‘La libertad está en tus ojos’. Es un verso, es una frase, es el título de un cuento, es eso que se lee y se queda como un acto de fe literaria, como la iluminación de la autora que ha alcanzado el estro poético en su quintaesencia. Ledys Jiménez Martínez es una señora escritora, es […]
‘La libertad está en tus ojos’. Es un verso, es una frase, es el título de un cuento, es eso que se lee y se queda como un acto de fe literaria, como la iluminación de la autora que ha alcanzado el estro poético en su quintaesencia.
Ledys Jiménez Martínez es una señora escritora, es la autora del cuento mencionado. En mi afán de releer los libros que me han gustado tomé de nuevo ‘Tardes tristes con testigos’, su primer librode cuentos o relatos publicado en compañía de un poemario de Luís Mizar, sobra decir que es un libro de altos quilates si se tiene en cuenta la calidad de los autores. Pues bien, leo un cuento de Ledys y luego un poema de Mizar, y me doy un hartazgo de buena literatura.
Hace solo unas tardes recordé que años atrás, Ledys me comentó que estaba escribiendo unos cuentos bajo el título “El Prontuario de los Oscuros”, pero como nunca más nos vimos, ni nos comunicamos, no supe si los había publicado, ahora llamé a una amiga poeta, Alba Quintero, y me dijo que lo tenía y me lo trajo. Lo leí de rapidez, luego volví a leerlo despacio, con voz queda que solo yo la oía, pero estoy segura de que allá, después de la ventana, el viento la esparcía para maravillar a la naturaleza, y sí que se maravilla con cada creación literaria que alcanza la belleza en el grado máximo a lo que puede llegar algo inmaterial y sentí que el alma de una buena escritora estaba en él, y me tropecé con cuentos, que son la historia oscura del país, tan bien llevados, que por momentos se vuelven poemas como ‘La libertad está en tus ojos”.
Además de lo poético, de la belleza, Ledys escribe desgarradoras historias que se esconden en los fusiles, en los pasos duros de las botas guerreas, en las miradas pétreas, en la realidad de un mundo oscuro que se vivió y se vive en la selva y en las ciudades, lo dice así: “…La vida es vulnerable. Si por lo menos a este cuerpo, cuando estuvo vivo, le hubieran bañado en la laguna Estigia, donde Aquiles no bañó su talón, para ahora no tener que nadar en el río Leteo…”
La lectura de los cuentos de Ledys es aditiva; atrapan sus relatos, la vida que hay en ellos apasiona, es la magia de esta mujer vallenata, silenciosa, que escribe con un purismo exquisito, con las palabras precisas, con metáforas dulces a veces, fuertes otras; una mujer que pasó por El Candil, taller literario de la Universidad de Cartagena, y allí dejó, y se trajo su alma llena de asombros literarios, para vaciarlos en sus escritos poco a poco porque no se prodiga, escoge su tiempo para decirle al mundo aquí está otra creación. La desmesura no es su asunto.
En su cuento Fusilamiento, leemos: “En la última estampida de la tarde recortada en la sierra se percibía el humo de las llamas exiguas de aquel pueblo que se había quedado mudo sin el miedo precedente a los hechos de los ‘oscuros’, porque ya no había gente, solo el vestigio de lo que fueron, representado por sus cuerpos abatidos en la muerte que esculpieron los fusiles.”
Se me vuelve a atravesar la falta de espacio. Invito a conocer la obra de Ledys Jiménez Martínez, un valor inmenso de esta tierra que merece todos los reconocimientos, el más importante es leerla.
‘La libertad está en tus ojos’. Es un verso, es una frase, es el título de un cuento, es eso que se lee y se queda como un acto de fe literaria, como la iluminación de la autora que ha alcanzado el estro poético en su quintaesencia. Ledys Jiménez Martínez es una señora escritora, es […]
‘La libertad está en tus ojos’. Es un verso, es una frase, es el título de un cuento, es eso que se lee y se queda como un acto de fe literaria, como la iluminación de la autora que ha alcanzado el estro poético en su quintaesencia.
Ledys Jiménez Martínez es una señora escritora, es la autora del cuento mencionado. En mi afán de releer los libros que me han gustado tomé de nuevo ‘Tardes tristes con testigos’, su primer librode cuentos o relatos publicado en compañía de un poemario de Luís Mizar, sobra decir que es un libro de altos quilates si se tiene en cuenta la calidad de los autores. Pues bien, leo un cuento de Ledys y luego un poema de Mizar, y me doy un hartazgo de buena literatura.
Hace solo unas tardes recordé que años atrás, Ledys me comentó que estaba escribiendo unos cuentos bajo el título “El Prontuario de los Oscuros”, pero como nunca más nos vimos, ni nos comunicamos, no supe si los había publicado, ahora llamé a una amiga poeta, Alba Quintero, y me dijo que lo tenía y me lo trajo. Lo leí de rapidez, luego volví a leerlo despacio, con voz queda que solo yo la oía, pero estoy segura de que allá, después de la ventana, el viento la esparcía para maravillar a la naturaleza, y sí que se maravilla con cada creación literaria que alcanza la belleza en el grado máximo a lo que puede llegar algo inmaterial y sentí que el alma de una buena escritora estaba en él, y me tropecé con cuentos, que son la historia oscura del país, tan bien llevados, que por momentos se vuelven poemas como ‘La libertad está en tus ojos”.
Además de lo poético, de la belleza, Ledys escribe desgarradoras historias que se esconden en los fusiles, en los pasos duros de las botas guerreas, en las miradas pétreas, en la realidad de un mundo oscuro que se vivió y se vive en la selva y en las ciudades, lo dice así: “…La vida es vulnerable. Si por lo menos a este cuerpo, cuando estuvo vivo, le hubieran bañado en la laguna Estigia, donde Aquiles no bañó su talón, para ahora no tener que nadar en el río Leteo…”
La lectura de los cuentos de Ledys es aditiva; atrapan sus relatos, la vida que hay en ellos apasiona, es la magia de esta mujer vallenata, silenciosa, que escribe con un purismo exquisito, con las palabras precisas, con metáforas dulces a veces, fuertes otras; una mujer que pasó por El Candil, taller literario de la Universidad de Cartagena, y allí dejó, y se trajo su alma llena de asombros literarios, para vaciarlos en sus escritos poco a poco porque no se prodiga, escoge su tiempo para decirle al mundo aquí está otra creación. La desmesura no es su asunto.
En su cuento Fusilamiento, leemos: “En la última estampida de la tarde recortada en la sierra se percibía el humo de las llamas exiguas de aquel pueblo que se había quedado mudo sin el miedo precedente a los hechos de los ‘oscuros’, porque ya no había gente, solo el vestigio de lo que fueron, representado por sus cuerpos abatidos en la muerte que esculpieron los fusiles.”
Se me vuelve a atravesar la falta de espacio. Invito a conocer la obra de Ledys Jiménez Martínez, un valor inmenso de esta tierra que merece todos los reconocimientos, el más importante es leerla.