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Columnista - 24 noviembre, 2020

¡Libertad de expresión, desafiante!

No se quién es Katia Ospino, así como ella no conoce de este columnista, empero, me entero de que es una Periodista resguardada por la Unidad Nacional de Protección (UNP), con un grupo de escoltas y carros blindados. Todo indica que en su labor remeda la línea de periodistas como Daniel Coronell, Gonzalo Guillén, Ariel […]

No se quién es Katia Ospino, así como ella no conoce de este columnista, empero, me entero de que es una Periodista resguardada por la Unidad Nacional de Protección (UNP), con un grupo de escoltas y carros blindados. Todo indica que en su labor remeda la línea de periodistas como Daniel Coronell, Gonzalo Guillén, Ariel Ávila y María Jimena Duzán, quienes también disponen, con sus familias, de esquemas exagerados de protección.

¡Oh, paradoja brutal! Mientras tanto, la magistrada Cecilia Olivella Araújo -mi esposa- carece de mínimos esquemas completos de protección y cuenta con un carro blindado modelo 2010. Se le avisa que se le reemplazará por uno 2011. Ella juzga y condena a los más peligrosos y sangrientos postulados de Justicia y Paz. En un reciente traslado corrió el riesgo de vararse en carretera con el destartalado vehículo de protección asignado hace muchos años. Ella y los demás integrantes de la Sala Especializada de Justicia y Paz -estos con vehículos modelos 2007- han recibido desde siempre y, como se sabrá, recientemente, embates de sinuosos y oscuros interesados en amedrantar a los que cumplen con los cometidos de administrar justicia transicional.

Obviamente sus familiares sin escoltas ni carros blindados, sin estudios de riesgo, a pesar de que, desde hace rato, con evidencias documentales (grabaciones) recibimos amenazas y formulamos la denuncia respectiva ante la Fiscalía General de la Nación. ¿Qué ha pasado? ¡Nada! ¿Qué va a pasar? Aclaro que no tengo problemas de transporte. No necesito insólitos esquemas de protección. Solo he aquí una constancia de futura memoria.

Sin perjuicio de lo anterior, al coronel Jesús Manuel de los Reyes Valencia y sus hombres policiales, nuestra gratitud por su apoyo en lo que le es posible y de su competencia. La otra repuesta institucional ha sido (como siempre) lenta, rogada y burocratizada. Para los periodistas Coronell, Guillén, Dávila, Jimeno, Ávila, Ospino y sus familias: inmediata y rimbombante. Para los fiscales, jueces y magistrados: ninguna. Para los Abogados sí que menos.

En la misma línea tensa e irresponsable, Coronell (escribe sistemáticamente contra Uribe, Dávila (contra Santos), Duzán (contra Uribe/Duque), el combo de Guillén/Ávila (contra la institucionalidad) y mal imitándolos Ospino se ha cebado contra los Gnneco. Todos, se creen “juristas” y asumen posturas de operadores judiciales; hacen disparatadas apreciaciones de derecho probatorio, repartiendo evaluaciones subjetivas alrededor de lo que erróneamente denominan medios de prueba, que solo son alusiones inaceptables dizque amparadas en fuentes periodísticas, para zaherir y por esa vía hacer imputaciones calumniosas, injuriosas y especulativas a sus francos predilectos para la incineración moral.

So pretexto del ejercicio de libre expresión -patrimonio de los ciudadanos- algunos periodistas irrazonablemente ponen en riesgo la vida e integridad moral de las personas y familias, haciendo sindicaciones con la invectiva de presuntos partícipes de hechos delictuosos, que resulta agravada porque utilizan medios de comunicación social o de divulgación colectiva. Son autores de mortificante divulgación que les sirve para afianzar la continuidad de sus esquemas de protección, y de paso, la solución de transporte. Se bambolean con calificativos y ademanes sobreactuados que los describen despóticos, feroces, orgullos, altivos, oportunistas, rencorosos y caprichosos. Nada ponderados en la encomiable tarea periodística.

La cosa es así de clara: En justicia y paz llevan años produciendo sentencias históricas, coherentes, hilvanadas, con sólidos argumentos fácticos, probatorios y jurídicos (una sentencia de Justicia y Paz puede equivaler aproximadamente a unas 50, y hasta más, de la Justicia ordinaria) para que la virulenta periodista que se menciona, planificadamente especule con haber “probatoriamente valorado” las versiones de los postulados y testimonios para arribar a conclusiones imaginativas y mal intencionadas. Utiliza expresiones impersonales, como “al parecer”, “se dice”, “se comenta” (injurias y calumnias indirectas). ¡No hay derecho!

