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Columnista - 13 noviembre, 2020

Lo demás es paja y hablar m…

Este tema es trillado, pero vale la pena recordarlo e insistir, porque “me lleva él o me lo llevo yo…” En el año 1954 llegué a estudiar interno en El Loperena, esto era más chiquito que Villanueva y teníamos un profesor de Edufísica, Pepe Carat que a cada rato, con la toallita al hombro como […]

Este tema es trillado, pero vale la pena recordarlo e insistir, porque “me lleva él o me lo llevo yo…”

En el año 1954 llegué a estudiar interno en El Loperena, esto era más chiquito que Villanueva y teníamos un profesor de Edufísica, Pepe Carat que a cada rato, con la toallita al hombro como cualquier urumitero, nos llevaba entre oscuro y claro a bañarnos al Guatapurí, al río, salíamos en fila india por toda la Calle Grande y sin haber un centímetro de pavimento, en 5 minutos estábamos gozando de las delicias de sus aguas. No existía ningún barrio ni casas, pero si se veían 1 o 2 volteos viejos cargando con paleros, piedras y piedritas para la construcción de casas de material, que reemplazaba las de bahareque. El río tenía su cauce natural y muchos pozos, entre ellos el de Las Raíces que era el preferido y sus crecientes estaban encauzada, rodeados de inmensos caracolíes grandes ceibas y otros árboles mamonus que evitaban la erosión.

LLegó Jorge Dangond y como alcalde era un bulldozer, comenzó la transformación de este pueblo a ciudad, pavimentado calles y paralelo a ello la extracción de “material del río”, por ahí por la hoy 16, más arribita y más abajito y 20 años después destruido su cauce y retirado surgieron las primeras invasiones y nacieron Pescaíto, Zapato en Mano, 9 de Marzo y otros barrios que infructuosamente han tratado de erradicar y en ese juego de sacar y volver llevamos más de 40 años y el río sin cauce se ha alejado más, pero a veces se arrecha y asusta y hasta ahora no ha habido una tragedia, pero de pronto, quiera Dios que no, arrasa con todo, pero ese es otro tema. De eso llevamos 70 años y ya con bulldóceres, cargadores y flotas de volteos viejos, los de José Aponte les dicen y nuevos han sacado del río todo el material para pavimentar toda la región, especialmente al Valle, construir cientos de barrios y muchos edificios y escenarios de toda índole. Es decir que el más importante para el desarrollo de esta ciudad, ha sido el río Guatapurí, a costa de haberle destruido su cauce natural y dispersar su escaso caudal, sin ningún pago o contraprestación, igual sucede con el Cesar y su aporte en arena.

Y vuelvo con mi locura, porque aquí pensar en grande es estar loco. Loco me dijeron cuando hablé del Canal de Panamá y la Avenida a Hurtado y de tantas vainas  que ahí están hechas realidades, que se me olvidan y repito, como lo he dicho tantas veces, que la única solución es canalizar el cauce que le robaron y destruyeron.

Ya es hora que los que tanto se han beneficiado del le devuelvan su cauce, mejorado y embellecido por un puente que una las dos orillas. Ya es hora que Planeación Nacional, Minambiente, gobernación, municipio y Corpocesar hagan una gran alianza de la mano de todos los parlamentarios, diputados y concejales para saldar la cuenta que tienen con el río Guatapurí.

Ya quisiera ver a los empresarios urbanísticos Toño Maya, los Mellos Orozco, Ava Carval y sus socios, los Ortiz, Calule, William Fuentes Lacouture, los Vásquez y su tío Fausto, el Dr Oñate Fuentes, el Califa Óscar Guerra, Amarildos y otros más pequeños, tomar la iniciativa de esta gran obra para pagarle al río, que tanto les ha dado sino gratuitamente, si con mucha generosidad.

De vez en cuando recorro El Centro para ver cómo va la cosa y a veces oír y oí a una vecina decir que a pesar de que habían instalado tubos de más de 2 metros de diámetro, las aguas inundan las casas porque las rejillas recolectoras que instalaran son muy chiquitas y no alcanzan a absorber el agua muy abundante que corre. Sería bueno hacer la corrección, estamos a tiempo e insisto, porque me preocupa en la ‘mangorización’, cuidao con palmas y Olivos.

