate glorioso. Pudo ser mejor, pero el director técnico ordenó recoger velas y sus dirigidos obedecieron con disciplina.

Lecciones, muchas. Una, tenemos deficiencias defensivas. La lesión de Camilo Zúñiga mostró la necesidad de pensar en marcadores de punta suplentes. No hay variadas  posibilidades, pero hay que buscarlos. A Brasil, con las exigencias propias de una seguidilla de partidos no podemos ir solo con Armero y Camilo. En el medio campo y la delantera hay bastantes convocados y habrá que sacrificar a algunos. Bien lo decía Gabriel Ochoa Uribe, los buenos equipos se forman desde atrás. De nada vale tener los mejores delanteros si no se tiene una defensa que imponga respeto.

Lo logramos, sí, pero no es suficiente. Para mejorar lo pasado debemos enseriarnos. Comenzando por los periodistas, para no repetir el fiasco de USA-94, cuando creyéndonos campeones no superamos la primera fase.