Por: Luis Napoleón de Armas P. “La esperanza vende mas que el miedo” John del Cecato La suerte está echada; el 30 de mayo se definirá el futuro de Colombia. Parece que se resolverá entre Mockus o Petro, de un lado, y JMS del otro. Son dos propuestas excluyentes. La primera le apuesta a la […]
Por: Luis Napoleón de Armas P.
“La esperanza vende mas que el miedo”
John del Cecato
La suerte está echada; el 30 de mayo se definirá el futuro de Colombia. Parece que se resolverá entre Mockus o Petro, de un lado, y JMS del otro. Son dos propuestas excluyentes. La primera le apuesta a la legalidad, al respeto a la CPC, las leyes y la separación de poderes; privilegia los valores, la educación, la inversión en ciencia y tecnología y hará que la intimidad de las personas sea un saco sagrado. Académico el uno, parlamentario el otro, han dialogado con gentes de todos los estratos y condiciones y aprendieron a mirar los problemas desde abajo, no de los altos círculos del poder donde todo gira alrededor de intereses de grupo. El epicentro de Mockus fue la Universidad Nacional, una síntesis de la Nación; allí aprendió a lidiar con personas de todas las tendencias y credos, con pacifistas y violentos, con equilibrados y desajustados; allí aprendió a conocer todas las veleidades de la juventud y través de esta, la estructura familiar de Colombia. Después de pasar por allí, se está preparado para atender cualquier situación humana. Allí se fortaleció filosóficamente y su formación de matemático le hace ver las cosas con rigor, sin especular; la lógica que ofrecen las matemáticas le enseñan a uno a ser reflexivo, a aplicar algoritmos en el transcurrir diario de la vida. Si a esto le agregamos el perfil de Fajardo, el gobierno de Mockus tendría la ecuación que resolvería el problema de la corrupción endémica. El escenario de Petro fue el Congreso, es como la conciencia ética del recinto. Puso en ascuas al Estado mafioso; denunció los entuertos de su partido, es un hombre valiente. Esta es la verdadera seguridad. Ambos cabalgan sobre la verdad y no están ligados a los círculos de poder del país; son humildes, capaces de reconocer sus errores y de perdonar; no tienen tabúes y sus amigos no son camuflados ni banqueros especuladores sino académicos empeñados en la búsqueda de la verdad; no se les conocen intrigas palaciegas. Nos podemos encomiar a ellos para que nos dirijan en los próximos cuatro años, sin atajos y sin trampas. Si logran cambiar el paradigma moral del Estado, eso es suficiente. La otra opción es JMS, el prefabricado candidato del gobierno, que está allí gracias a los protuberantes desaciertos de Andrés Felipe Arias, el clon más parecido a Uribe. Creerle a JMS es una actitud difícil; su eslogan de campaña es un sofisma; para quien fue ministro de la defensa no le queda bien afirmar que regresar no es una opción; sabemos que en todos los ejércitos del mundo la retirada es una opción estratégica y no es que con ella se haya perdido la guerra. Su propuesta es la de Uribe, la guerra; pero el continuismo de suyo es anti dialéctico porque la historia avanza en espiral. Dicen que JMS fue el primero en proponer una zona de distensión pero ahora la detesta; por eso uno cree que sus conceptos son oportunistas. Le confesó a Darío Arismendi que le gusta la picardía. Siendo ministro de hacienda de Pastrana impulsó la ley que le restó las transferencias a los municipios. Frente al TLC con Europa, no les ha dicho nada a los lecheros del país. Ya conocemos el desayuno. Estamos, pues, frente a una prueba de fuego: transparencia y legalidad vs picardía y trampa; la paz con equidad social vs guerra con falsos positivos; la esperanza o el miedo; Estado Social de Derecho o Estado mafioso; jueces o impostores. Esas son las opciones; claro, a nadie se le puede quitar el derecho a ser esclavo; para ellos, Santos positivo.
