Que le hayan suspendido el servicio de fluido eléctrico a Poncho Zuleta en su hacienda Mi Salvación es tan traumático para él como si hubieran cerrado la fábrica del Old Par, o su comadre Sagrario se negara a seguirle suministrando medicamentos para el estrés o tener que resignarse a perder lo que Emilianito le está […]
Que le hayan suspendido el servicio de fluido eléctrico a Poncho Zuleta en su hacienda Mi Salvación es tan traumático para él como si hubieran cerrado la fábrica del Old Par, o su comadre Sagrario se negara a seguirle suministrando medicamentos para el estrés o tener que resignarse a perder lo que Emilianito le está debiendo, que Goyo González no vuelva a prepararle un guiso de morrocón, que se le pierda la chequera de Astrea, que Chichi Quintero deje de ser su amigo, que Joaco Guillen no le consiga un anticipo más y que cabizbajo regrese de una gira casetera sin una nueva esposa para llevarla al Club Valledupar. Ningún trancazo sentimental como los señalados podrá dolerle tan profundamente en el alma, como ver a Mi Salvación como está hoy: sin luz eléctrica.
Enterado del corte de energía, de inmediato se fue a Barranquilla y acompañado del empresario Hernán Gómez, el ex parlamentario Eugenio Díaz Peris y el Presidente de una prestigiosa empresa prestadora de servicios, se reunió con los directivos de Electricaribe para arreglar el impase y cancelar de inmediato el servicio de varios años que inexplicablemente nunca le habían cobrado a Zuleta.
Les explicó que la última vez que lo visitó un empleado de la empresa fue ocho años atrás, cuando llegó a pedirle que le diera un saludo en la grabación del nuevo CD. Uno de los directivos le ripostó: señor Zuleta, en los informes que tenemos nos aseguran los visitadores que usted les prohibió la entrada a su tierra y vigilantes con escopetas les han cerrado el paso y la única vez que el camión de la compañía logró entrar, no recorrió ni 100 metros del portón hacia dentro porque allí quedó sentado con 17 clavos en cada llanta, hubo que sacarlo arrastrado con un tractor.
Mire doctor, le explicó Poncho, lo que ocurre es que el robo de ganado en la zona me ha dado muy duro y por allá los cuatreros se disfrazan hasta de empleados de Electricaribe, por lo tanto he tenido que tomar ciertas medidas para la seguridad de la finca. En el callejón de la entrada siempre está un toro guapo primo del Balay que en cada corraleja donde lo presto siempre hace su moñona; al lado del portón en un tronco seco hay una colonia de africanas que el color azulito las vuelve locas, y el vigilante de día es bizco y carga un fusil y de noche mi compadre Joaquín Rodríguez suelta los perros que son alimentados solo con aguepanela y ají picante.
Por otra parte doctor desde que llevé a la Cámara de Representantes al doctor Eloy Chichi Quintero, tengo enemigos políticos que tratan de desprestigiarme para así cortar mis aspiraciones, pero de mi honestidad pueden dar fé el doctor Ramón Dávila, don Antonio Celia, mi hermano Emilianito, el doctor Ricardo Gutiérrez y hasta el Presidente Santos; lo único que me urge en este momento es pagarle a Electricaribe.
Lucidamente el doctor Benjamín Pallares, alto ejecutivo de la empresa, buscó una forma de arreglo y el servicio de energía volvió nuevamente a Mi Salvación, la tierra que a Zuleta le mantiene el corazón florecido y la garganta fresca para seguir alegrando el alma de los colombianos.
Que le hayan suspendido el servicio de fluido eléctrico a Poncho Zuleta en su hacienda Mi Salvación es tan traumático para él como si hubieran cerrado la fábrica del Old Par, o su comadre Sagrario se negara a seguirle suministrando medicamentos para el estrés o tener que resignarse a perder lo que Emilianito le está […]
Que le hayan suspendido el servicio de fluido eléctrico a Poncho Zuleta en su hacienda Mi Salvación es tan traumático para él como si hubieran cerrado la fábrica del Old Par, o su comadre Sagrario se negara a seguirle suministrando medicamentos para el estrés o tener que resignarse a perder lo que Emilianito le está debiendo, que Goyo González no vuelva a prepararle un guiso de morrocón, que se le pierda la chequera de Astrea, que Chichi Quintero deje de ser su amigo, que Joaco Guillen no le consiga un anticipo más y que cabizbajo regrese de una gira casetera sin una nueva esposa para llevarla al Club Valledupar. Ningún trancazo sentimental como los señalados podrá dolerle tan profundamente en el alma, como ver a Mi Salvación como está hoy: sin luz eléctrica.
Enterado del corte de energía, de inmediato se fue a Barranquilla y acompañado del empresario Hernán Gómez, el ex parlamentario Eugenio Díaz Peris y el Presidente de una prestigiosa empresa prestadora de servicios, se reunió con los directivos de Electricaribe para arreglar el impase y cancelar de inmediato el servicio de varios años que inexplicablemente nunca le habían cobrado a Zuleta.
Les explicó que la última vez que lo visitó un empleado de la empresa fue ocho años atrás, cuando llegó a pedirle que le diera un saludo en la grabación del nuevo CD. Uno de los directivos le ripostó: señor Zuleta, en los informes que tenemos nos aseguran los visitadores que usted les prohibió la entrada a su tierra y vigilantes con escopetas les han cerrado el paso y la única vez que el camión de la compañía logró entrar, no recorrió ni 100 metros del portón hacia dentro porque allí quedó sentado con 17 clavos en cada llanta, hubo que sacarlo arrastrado con un tractor.
Mire doctor, le explicó Poncho, lo que ocurre es que el robo de ganado en la zona me ha dado muy duro y por allá los cuatreros se disfrazan hasta de empleados de Electricaribe, por lo tanto he tenido que tomar ciertas medidas para la seguridad de la finca. En el callejón de la entrada siempre está un toro guapo primo del Balay que en cada corraleja donde lo presto siempre hace su moñona; al lado del portón en un tronco seco hay una colonia de africanas que el color azulito las vuelve locas, y el vigilante de día es bizco y carga un fusil y de noche mi compadre Joaquín Rodríguez suelta los perros que son alimentados solo con aguepanela y ají picante.
Por otra parte doctor desde que llevé a la Cámara de Representantes al doctor Eloy Chichi Quintero, tengo enemigos políticos que tratan de desprestigiarme para así cortar mis aspiraciones, pero de mi honestidad pueden dar fé el doctor Ramón Dávila, don Antonio Celia, mi hermano Emilianito, el doctor Ricardo Gutiérrez y hasta el Presidente Santos; lo único que me urge en este momento es pagarle a Electricaribe.
Lucidamente el doctor Benjamín Pallares, alto ejecutivo de la empresa, buscó una forma de arreglo y el servicio de energía volvió nuevamente a Mi Salvación, la tierra que a Zuleta le mantiene el corazón florecido y la garganta fresca para seguir alegrando el alma de los colombianos.