ESCALPELO Por: Dickson E. Quiroz Torres Un paso importante fue dado para aterrizar el sueño de Los Besotes. El Diálogo de Ciudad realizado con esa temática, la conformación del grupo impulsor y la firma de compromisos por las instituciones presentes, sin duda dinamizan el proceso y evidencian la grande sensibilidad del pueblo vallenato con el […]
ESCALPELO
Por: Dickson E. Quiroz Torres
Un paso importante fue dado para aterrizar el sueño de Los Besotes. El Diálogo de Ciudad realizado con esa temática, la conformación del grupo impulsor y la firma de compromisos por las instituciones presentes, sin duda dinamizan el proceso y evidencian la grande sensibilidad del pueblo vallenato con el proyecto.
Pero tampoco pequemos de cándidos. Los Besotes todavía es un sueño y estamos lejos de hacerlo realidad. Inclusive, en muchas otras ocasiones y por el mismo motivo ha vivido Valledupar igual ambiente febricitante y la cuestión no ha pasado de las calenturas. Esa parece ser caracterización vallenata, el afiebrarnos con los proyectos y luego no despegarlos.
Entre los tantos obstáculos macros del proyecto, el primero es la poca apropiación o concienciación que la dirigencia vallenata (políticos, gremios, academia, empresa, etc.) asumen respecto a las cuestiones fundamentales que desarrollan el territorio; es decir, hay conformidad con sólo embadurnarnos, pero somos flemáticos para involucrarnos, para comprometernos, para dar la vida en un proyecto determinado. Asumimos los proyectos de vida como un amor platónico (¿Socrático?), idealizándolo pero sin atrevernos a compenetrarnos con él, terminando el romance en una tremenda e imperdonable frustración.
El proyecto de Los Besotes no ha sido exceptuado por la epidemia platónica. Su marcha de nazareno lleva ya 50 años, y de tanto en tanto se avanza un poco pero sin arrancar seriamente. Por ello se acusa la ausencia de voluntad o decisión política, lo cual no se satisface con, de cuando en cuando, simplemente hablar bien del proyecto o incluirle una tímida partida presupuestal. La voluntad o decisión política alude a la conversión de Los Besotes en proyecto de vida para Valledupar y el Cesar: alude al pernil que cede el cerdo, en lo cual le va la vida, más que al huevito aportado por la gallina.
Ese ejemplo de pasión por Los Besotes debe trasmitirlo fundamentalmente el alcalde municipal, cuyo territorio garantizará provisión de agua para los 800 mil habitantes que se prevén para dentro de 50 ó 60 años, amén de la irrigación de más de 8000 hectáreas. ¿Cómo ser indiferente ante tal realidad posible, máximo cuando más del 90% de la financiación de la obra (370 mil millones de pesos) puede lograrse a través de entidades departamentales y nacionales?
Ánimo, alcalde, asuma el liderazgo que la coyuntura histórica está reclamando. “El proyecto Los Besotes puede volver a cohesionar a los vallenatos, a la manera de la jornada épica de la creación del departamento del Cesar. Los vallenatos necesitamos unirnos alrededor de algo, necesitamos sueños comunes, necesitamos una misma bandera. La de Los Besotes es necesaria además de emblemática y puede tener la virtud de unirnos”.
La grandeza está al alcance de la mano, alcalde. Cohesione usted a todas las fuerzas vivas de su comunidad en defensa de Los Besotes. Aproveche usted el entusiasmo de nuestro grupo de parlamentarios para darle dimensión regional-caribe al proyecto, y de esa manera hacerlo incluir en el plan nacional cuatrienal del presidente Santos. Esta obra no excluye a otras urgentes que necesita la comunidad; con buena planificación, todas son posibles.
Para el gobernador del Cesar igual mensaje. El destino y la democracia les han deparado una oportunidad de oro para trascender en la historia; necio sería desperdiciarla. “Aprendamos a luchar por propósitos comunes no obstante las diferencias entre nosotros”. Grandioso para el Cesar que nuestros mandatarios seccionales, hombro a hombro, palmo a palmo, “…hagan camino al andar…”. Los dos, alcalde y gobernador, son los principales actores protagónicos de esta epopeya soñada; en sus manos está la suerte de Los Besotes, de Valledupar, el Cesar y la región: el ejemplo de unidad y compromiso marcará un hito por el imperecedero ejemplo que trasmiten.
Lo demás, también importantísimo, es mecánica gerencial, empezando por proveer a la empresa Los Besotes de una dirección o secretaría técnica del proyecto, instancia con el suficiente bagaje para superar los otros obstáculos, algunos mayúsculos, como el de la consulta previa con los hermanos indígenas, requisito ineludible, tema que amerita una mención analítica especial.
