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Columnista - 29 junio, 2023

Las marchas de la nostalgia por el cheque del Estado

Por Luis Napoleón de Armas P. Las marchas antigobierno hechas por el establecimiento en este país son inéditas; nunca lo hicieron, porque lobo no come lobo; todo era contubernio con los gobiernos de turno, todos jugaban al CVY, los negocios aglutinan.  Esta vez, algunos marcharon por convencimiento e intereses, otros porque les pusieron el bozal […]

Por Luis Napoleón de Armas P.

Las marchas antigobierno hechas por el establecimiento en este país son inéditas; nunca lo hicieron, porque lobo no come lobo; todo era contubernio con los gobiernos de turno, todos jugaban al CVY, los negocios aglutinan. 

Esta vez, algunos marcharon por convencimiento e intereses, otros porque les pusieron el bozal de pan, otros sin saber por qué, otros por mercenarismo. En la marcha de Valledupar escuché a una señora, que no es de alpargatas, con dificultades para justificar su marcha. Para muchos fue necesario hacerlo porque la vida les cambió, están acostumbrados a vivir del Estado sin ninguna contraprestación para la sociedad; muchas generaciones parásitas de esta cohorte han vivido como rémoras pegadas al erario sin hacer aportes y nunca han emprendido algo para producir riqueza; puros juegos contractuales que les brindan los gobiernos de turno. 

Ha sido un proceso vegetativo donde el poder se hereda y se alterna entre unas cuantas familias que son al país lo que el coquito, perversa maleza, es a los cultivos. A los dirigentes de las nuevas marchas no les interesa el país, solo quieren gobernar como siempre lo han hecho, sin compromisos y con desdén hacia los campesinos, asalariados y negros; su misión: saquear al país y profundizar la brecha social,  fomentar la violencia y permear las instituciones con malas prácticas y antivalores; estos signos se ven en los poderes judicial, legislativo, militar y ejecutivo; por eso han surgido entes fantasmas como carteles de la toga, las puertas giratorias entre poderes, la mafia de la contratación, muchas veces en alianza con el narcotráfico que opera en forma transversal. Estas marchas no son por el cambio de las instituciones ni de la sociedad, son para impedir el cambio, que es la fuente de la vida; la inercia es su hábitat. Sienten amenazados sus privilegios, defienden hasta lo absurdo; quieren que la Unidad Nacional de Protección, UNP, sea una aliada de los delincuentes; quieren que el robo de los ahorros del fondo de pensiones de las FF.MM no se investigue; no es grato para ellos que la contratación pública les sea arrebatada para crear más elefantes blancos; no quieren soltar la nómina del Estado, 1.3 millones de empleos. Repudian que este gobierno intente darles dignidad a los trabajadores; no quieren que a las amas comunitarias mayores de 70 años el gobierno las bonifique; no quieren que 630 municipios del país dispongan de los servicios de salud porque no es rentable; no admiten perder el manejo de los $80 billones del sector salud, esto les colmó la paciencia; que les quiten la contratación de los fármacos, los pone furiosos. Si los fondos pensionales se ponen al servicio de sus dueños, los ahorradores, y no de los conglomerados financieros, les parece un crimen, ya no podrían utilizar los $380 billones que reposan en los fondos privados de pensiones que cada vez son mayores. No admiten que una exempleada doméstica y negra sea la vicepresidenta de la república, así como también detestaron a Marco F. Suárez por ser hijo de una lavandera. Igual, tumbaron a Melo, único presidente de Colombia negro e indígena. Temen que el mundo sepa cómo viven los colombianos, cómo actúan las instituciones y cuáles son los nexos de la mafia con algunas instituciones y personas.  Los bienes de la mafia, que tenían encaletados, los están descubriendo, eso los pone nerviosos. Les aterra que Petro haya roto la cadena de custodia del narcotráfico financiador de campañas electorales, por eso añoran a los generales caídos. ¿Quién, ahora, financiará los debates electorales? Asperjar la hoja de coca es un gran negocio, pero ahora no habrá más glifosato, eso les produce alergia, este también es un gran negocio. 

Antes el éxito antinarcótico se medía por el número de hectáreas fumigadas, ahora los parámetros para medir la eficacia en la lucha antinarcóticos son la cuantía del decomiso de pasta de coca, los laboratorios destruidos, los vehículos retenidos y la captura de capos y no de campesinos, eso no estaba en sus planes. Son nostálgicos del pasado.  

Soldado avisado no muere en la guerra, esas marchas lideradas por militares cuestionados y por mercaderes nostálgicos con asistentes amenazados por el puesto y con insultos, jamás podrán estar por encima de las realidades fácticas de este país asaltado. Si marcharan por la ola de atracos y por inseguridad, yo les creería. 

