Por: Basilio Padilla Vásquez

Para la mayoría de los Colombianos Datacredito es una organización exótica y de la cual tampoco tienen idea sobre como recoge tanta información de la vida económica de todos los colombianos, errónea en la mayoría de los casos.
Los créditos nunca se hacen sin consultar esta organización donde para sorpresa de los ciudadanos aparecen debiendo, pagos tardíos o retrasados o un sinnúmero más de problemas. Por ejemplo, a este servidor se le negó un crédito por una supuesta deuda de dos mil pesos a DIRECTV. Los porcentajes de pago de tarjetas tampoco son entendidos por la mayoría de los ciudadanos y – peor aún- no saben como corregir la información errada.
Las sorpresas encontradas en este banco de datos son preocupantes, ya que la mayoría de las personas no saben como chequear esta información, que gratuitamente se puede ver cada 30 días abriendo una cuenta básica en la página web de datacredito. En nuestro complicado mundo de la tecnología y las comunicaciones las complejidades que una persona enfrenta en los minuciosos detalles de  su vida normal son múltiples.
Por ejemplo, una persona que se divorcia puede continuar recibiendo información negativa de su expareja por mucho tiempo, incluyendo lugares de residencia, uso de tarjetas de crédito, pagos a tiempo, etc. La frustración de los ciudadanos es aun mayor cuando la información pertenece a otra persona y es reportada injustamente a la hoja de vida económica que mantiene esta organización, ya que a veces es mucho más complicado eliminar la información errada que registrarla en el banco de datos.
Aceptemos que las exigencias del mundo moderno requieran algo como esto, pero no en la forma desorganizada, como se registra la información. En nuestro país por mucho tiempo el Congreso de la República ha tocado este tema; sin embargo, los colombianos continúan sintiendo la total intromisión en todos sus asuntos públicos y privados. En el mundo de las comunicaciones, somos solo un número, que solo le toma a una empleado un instante para abrir nuestras vidas electrónicas como las de Datacredito y así negarle la instalación de una línea telefónica que solo cuesta 25 mil pesos mensuales.
Uno  de los problemas que enfrenta nuestra sociedad, no solo en Colombia, sino también en toda Latinoamérica es una cultura basada en los parámetros del olvido, no pagar a tiempo, pero eso si, definitivamente no con la intención de nunca pagar sus obligaciones. El rol de esta organización se hace más perverso porque el sistema mismo así lo promueve.

Esto es  debido al hecho que la mayoría de las instituciones no envían cuentas de cobro y hacen que el ciudadano común tenga que recordar sus obligaciones. Por ejemplo, sería de gran ayuda que nuestro municipio le enviara anualmente las obligaciones de impuestos a sus ciudadanos, como se hace en todas partes del mundo. Un recordatorio hace que la persona se apersone más de sus obligaciones. Además esto seria parte del futuro indiscutible de nuestra sociedad, como es el mantenimiento de todos estos archivos en forma electrónica, que fácilmente puedan generar una cuenta de cobro, a su debido momento.
Todo esto hace difícil la vida de nuestros ciudadanos y esta es la razón por la cual el tema de Datacredito debe ser discutido y también los cambios hechos a la forma como ellos operan, muchas veces en detrimento de personas honestas. Cuando sea que una información negativa es reportada, esta organización debe darle la oportunidad al ciudadano de refutarla.
Este proceso debe iniciarse, informándole a la persona porque ha sido reportada, dándole un periodo razonable para que pueda exponer sus puntos de vista. Si la situación no se resuelve en estos términos, se le debe dar  una oportunidad  al sistema jurídico, que para la mayoría de las personas debe ser con la participación de abogados que actúen gratuitamente dentro del sistema público legal de nuestra sociedad. Garantizarles a las personas sus derechos y su privacidad como ciudadanos de un país organizado es uno de los derechos más elementales de nuestra sociedad y una que debemos preservar frente a la estampida de la información sin control y el mundo electrónico.