ESCALPELO Por: Dickson E. Quiroz Torres Un paso importante fue dado para aterrizar el sueño de Los Besotes. El Diálogo de Ciudad realizado con esa temática, la conformación del grupo impulsor y la firma de compromisos por las instituciones presentes, sin duda dinamizan el proceso y evidencian la grande sensibilidad del pueblo vallenato con el […]
ESCALPELO
Por: Dickson E. Quiroz Torres
Un paso importante fue dado para aterrizar el sueño de Los Besotes. El Diálogo de Ciudad realizado con esa temática, la conformación del grupo impulsor y la firma de compromisos por las instituciones presentes, sin duda dinamizan el proceso y evidencian la grande sensibilidad del pueblo vallenato con el proyecto.
Pero tampoco pequemos de cándidos. Los Besotes todavía es un sueño y estamos lejos de hacerlo realidad. Inclusive, en muchas otras ocasiones y por el mismo motivo ha vivido Valledupar igual ambiente febricitante y la cuestión no ha pasado de las calenturas. Esa parece ser caracterización vallenata, el afiebrarnos con los proyectos y luego no despegarlos.
Entre los tantos obstáculos macros del proyecto, el primero es la poca apropiación o concienciación que la dirigencia vallenata (políticos, gremios, academia, empresa, etc.) asumen respecto a las cuestiones fundamentales que desarrollan el territorio; es decir, hay conformidad con sólo embadurnarnos, pero somos flemáticos para involucrarnos, para comprometernos, para dar la vida en un proyecto determinado. Asumimos los proyectos de vida como un amor platónico (¿Socrático?), idealizándolo pero sin atrevernos a compenetrarnos con él, terminando el romance en una tremenda e imperdonable frustración.
El proyecto de Los Besotes no ha sido exceptuado por la epidemia platónica. Su marcha de nazareno lleva ya 50 años, y de tanto en tanto se avanza un poco pero sin arrancar seriamente. Por ello se acusa la ausencia de voluntad o decisión política, lo cual no se satisface con, de cuando en cuando, simplemente hablar bien del proyecto o incluirle una tímida partida presupuestal. La voluntad o decisión política alude a la conversión de Los Besotes en proyecto de vida para Valledupar y el Cesar: alude al pernil que cede el cerdo, en lo cual le va la vida, más que al huevito aportado por la gallina.
Ese ejemplo de pasión por Los Besotes debe trasmitirlo fundamentalmente el alcalde municipal, cuyo territorio garantizará provisión de agua para los 800 mil habitantes que se prevén para dentro de 50 ó 60 años, amén de la irrigación de más de 8000 hectáreas. ¿Cómo ser indiferente ante tal realidad posible, máximo cuando más del 90% de la financiación de la obra (370 mil millones de pesos) puede lograrse a través de entidades departamentales y nacionales?
Ánimo, alcalde, asuma el liderazgo que la coyuntura histórica está reclamando. “El proyecto Los Besotes puede volver a cohesionar a los vallenatos, a la manera de la jornada épica de la creación del departamento del Cesar. Los vallenatos necesitamos unirnos alrededor de algo, necesitamos sueños comunes, necesitamos una misma bandera. La de Los Besotes es necesaria además de emblemática y puede tener la virtud de unirnos”.
La grandeza está al alcance de la mano, alcalde. Cohesione usted a todas las fuerzas vivas de su comunidad en defensa de Los Besotes. Aproveche usted el entusiasmo de nuestro grupo de parlamentarios para darle dimensión regional-caribe al proyecto, y de esa manera hacerlo incluir en el plan nacional cuatrienal del presidente Santos. Esta obra no excluye a otras urgentes que necesita la comunidad; con buena planificación, todas son posibles.
Para el gobernador del Cesar igual mensaje. El destino y la democracia les han deparado una oportunidad de oro para trascender en la historia; necio sería desperdiciarla. “Aprendamos a luchar por propósitos comunes no obstante las diferencias entre nosotros”. Grandioso para el Cesar que nuestros mandatarios seccionales, hombro a hombro, palmo a palmo, “…hagan camino al andar…”. Los dos, alcalde y gobernador, son los principales actores protagónicos de esta epopeya soñada; en sus manos está la suerte de Los Besotes, de Valledupar, el Cesar y la región: el ejemplo de unidad y compromiso marcará un hito por el imperecedero ejemplo que trasmiten.
Lo demás, también importantísimo, es mecánica gerencial, empezando por proveer a la empresa Los Besotes de una dirección o secretaría técnica del proyecto, instancia con el suficiente bagaje para superar los otros obstáculos, algunos mayúsculos, como el de la consulta previa con los hermanos indígenas, requisito ineludible, tema que amerita una mención analítica especial.