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Las marchas son un síntoma de que algo anda mal en un gobierno o en la democracia; casi siempre van acompañada de un eslogan; en la revolución francesa gritaban, “A la Bastilla, a la Bastilla”; en la Italia de Mussolini, cantaban, la “Bella Ciau”, cántico que después se convirtió en un himno mundial de las protestas; nuestros indígenas pregonan “Guardia, guardia; fuerza, fuerza”.
Las marchas son un síntoma de que algo anda mal en un gobierno o en la democracia; casi siempre van acompañada de un eslogan; en la revolución francesa gritaban, “A la Bastilla, a la Bastilla”; en la Italia de Mussolini, cantaban, la “Bella Ciau”, cántico que después se convirtió en un himno mundial de las protestas; nuestros indígenas pregonan “Guardia, guardia; fuerza, fuerza”. Ahora decimos “Fuerza Petro”. Muchos gobiernos temen a las marchas, asumen que son violentas, pero esto es una falacia. Por eso las reprimen a pesar de que esta no sea la misión de las armas; el gobierno de Turbay se mantuvo con la sangre de los marchantes, ahora su nieto quiere llegar al solio de Bolívar como si todos hubiéramos perdido la memoria; igual hizo Duque.
Cuando un país puede marchar es porque hay democracia, la represión no es compatible con la democracia. Según el artículo 3 de la CPC, el soberano no es un súbdito, es el fundamento de una nación y puede marchar pacíficamente. La marcha del martes reciente pasado fue multitudinaria, nunca vista, fue convocada por el presidente Petro ante el saboteo sistemático de sus propuestas para mejorar las condiciones de la Nación.
El colmo fue el hundimiento de la reforma laboral en la comisión VII del senado sin haberla discutido, amén de las 40 demandas que tiene ante la Corte Constitucional sobre la exequibilidad de la reforma pensional y el anunciado y reiterado hundimiento de la reforma a la salud; esto indica que existe una oposición per se y tóxica a las iniciativas del gobierno. No es muy democrático que ocho votos en esa comisión tengan mas validez que los mas de 11 millones que obtuvo Petro como mandato en las elecciones presidenciales. Convocar una consulta popular no es un intento de subvertir el orden institucional, está prevista en la Carta Magna. Esta decisión es pertinente y forzoso hacerlo para cumplir con el programa de gobierno ofrecido.
Pese a estas dificultades los indicadores hablan bien de este gobierno; en enero el PIB creció 2.65% y el Banco Mundial acaba de decir que Colombia es el país más desigual del planeta pues seis personas poseen el 54.7% de toda la riqueza; el solo Gilinski creció su fortuna en 166.7% pese a que muchos pregonaban que los inversionistas se irían del país si ganaba Petro y fue todo lo contrario: la inflación y el desempleo están a la baja, la tasa cambiaria se mantiene estable, el turismo crece, la matriz eléctrica tiene nuevas perspectivas, los EE. UU están satisfechos con las realizaciones contra el narcotráfico, muchos campesinos han recuperado sus tierras o se las han titulado y están produciendo y exportando; se han terminado de construir muchos elefantes blancos que por años estaban perdidos y se han entregado varias sedes universitarias y hospitales; hace mucho tiempo aquí no se creaba y construía una nueva universidad; en La Guajira la mortalidad infantil está cayendo y el suministro de agua potable ha mejorado no obstante haber sido tumbada la emergencia para ese departamento.
Este gobierno está pagando una deuda de $255 billones que dejó el uribismo y no se sabe en que los invirtieron y está descubriendo el gran negociado que tenían muchas EPS; la desviación de recursos de la salud a paraísos fiscales tiene temblando a más de uno; 45 IPS ficticias han sido descubiertas, la mayoría en departamento del Atlántico, la tierra del senador Cepeda el jefe de la oposición en el senado; 300 mil accidentes de tránsito han sido reportados por las EPS cuando solo han ocurrido 30 mil según el ministerio del Transporte; por eso no quieren la reforma a la salud.
La moral pública de este país está en UCI, con la consulta, si acaso pasa, toca hacer por decreto lo básico. Petro, pese a sus 30 años en el congreso, creyó que podría aprobar sus reformas con minoría parlamentaria y por eso abandonó las elecciones territoriales. Por fortuna, los pueblos son como los ríos que si le desvían o taponan sus cauces algún día volverán con ímpetu a recobrarlos.
Por: Luis Napoleón de Armas P.
