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Columnista - 20 julio, 2012

Llegó la droga

Esta esquina Por: Hernán Araujo Ariza Es común encontrarse paisanos vallenatos, que aun viviendo -por circunstancias laborales u otras- en ciudades diferentes, manifiestan la intención de devolverse a futuro, con el panorama claro que su descendencia crezca en esta ciudad. Intentamos muchas veces diferenciar la calidad de vida que ofrece una ciudad grande y una […]

Esta esquina
Por: Hernán Araujo Ariza

Es común encontrarse paisanos vallenatos, que aun viviendo -por circunstancias laborales u otras- en ciudades diferentes, manifiestan la intención de devolverse a futuro, con el panorama claro que su descendencia crezca en esta ciudad.
Intentamos muchas veces diferenciar la calidad de vida que ofrece una ciudad grande y una pequeña del estilo de Valledupar. Obviamente, el ejercicio persigue dejar claro que al margen de las muchas falencias en desarrollo y oportunidades que supone una ciudad como la nuestra, para los mayores; para los menores ofrece todo un ambiente sano, propicio para una buena crianza.
Y no en vano, pese a que muchos de los que crecimos en este ambiente nos resulta normal la convivencia con el consumo –a veces excesivo- de alcohol; por lo general levantamos una gran barrera –cual tabú- para dar el paso siguiente al consumo de alucinógenos. De todas maneras, toda regla tiene su excepción.
Toda esta introducción, para confesarles que me llamó poderosamente la atención, que en reciente sesión especial que tuvimos con el Concejo Municipal en el corregimiento de Mariangola, la queja recurrente de varios de los nativos fuera la proliferación de jóvenes consumidores de drogas. En el mismo sentido, se conocen casos de esta índole en Patillal, Rio Seco, Caracolí y quien sabe en cuantos más.
Si se supone que nuestra idiosincrasia, aún siendo proclive al licor, mantiene fuertes reservas frente a los alucinógenos, ¿Qué pasa entonces en los corregimientos? ¿No se supone que las tendencias fluyen desde las poblaciones grandes o avanzadas, hacia las pequeñas y atrasadas?
Aquí se estaría presentando el flujo inverso, o podría ser que ya el ‘negocio’ en Valledupar alcanzó un nivel de consumidores tan alto, que estamos irradiando a los corregimientos. ¿Somos conscientes del nivel de consumo de drogas en el municipio? ¿Es en realidad tan alto, como para que ya esté presente el fenómeno en los corregimientos de manera preocupante?
Me pregunto y no entiendo mucho, como puede el consumo de drogas permear las mentes de personas que viven en pueblos casi olvidados, donde muy escasamente llega el internet. ¿No se supone acaso que la mente de una persona que vive con menos acceso a las ‘tentaciones’ del mundo, es adverso a caer en ellas? ¿No se supone que estos vicios, debieran encontrar mayor resistencia entre los pueblos chicos?
Pero resulta que ofrecen la droga como solución a la embriaguez; mejor dicho, para que se tomen sus tragos sin emborracharse. Así, es como la hacen tan atractiva, que logra superar los prejuicios que existan en estos espacios. Y lo curioso es precisamente eso: que está llegando la droga a nuestra ciudad, y está entrando por la ‘ventana’ que nuestra cultura le ha abierto al alcohol desmedido.
Pero, ¿qué caminos quedan? ¿Legalizar? ¿Empezamos a revisar nuestra íntima relación con el alcohol, que está sirviendo como vehículo para llevarse a muchos jóvenes a las redes de las drogas? O bien, también podemos seguir creyendo que aquí la droga es cuestión de unos cuantos casos aislados.
Mientras, sigamos entretenidos con la gran demanda de Estados Unidos y Europa, que sirven de motor al narcotráfico; continuaremos dándole la espalda al creciente consumo local.
***************************
MI ÚLTIMA PALABRA: Si se supone que con la reforma que se le hizo al sistema de regalías, se asignó el 10% de ellas para Colciencias, ¿por qué renunció su Director Jaime Restrepo Cuartas, aduciendo falta de compromiso y apoyo a la investigación científica? ¿Será que le recortaron la ‘mermelada’ en Minhacienda?
Twitter: @pipearaujoariza
www.pipearaujoariza.com

