Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 1 febrero, 2024

Las guardarrayas

Cumpliendo las directivas de EL PILÓN, voy a encoger esta columna para que además sea publicada con letras más grandes que se leen con ganas, ya que las ‘tamaño hormiga’ dan pereza y cansancio leerlas.

Cumpliendo las directivas de EL PILÓN, voy a encoger esta columna para que además sea publicada con letras más grandes que se leen con ganas, ya que las ‘tamaño hormiga’ dan pereza y cansancio leerlas.

Cuando fui algodonero, hace rato en el Valle y en Codazzi, y entraba el verano y comenzaban a aparecer las primeras motas y las hojas a caerse, con un tractor y una rastra o con hombres en algunos casos, hacíamos guardarrayas en todo el perímetro de la tierra para evitar que el fuego que casi siempre es causado por imprudencias humanas acabara con el cultivo. Nunca vi que yo recuerde una algodonera quemada, pero sí vi a pastales secos vecinos prendidos y las guardarrayas evitaban que se extendieran las llamas; esa costumbre también la utilicé en La Esmeralda, una bella finca en Los Encantos, donde mi papá y mi tío Julio cultivaban y procesaban la caña y un incendio en un cañal lleno de yaraguá no lo ataja nadie, solamente una amplia guardarraya hecha a prudente distancia, en este caso siempre a machete. 

Esa bella propiedad nos la expropió la guerrilla y la repartieron como si fuera de ellos, guerrilleros criados algunos bajo la sombra protectora de mis padres y mi papá, como era él, prefirió dejárselas antes que los paracos, que se pusieron a la orden, lo sacaran a plomo físico. Dijo: “No voy a dejarle a mis hijos esa herencia, una masacre, una matanza, quédense con ella” y se quedaron con ella hasta el sol de hoy.

Ahora, con esta tragedia de los incendios no veo que a las fincas a orilla de las carreteras le hagan guardarrayas para protegerlas como lo hacían antes dizque porque son muy caras y me pregunto, ¿no es más caro el incendio y 100 metros de cerca cuánto cuestan?.

Ya tengo que comenzar a encoger, pero en EL TIEMPO de ayer en primera página, y ya lo había visto en la TV, observé que los bosques quemados en Nemocón, sus suelos están llenos de ramas y hojas secas, gasolina en esta época, producto del machete, el hacha y la motosierra; tendrán los que talaron esos bosques permiso para ello, al igual que aquí en esta ciudad, en donde en la calle 14 con carrera 15 o 16 en una iglesia protestante, podaron, yo digo masacraron, varios árboles en pleno verano contribuyendo al calentamiento global y al despilfarro del agua, tan escasa en esta época. ¿Tendrían permiso de Corpocesar? Sería delictuoso, no lo creo.

Las guardarrayas hechas con máquina u hombres son una buena solución para extinguir las llamas. Un buldozer con una rastra grande eso es cosa que rinde, o 100 o más hombres machete en mano es también respetable.

Para terminar, tengo que registrar con mucha tristeza el fallecimiento en Río de Oro del patriarca conservador don Juvenal Durán Ríos, quien con don Jorge su hermano dirigió los destinos del Partido Conservador, en compañía de Manuel Ángel en González y Pedro Solano en Aguachica, quienes fueron unos baluartes de la moral y las sanas costumbres. Mis más sentidas condolencias para su familia, especialmente para el doctor Jorge Luis Durán Picón, quien nos honra con su amistad.  ¿Estará bien así, doctor Martínez?

Por. José Manuel Aponte Martínez

Columnista
1 febrero, 2024

Las guardarrayas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Cumpliendo las directivas de EL PILÓN, voy a encoger esta columna para que además sea publicada con letras más grandes que se leen con ganas, ya que las ‘tamaño hormiga’ dan pereza y cansancio leerlas.


Cumpliendo las directivas de EL PILÓN, voy a encoger esta columna para que además sea publicada con letras más grandes que se leen con ganas, ya que las ‘tamaño hormiga’ dan pereza y cansancio leerlas.

Cuando fui algodonero, hace rato en el Valle y en Codazzi, y entraba el verano y comenzaban a aparecer las primeras motas y las hojas a caerse, con un tractor y una rastra o con hombres en algunos casos, hacíamos guardarrayas en todo el perímetro de la tierra para evitar que el fuego que casi siempre es causado por imprudencias humanas acabara con el cultivo. Nunca vi que yo recuerde una algodonera quemada, pero sí vi a pastales secos vecinos prendidos y las guardarrayas evitaban que se extendieran las llamas; esa costumbre también la utilicé en La Esmeralda, una bella finca en Los Encantos, donde mi papá y mi tío Julio cultivaban y procesaban la caña y un incendio en un cañal lleno de yaraguá no lo ataja nadie, solamente una amplia guardarraya hecha a prudente distancia, en este caso siempre a machete. 

Esa bella propiedad nos la expropió la guerrilla y la repartieron como si fuera de ellos, guerrilleros criados algunos bajo la sombra protectora de mis padres y mi papá, como era él, prefirió dejárselas antes que los paracos, que se pusieron a la orden, lo sacaran a plomo físico. Dijo: “No voy a dejarle a mis hijos esa herencia, una masacre, una matanza, quédense con ella” y se quedaron con ella hasta el sol de hoy.

Ahora, con esta tragedia de los incendios no veo que a las fincas a orilla de las carreteras le hagan guardarrayas para protegerlas como lo hacían antes dizque porque son muy caras y me pregunto, ¿no es más caro el incendio y 100 metros de cerca cuánto cuestan?.

Ya tengo que comenzar a encoger, pero en EL TIEMPO de ayer en primera página, y ya lo había visto en la TV, observé que los bosques quemados en Nemocón, sus suelos están llenos de ramas y hojas secas, gasolina en esta época, producto del machete, el hacha y la motosierra; tendrán los que talaron esos bosques permiso para ello, al igual que aquí en esta ciudad, en donde en la calle 14 con carrera 15 o 16 en una iglesia protestante, podaron, yo digo masacraron, varios árboles en pleno verano contribuyendo al calentamiento global y al despilfarro del agua, tan escasa en esta época. ¿Tendrían permiso de Corpocesar? Sería delictuoso, no lo creo.

Las guardarrayas hechas con máquina u hombres son una buena solución para extinguir las llamas. Un buldozer con una rastra grande eso es cosa que rinde, o 100 o más hombres machete en mano es también respetable.

Para terminar, tengo que registrar con mucha tristeza el fallecimiento en Río de Oro del patriarca conservador don Juvenal Durán Ríos, quien con don Jorge su hermano dirigió los destinos del Partido Conservador, en compañía de Manuel Ángel en González y Pedro Solano en Aguachica, quienes fueron unos baluartes de la moral y las sanas costumbres. Mis más sentidas condolencias para su familia, especialmente para el doctor Jorge Luis Durán Picón, quien nos honra con su amistad.  ¿Estará bien así, doctor Martínez?

Por. José Manuel Aponte Martínez