Columnista
29 junio, 2023

Las marchas de la nostalgia por el cheque del Estado

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por Luis Napoleón de Armas P. Las marchas antigobierno hechas por el establecimiento en este país son inéditas; nunca lo hicieron, porque lobo no come lobo; todo era contubernio con los gobiernos de turno, todos jugaban al CVY, los negocios aglutinan.  Esta vez, algunos marcharon por convencimiento e intereses, otros porque les pusieron el bozal […]


Por Luis Napoleón de Armas P.

Las marchas antigobierno hechas por el establecimiento en este país son inéditas; nunca lo hicieron, porque lobo no come lobo; todo era contubernio con los gobiernos de turno, todos jugaban al CVY, los negocios aglutinan. 

Esta vez, algunos marcharon por convencimiento e intereses, otros porque les pusieron el bozal de pan, otros sin saber por qué, otros por mercenarismo. En la marcha de Valledupar escuché a una señora, que no es de alpargatas, con dificultades para justificar su marcha. Para muchos fue necesario hacerlo porque la vida les cambió, están acostumbrados a vivir del Estado sin ninguna contraprestación para la sociedad; muchas generaciones parásitas de esta cohorte han vivido como rémoras pegadas al erario sin hacer aportes y nunca han emprendido algo para producir riqueza; puros juegos contractuales que les brindan los gobiernos de turno. 

Ha sido un proceso vegetativo donde el poder se hereda y se alterna entre unas cuantas familias que son al país lo que el coquito, perversa maleza, es a los cultivos. A los dirigentes de las nuevas marchas no les interesa el país, solo quieren gobernar como siempre lo han hecho, sin compromisos y con desdén hacia los campesinos, asalariados y negros; su misión: saquear al país y profundizar la brecha social,  fomentar la violencia y permear las instituciones con malas prácticas y antivalores; estos signos se ven en los poderes judicial, legislativo, militar y ejecutivo; por eso han surgido entes fantasmas como carteles de la toga, las puertas giratorias entre poderes, la mafia de la contratación, muchas veces en alianza con el narcotráfico que opera en forma transversal. Estas marchas no son por el cambio de las instituciones ni de la sociedad, son para impedir el cambio, que es la fuente de la vida; la inercia es su hábitat. Sienten amenazados sus privilegios, defienden hasta lo absurdo; quieren que la Unidad Nacional de Protección, UNP, sea una aliada de los delincuentes; quieren que el robo de los ahorros del fondo de pensiones de las FF.MM no se investigue; no es grato para ellos que la contratación pública les sea arrebatada para crear más elefantes blancos; no quieren soltar la nómina del Estado, 1.3 millones de empleos. Repudian que este gobierno intente darles dignidad a los trabajadores; no quieren que a las amas comunitarias mayores de 70 años el gobierno las bonifique; no quieren que 630 municipios del país dispongan de los servicios de salud porque no es rentable; no admiten perder el manejo de los $80 billones del sector salud, esto les colmó la paciencia; que les quiten la contratación de los fármacos, los pone furiosos. Si los fondos pensionales se ponen al servicio de sus dueños, los ahorradores, y no de los conglomerados financieros, les parece un crimen, ya no podrían utilizar los $380 billones que reposan en los fondos privados de pensiones que cada vez son mayores. No admiten que una exempleada doméstica y negra sea la vicepresidenta de la república, así como también detestaron a Marco F. Suárez por ser hijo de una lavandera. Igual, tumbaron a Melo, único presidente de Colombia negro e indígena. Temen que el mundo sepa cómo viven los colombianos, cómo actúan las instituciones y cuáles son los nexos de la mafia con algunas instituciones y personas.  Los bienes de la mafia, que tenían encaletados, los están descubriendo, eso los pone nerviosos. Les aterra que Petro haya roto la cadena de custodia del narcotráfico financiador de campañas electorales, por eso añoran a los generales caídos. ¿Quién, ahora, financiará los debates electorales? Asperjar la hoja de coca es un gran negocio, pero ahora no habrá más glifosato, eso les produce alergia, este también es un gran negocio. 

Antes el éxito antinarcótico se medía por el número de hectáreas fumigadas, ahora los parámetros para medir la eficacia en la lucha antinarcóticos son la cuantía del decomiso de pasta de coca, los laboratorios destruidos, los vehículos retenidos y la captura de capos y no de campesinos, eso no estaba en sus planes. Son nostálgicos del pasado.  

Soldado avisado no muere en la guerra, esas marchas lideradas por militares cuestionados y por mercaderes nostálgicos con asistentes amenazados por el puesto y con insultos, jamás podrán estar por encima de las realidades fácticas de este país asaltado. Si marcharan por la ola de atracos y por inseguridad, yo les creería.