Por: Luis Napoleón de Armas P. “La esperanza vende mas que el miedo” John del Cecato La suerte está echada; el 30 de mayo se definirá el futuro de Colombia. Parece que se resolverá entre Mockus o Petro, de un lado, y JMS del otro. Son dos propuestas excluyentes. La primera le apuesta a la […]
Por: Luis Napoleón de Armas P.
“La esperanza vende mas que el miedo”
John del Cecato
La suerte está echada; el 30 de mayo se definirá el futuro de Colombia. Parece que se resolverá entre Mockus o Petro, de un lado, y JMS del otro. Son dos propuestas excluyentes. La primera le apuesta a la legalidad, al respeto a la CPC, las leyes y la separación de poderes; privilegia los valores, la educación, la inversión en ciencia y tecnología y hará que la intimidad de las personas sea un saco sagrado. Académico el uno, parlamentario el otro, han dialogado con gentes de todos los estratos y condiciones y aprendieron a mirar los problemas desde abajo, no de los altos círculos del poder donde todo gira alrededor de intereses de grupo. El epicentro de Mockus fue la Universidad Nacional, una síntesis de la Nación; allí aprendió a lidiar con personas de todas las tendencias y credos, con pacifistas y violentos, con equilibrados y desajustados; allí aprendió a conocer todas las veleidades de la juventud y través de esta, la estructura familiar de Colombia. Después de pasar por allí, se está preparado para atender cualquier situación humana. Allí se fortaleció filosóficamente y su formación de matemático le hace ver las cosas con rigor, sin especular; la lógica que ofrecen las matemáticas le enseñan a uno a ser reflexivo, a aplicar algoritmos en el transcurrir diario de la vida. Si a esto le agregamos el perfil de Fajardo, el gobierno de Mockus tendría la ecuación que resolvería el problema de la corrupción endémica. El escenario de Petro fue el Congreso, es como la conciencia ética del recinto. Puso en ascuas al Estado mafioso; denunció los entuertos de su partido, es un hombre valiente. Esta es la verdadera seguridad. Ambos cabalgan sobre la verdad y no están ligados a los círculos de poder del país; son humildes, capaces de reconocer sus errores y de perdonar; no tienen tabúes y sus amigos no son camuflados ni banqueros especuladores sino académicos empeñados en la búsqueda de la verdad; no se les conocen intrigas palaciegas. Nos podemos encomiar a ellos para que nos dirijan en los próximos cuatro años, sin atajos y sin trampas. Si logran cambiar el paradigma moral del Estado, eso es suficiente. La otra opción es JMS, el prefabricado candidato del gobierno, que está allí gracias a los protuberantes desaciertos de Andrés Felipe Arias, el clon más parecido a Uribe. Creerle a JMS es una actitud difícil; su eslogan de campaña es un sofisma; para quien fue ministro de la defensa no le queda bien afirmar que regresar no es una opción; sabemos que en todos los ejércitos del mundo la retirada es una opción estratégica y no es que con ella se haya perdido la guerra. Su propuesta es la de Uribe, la guerra; pero el continuismo de suyo es anti dialéctico porque la historia avanza en espiral. Dicen que JMS fue el primero en proponer una zona de distensión pero ahora la detesta; por eso uno cree que sus conceptos son oportunistas. Le confesó a Darío Arismendi que le gusta la picardía. Siendo ministro de hacienda de Pastrana impulsó la ley que le restó las transferencias a los municipios. Frente al TLC con Europa, no les ha dicho nada a los lecheros del país. Ya conocemos el desayuno. Estamos, pues, frente a una prueba de fuego: transparencia y legalidad vs picardía y trampa; la paz con equidad social vs guerra con falsos positivos; la esperanza o el miedo; Estado Social de Derecho o Estado mafioso; jueces o impostores. Esas son las opciones; claro, a nadie se le puede quitar el derecho a ser esclavo; para ellos, Santos positivo.