Las marchas son un síntoma de que algo anda mal en un gobierno o en la democracia; casi siempre van acompañada de un eslogan; en la revolución francesa gritaban, “A la Bastilla, a la Bastilla”; en la Italia de Mussolini, cantaban, la “Bella Ciau”, cántico que después se convirtió en un himno mundial de las protestas; nuestros indígenas pregonan “Guardia, guardia; fuerza, fuerza”.
Las marchas son un síntoma de que algo anda mal en un gobierno o en la democracia; casi siempre van acompañada de un eslogan; en la revolución francesa gritaban, “A la Bastilla, a la Bastilla”; en la Italia de Mussolini, cantaban, la “Bella Ciau”, cántico que después se convirtió en un himno mundial de las protestas; nuestros indígenas pregonan “Guardia, guardia; fuerza, fuerza”. Ahora decimos “Fuerza Petro”. Muchos gobiernos temen a las marchas, asumen que son violentas, pero esto es una falacia. Por eso las reprimen a pesar de que esta no sea la misión de las armas; el gobierno de Turbay se mantuvo con la sangre de los marchantes, ahora su nieto quiere llegar al solio de Bolívar como si todos hubiéramos perdido la memoria; igual hizo Duque.
Cuando un país puede marchar es porque hay democracia, la represión no es compatible con la democracia. Según el artículo 3 de la CPC, el soberano no es un súbdito, es el fundamento de una nación y puede marchar pacíficamente. La marcha del martes reciente pasado fue multitudinaria, nunca vista, fue convocada por el presidente Petro ante el saboteo sistemático de sus propuestas para mejorar las condiciones de la Nación.
El colmo fue el hundimiento de la reforma laboral en la comisión VII del senado sin haberla discutido, amén de las 40 demandas que tiene ante la Corte Constitucional sobre la exequibilidad de la reforma pensional y el anunciado y reiterado hundimiento de la reforma a la salud; esto indica que existe una oposición per se y tóxica a las iniciativas del gobierno. No es muy democrático que ocho votos en esa comisión tengan mas validez que los mas de 11 millones que obtuvo Petro como mandato en las elecciones presidenciales. Convocar una consulta popular no es un intento de subvertir el orden institucional, está prevista en la Carta Magna. Esta decisión es pertinente y forzoso hacerlo para cumplir con el programa de gobierno ofrecido.
Pese a estas dificultades los indicadores hablan bien de este gobierno; en enero el PIB creció 2.65% y el Banco Mundial acaba de decir que Colombia es el país más desigual del planeta pues seis personas poseen el 54.7% de toda la riqueza; el solo Gilinski creció su fortuna en 166.7% pese a que muchos pregonaban que los inversionistas se irían del país si ganaba Petro y fue todo lo contrario: la inflación y el desempleo están a la baja, la tasa cambiaria se mantiene estable, el turismo crece, la matriz eléctrica tiene nuevas perspectivas, los EE. UU están satisfechos con las realizaciones contra el narcotráfico, muchos campesinos han recuperado sus tierras o se las han titulado y están produciendo y exportando; se han terminado de construir muchos elefantes blancos que por años estaban perdidos y se han entregado varias sedes universitarias y hospitales; hace mucho tiempo aquí no se creaba y construía una nueva universidad; en La Guajira la mortalidad infantil está cayendo y el suministro de agua potable ha mejorado no obstante haber sido tumbada la emergencia para ese departamento.
Este gobierno está pagando una deuda de $255 billones que dejó el uribismo y no se sabe en que los invirtieron y está descubriendo el gran negociado que tenían muchas EPS; la desviación de recursos de la salud a paraísos fiscales tiene temblando a más de uno; 45 IPS ficticias han sido descubiertas, la mayoría en departamento del Atlántico, la tierra del senador Cepeda el jefe de la oposición en el senado; 300 mil accidentes de tránsito han sido reportados por las EPS cuando solo han ocurrido 30 mil según el ministerio del Transporte; por eso no quieren la reforma a la salud.
La moral pública de este país está en UCI, con la consulta, si acaso pasa, toca hacer por decreto lo básico. Petro, pese a sus 30 años en el congreso, creyó que podría aprobar sus reformas con minoría parlamentaria y por eso abandonó las elecciones territoriales. Por fortuna, los pueblos son como los ríos que si le desvían o taponan sus cauces algún día volverán con ímpetu a recobrarlos.
Por: Luis Napoleón de Armas P.