Columnista
24 noviembre, 2020

¡Libertad de expresión, desafiante!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hugo Mendoza

No se quién es Katia Ospino, así como ella no conoce de este columnista, empero, me entero de que es una Periodista resguardada por la Unidad Nacional de Protección (UNP), con un grupo de escoltas y carros blindados. Todo indica que en su labor remeda la línea de periodistas como Daniel Coronell, Gonzalo Guillén, Ariel […]


No se quién es Katia Ospino, así como ella no conoce de este columnista, empero, me entero de que es una Periodista resguardada por la Unidad Nacional de Protección (UNP), con un grupo de escoltas y carros blindados. Todo indica que en su labor remeda la línea de periodistas como Daniel Coronell, Gonzalo Guillén, Ariel Ávila y María Jimena Duzán, quienes también disponen, con sus familias, de esquemas exagerados de protección.

¡Oh, paradoja brutal! Mientras tanto, la magistrada Cecilia Olivella Araújo -mi esposa- carece de mínimos esquemas completos de protección y cuenta con un carro blindado modelo 2010. Se le avisa que se le reemplazará por uno 2011. Ella juzga y condena a los más peligrosos y sangrientos postulados de Justicia y Paz. En un reciente traslado corrió el riesgo de vararse en carretera con el destartalado vehículo de protección asignado hace muchos años. Ella y los demás integrantes de la Sala Especializada de Justicia y Paz -estos con vehículos modelos 2007- han recibido desde siempre y, como se sabrá, recientemente, embates de sinuosos y oscuros interesados en amedrantar a los que cumplen con los cometidos de administrar justicia transicional.

Obviamente sus familiares sin escoltas ni carros blindados, sin estudios de riesgo, a pesar de que, desde hace rato, con evidencias documentales (grabaciones) recibimos amenazas y formulamos la denuncia respectiva ante la Fiscalía General de la Nación. ¿Qué ha pasado? ¡Nada! ¿Qué va a pasar? Aclaro que no tengo problemas de transporte. No necesito insólitos esquemas de protección. Solo he aquí una constancia de futura memoria.

Sin perjuicio de lo anterior, al coronel Jesús Manuel de los Reyes Valencia y sus hombres policiales, nuestra gratitud por su apoyo en lo que le es posible y de su competencia. La otra repuesta institucional ha sido (como siempre) lenta, rogada y burocratizada. Para los periodistas Coronell, Guillén, Dávila, Jimeno, Ávila, Ospino y sus familias: inmediata y rimbombante. Para los fiscales, jueces y magistrados: ninguna. Para los Abogados sí que menos.

En la misma línea tensa e irresponsable, Coronell (escribe sistemáticamente contra Uribe, Dávila (contra Santos), Duzán (contra Uribe/Duque), el combo de Guillén/Ávila (contra la institucionalidad) y mal imitándolos Ospino se ha cebado contra los Gnneco. Todos, se creen “juristas” y asumen posturas de operadores judiciales; hacen disparatadas apreciaciones de derecho probatorio, repartiendo evaluaciones subjetivas alrededor de lo que erróneamente denominan medios de prueba, que solo son alusiones inaceptables dizque amparadas en fuentes periodísticas, para zaherir y por esa vía hacer imputaciones calumniosas, injuriosas y especulativas a sus francos predilectos para la incineración moral.

So pretexto del ejercicio de libre expresión -patrimonio de los ciudadanos- algunos periodistas irrazonablemente ponen en riesgo la vida e integridad moral de las personas y familias, haciendo sindicaciones con la invectiva de presuntos partícipes de hechos delictuosos, que resulta agravada porque utilizan medios de comunicación social o de divulgación colectiva. Son autores de mortificante divulgación que les sirve para afianzar la continuidad de sus esquemas de protección, y de paso, la solución de transporte. Se bambolean con calificativos y ademanes sobreactuados que los describen despóticos, feroces, orgullos, altivos, oportunistas, rencorosos y caprichosos. Nada ponderados en la encomiable tarea periodística.

La cosa es así de clara: En justicia y paz llevan años produciendo sentencias históricas, coherentes, hilvanadas, con sólidos argumentos fácticos, probatorios y jurídicos (una sentencia de Justicia y Paz puede equivaler aproximadamente a unas 50, y hasta más, de la Justicia ordinaria) para que la virulenta periodista que se menciona, planificadamente especule con haber “probatoriamente valorado” las versiones de los postulados y testimonios para arribar a conclusiones imaginativas y mal intencionadas. Utiliza expresiones impersonales, como “al parecer”, “se dice”, “se comenta” (injurias y calumnias indirectas). ¡No hay derecho!