Columnista
20 julio, 2012

Llegó la droga

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Araujo Ariza

Esta esquina Por: Hernán Araujo Ariza Es común encontrarse paisanos vallenatos, que aun viviendo -por circunstancias laborales u otras- en ciudades diferentes, manifiestan la intención de devolverse a futuro, con el panorama claro que su descendencia crezca en esta ciudad. Intentamos muchas veces diferenciar la calidad de vida que ofrece una ciudad grande y una […]


Esta esquina
Por: Hernán Araujo Ariza

Es común encontrarse paisanos vallenatos, que aun viviendo -por circunstancias laborales u otras- en ciudades diferentes, manifiestan la intención de devolverse a futuro, con el panorama claro que su descendencia crezca en esta ciudad.
Intentamos muchas veces diferenciar la calidad de vida que ofrece una ciudad grande y una pequeña del estilo de Valledupar. Obviamente, el ejercicio persigue dejar claro que al margen de las muchas falencias en desarrollo y oportunidades que supone una ciudad como la nuestra, para los mayores; para los menores ofrece todo un ambiente sano, propicio para una buena crianza.
Y no en vano, pese a que muchos de los que crecimos en este ambiente nos resulta normal la convivencia con el consumo –a veces excesivo- de alcohol; por lo general levantamos una gran barrera –cual tabú- para dar el paso siguiente al consumo de alucinógenos. De todas maneras, toda regla tiene su excepción.
Toda esta introducción, para confesarles que me llamó poderosamente la atención, que en reciente sesión especial que tuvimos con el Concejo Municipal en el corregimiento de Mariangola, la queja recurrente de varios de los nativos fuera la proliferación de jóvenes consumidores de drogas. En el mismo sentido, se conocen casos de esta índole en Patillal, Rio Seco, Caracolí y quien sabe en cuantos más.
Si se supone que nuestra idiosincrasia, aún siendo proclive al licor, mantiene fuertes reservas frente a los alucinógenos, ¿Qué pasa entonces en los corregimientos? ¿No se supone que las tendencias fluyen desde las poblaciones grandes o avanzadas, hacia las pequeñas y atrasadas?
Aquí se estaría presentando el flujo inverso, o podría ser que ya el ‘negocio’ en Valledupar alcanzó un nivel de consumidores tan alto, que estamos irradiando a los corregimientos. ¿Somos conscientes del nivel de consumo de drogas en el municipio? ¿Es en realidad tan alto, como para que ya esté presente el fenómeno en los corregimientos de manera preocupante?
Me pregunto y no entiendo mucho, como puede el consumo de drogas permear las mentes de personas que viven en pueblos casi olvidados, donde muy escasamente llega el internet. ¿No se supone acaso que la mente de una persona que vive con menos acceso a las ‘tentaciones’ del mundo, es adverso a caer en ellas? ¿No se supone que estos vicios, debieran encontrar mayor resistencia entre los pueblos chicos?
Pero resulta que ofrecen la droga como solución a la embriaguez; mejor dicho, para que se tomen sus tragos sin emborracharse. Así, es como la hacen tan atractiva, que logra superar los prejuicios que existan en estos espacios. Y lo curioso es precisamente eso: que está llegando la droga a nuestra ciudad, y está entrando por la ‘ventana’ que nuestra cultura le ha abierto al alcohol desmedido.
Pero, ¿qué caminos quedan? ¿Legalizar? ¿Empezamos a revisar nuestra íntima relación con el alcohol, que está sirviendo como vehículo para llevarse a muchos jóvenes a las redes de las drogas? O bien, también podemos seguir creyendo que aquí la droga es cuestión de unos cuantos casos aislados.
Mientras, sigamos entretenidos con la gran demanda de Estados Unidos y Europa, que sirven de motor al narcotráfico; continuaremos dándole la espalda al creciente consumo local.
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MI ÚLTIMA PALABRA: Si se supone que con la reforma que se le hizo al sistema de regalías, se asignó el 10% de ellas para Colciencias, ¿por qué renunció su Director Jaime Restrepo Cuartas, aduciendo falta de compromiso y apoyo a la investigación científica? ¿Será que le recortaron la ‘mermelada’ en Minhacienda?
Twitter: @pipearaujoariza
www.pipearaujoariza.com