Columnista
13 noviembre, 2020

Lo demás es paja y hablar m…

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Este tema es trillado, pero vale la pena recordarlo e insistir, porque “me lleva él o me lo llevo yo…” En el año 1954 llegué a estudiar interno en El Loperena, esto era más chiquito que Villanueva y teníamos un profesor de Edufísica, Pepe Carat que a cada rato, con la toallita al hombro como […]


Este tema es trillado, pero vale la pena recordarlo e insistir, porque “me lleva él o me lo llevo yo…”

En el año 1954 llegué a estudiar interno en El Loperena, esto era más chiquito que Villanueva y teníamos un profesor de Edufísica, Pepe Carat que a cada rato, con la toallita al hombro como cualquier urumitero, nos llevaba entre oscuro y claro a bañarnos al Guatapurí, al río, salíamos en fila india por toda la Calle Grande y sin haber un centímetro de pavimento, en 5 minutos estábamos gozando de las delicias de sus aguas. No existía ningún barrio ni casas, pero si se veían 1 o 2 volteos viejos cargando con paleros, piedras y piedritas para la construcción de casas de material, que reemplazaba las de bahareque. El río tenía su cauce natural y muchos pozos, entre ellos el de Las Raíces que era el preferido y sus crecientes estaban encauzada, rodeados de inmensos caracolíes grandes ceibas y otros árboles mamonus que evitaban la erosión.

LLegó Jorge Dangond y como alcalde era un bulldozer, comenzó la transformación de este pueblo a ciudad, pavimentado calles y paralelo a ello la extracción de “material del río”, por ahí por la hoy 16, más arribita y más abajito y 20 años después destruido su cauce y retirado surgieron las primeras invasiones y nacieron Pescaíto, Zapato en Mano, 9 de Marzo y otros barrios que infructuosamente han tratado de erradicar y en ese juego de sacar y volver llevamos más de 40 años y el río sin cauce se ha alejado más, pero a veces se arrecha y asusta y hasta ahora no ha habido una tragedia, pero de pronto, quiera Dios que no, arrasa con todo, pero ese es otro tema. De eso llevamos 70 años y ya con bulldóceres, cargadores y flotas de volteos viejos, los de José Aponte les dicen y nuevos han sacado del río todo el material para pavimentar toda la región, especialmente al Valle, construir cientos de barrios y muchos edificios y escenarios de toda índole. Es decir que el más importante para el desarrollo de esta ciudad, ha sido el río Guatapurí, a costa de haberle destruido su cauce natural y dispersar su escaso caudal, sin ningún pago o contraprestación, igual sucede con el Cesar y su aporte en arena.

Y vuelvo con mi locura, porque aquí pensar en grande es estar loco. Loco me dijeron cuando hablé del Canal de Panamá y la Avenida a Hurtado y de tantas vainas  que ahí están hechas realidades, que se me olvidan y repito, como lo he dicho tantas veces, que la única solución es canalizar el cauce que le robaron y destruyeron.

Ya es hora que los que tanto se han beneficiado del le devuelvan su cauce, mejorado y embellecido por un puente que una las dos orillas. Ya es hora que Planeación Nacional, Minambiente, gobernación, municipio y Corpocesar hagan una gran alianza de la mano de todos los parlamentarios, diputados y concejales para saldar la cuenta que tienen con el río Guatapurí.

Ya quisiera ver a los empresarios urbanísticos Toño Maya, los Mellos Orozco, Ava Carval y sus socios, los Ortiz, Calule, William Fuentes Lacouture, los Vásquez y su tío Fausto, el Dr Oñate Fuentes, el Califa Óscar Guerra, Amarildos y otros más pequeños, tomar la iniciativa de esta gran obra para pagarle al río, que tanto les ha dado sino gratuitamente, si con mucha generosidad.

De vez en cuando recorro El Centro para ver cómo va la cosa y a veces oír y oí a una vecina decir que a pesar de que habían instalado tubos de más de 2 metros de diámetro, las aguas inundan las casas porque las rejillas recolectoras que instalaran son muy chiquitas y no alcanzan a absorber el agua muy abundante que corre. Sería bueno hacer la corrección, estamos a tiempo e insisto, porque me preocupa en la ‘mangorización’, cuidao con palmas y Olivos.