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Columnista - 5 noviembre, 2018

Las legislativas en USA

Con 700 candidatos millenials, que tienen entre 22 y 33 años, se alzan las legislativas mañana en Estados Unidos. La mayoría son demócratas. Detrás de esto viene una cifra histórica del 40% de jóvenes que va a votar las elecciones, dejando atrás la cifra nefasta de un votante por cada cinco jóvenes en las mismos […]

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Con 700 candidatos millenials, que tienen entre 22 y 33 años, se alzan las legislativas mañana en Estados Unidos. La mayoría son demócratas. Detrás de esto viene una cifra histórica del 40% de jóvenes que va a votar las elecciones, dejando atrás la cifra nefasta de un votante por cada cinco jóvenes en las mismos comicios en 2014. La campaña del partido Demócrata ha sido avasalladora para lograr la participación que se espera mañana, eso y la urgente necesidad de quitarle por lo menos una de las dos cámaras al Republicano, han convertido a esta generación en fuente de noticias los últimos días. Si ganan, ellos serán los protagonistas.

Los 435 escaños de la Cámara de Representantes están en disputa y los Demócratas necesitan conquistar 23 de los que están en poder de los Republicanos, para quedarse con esta cámara. Todo parece indicar que lo lograrán y así las cosas con un Senado Republicano y una Cámara Demócrata estallará la puja que puede llevar al bloqueo del gobierno, pues no está dentro de la agenda de los demócratas ceder a las pretensiones del gobierno de Trump.

Pero más allá de las cuentas, la polarización es la palabra que define en este país la política, es uno de los dos partidos, no hay nada más para pertenecer y se recrudece en estas legislativas aupada por millones de manifestantes de uno de los dos bandos. Las redes sociales parecen penetrar minuto a minuto el ánimo de los jóvenes y a través de ellas han encontrado ahora como nunca posibilidades de movilización, sobre todo los jóvenes demócratas que han hecho un corte radical con el gobierno Trump y constituyen una voz empoderada. La masacre de Parkland se convirtió en un hito, desde entonces se aprovechó ese momento de desaprobación de la política Trump sobre armas para irse de frente contra el mandatario en una sola voz.

Los principios son radicales. Para los Republicanos así se resume la posición: “O apoyas la visión que Trump tiene del país o estás en contra de hacer grande de nuevo a Estados Unidos”. Mientras, los Demócratas sostienen que: “O muestras tu rechazo a las políticas de Trump o eres cómplice de su agenda extremista”. En la mitad hay otros tantos millones en un país tan diverso que no se identifican con ninguna de las dos posiciones y que al no haber otro partido cifran sus esperanzas en los representantes que son de su esencia, como si la cuestión fuera tribal y la pertenencia a una tribu asegura su subsistencia y protección. No puede entenderse de otra manera, es la nueva política donde el establishment no alcanza medianamente a crear identificaciones con los ciudadanos. En medio de los extremos pululan átomos.

Por María Angélica Pumarejo

Columnista
5 noviembre, 2018

Las legislativas en USA

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

Con 700 candidatos millenials, que tienen entre 22 y 33 años, se alzan las legislativas mañana en Estados Unidos. La mayoría son demócratas. Detrás de esto viene una cifra histórica del 40% de jóvenes que va a votar las elecciones, dejando atrás la cifra nefasta de un votante por cada cinco jóvenes en las mismos […]


Con 700 candidatos millenials, que tienen entre 22 y 33 años, se alzan las legislativas mañana en Estados Unidos. La mayoría son demócratas. Detrás de esto viene una cifra histórica del 40% de jóvenes que va a votar las elecciones, dejando atrás la cifra nefasta de un votante por cada cinco jóvenes en las mismos comicios en 2014. La campaña del partido Demócrata ha sido avasalladora para lograr la participación que se espera mañana, eso y la urgente necesidad de quitarle por lo menos una de las dos cámaras al Republicano, han convertido a esta generación en fuente de noticias los últimos días. Si ganan, ellos serán los protagonistas.

Los 435 escaños de la Cámara de Representantes están en disputa y los Demócratas necesitan conquistar 23 de los que están en poder de los Republicanos, para quedarse con esta cámara. Todo parece indicar que lo lograrán y así las cosas con un Senado Republicano y una Cámara Demócrata estallará la puja que puede llevar al bloqueo del gobierno, pues no está dentro de la agenda de los demócratas ceder a las pretensiones del gobierno de Trump.

Pero más allá de las cuentas, la polarización es la palabra que define en este país la política, es uno de los dos partidos, no hay nada más para pertenecer y se recrudece en estas legislativas aupada por millones de manifestantes de uno de los dos bandos. Las redes sociales parecen penetrar minuto a minuto el ánimo de los jóvenes y a través de ellas han encontrado ahora como nunca posibilidades de movilización, sobre todo los jóvenes demócratas que han hecho un corte radical con el gobierno Trump y constituyen una voz empoderada. La masacre de Parkland se convirtió en un hito, desde entonces se aprovechó ese momento de desaprobación de la política Trump sobre armas para irse de frente contra el mandatario en una sola voz.

Los principios son radicales. Para los Republicanos así se resume la posición: “O apoyas la visión que Trump tiene del país o estás en contra de hacer grande de nuevo a Estados Unidos”. Mientras, los Demócratas sostienen que: “O muestras tu rechazo a las políticas de Trump o eres cómplice de su agenda extremista”. En la mitad hay otros tantos millones en un país tan diverso que no se identifican con ninguna de las dos posiciones y que al no haber otro partido cifran sus esperanzas en los representantes que son de su esencia, como si la cuestión fuera tribal y la pertenencia a una tribu asegura su subsistencia y protección. No puede entenderse de otra manera, es la nueva política donde el establishment no alcanza medianamente a crear identificaciones con los ciudadanos. En medio de los extremos pululan átomos.

Por María Angélica Pumarejo