Mochilas, cajas, guacharacas, manillas, sombreros, pañoletas, cerámicas, tejidos y todo un mundo de productos elaborados con el amor del ‘arte sano’, se encuentran confinados; en una custodia obligatoria pues los locales están cerrados desde febrero.
Más de 40 familias dependen del sector artesanal ubicado en el inmobiliario municipal denominado Centro Artesanal Calle Grande. Allí están establecidos no menos de 40 locales comerciales cuya especialidad es la venta de todo tipo de artesanías, lo que lo convierte en uno de los lugares más atractivos de la ciudad, por lo menos así era hasta hace 3 meses.
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Mochilas, cajas, guacharacas, manillas, sombreros, pañoletas, cerámicas, tejidos y todo un mundo de productos elaborados con el amor del ‘arte sano’, se encuentran confinados en una custodia obligatoria pues los locales están cerrados desde febrero, cerrando también las ilusiones y las posibilidades económicas del grupo de personas que allí trabajan.
La suerte no les ha sonreído. No son el único sector que ha sufrido los embates de estos malos tiempos, pero para ellos parece que todo hubiese conspirado, porque ni siquiera ese renglón de la economía está contemplado dentro de los autorizados por el Gobierno nacional para el reinicio gradual de su actividad comercial.
El municipio de Valledupar tiene en su inmobiliario Calle Grande el funcionamiento de dos negocios que le representan importantes rentas: el parqueadero en el segundo piso y los locales comerciales que están establecidos en la primera planta, hoy la edificación asemeja un pueblo fantasma porque todo está cerrado nada funciona y el perjuicio económico es compartido; por un lado las arcas del fisco municipal se ven afectadas y por el otro, los artesanos, sus empleados y las familias cuyo sustento de ahí depende.
El ambicioso proyecto de la renovación de las calles y espacios públicos de la zona fundacional de Valledupar trajo consigo unos lógicos bemoles que lo sufren quienes habitan en 8 de las manzanas que se encuentran en los alrededores de la mítica Plaza Alfonso López de la capital del Cesar. No es un proyecto nuevo, han pasado más de 4 gobiernos desde que se planteó la imperiosa necesidad de darle una nueva cara en especial a las calles y espacios peatonales de la zona donde nació esta ciudad.
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El Municipio y el SIVA se encargarían de renovar las calles para devolverle el interés a la Plaza y todo el Centro Histórico, recuperarlos y darle prioridad al peatón al caminante y no a los vehículos. Y se iniciaron las obras que conllevan nuevas calzadas, espacios públicos amables y más amplios para el caminante y renovación de las redes húmedas y secas del importante sector, donde funcionan el palacio municipal, la sede del Concejo de Valledupar, un sector del poder judicial, la Cámara de comercio y por supuesto se encuentran asentadas las primeras casas de corte colonial y republicano, consideradas patrimonios de los vallenatos al igual que la Iglesia de la Concepción y la hasta el año pasado Catedral de Valledupar, hoy Iglesia de la Parroquia de Nuestra Señora Virgen del Rosario.
Con la ruptura de las vías en particular la carrera séptima y su intercepción con la calle 16 donde se encuentra ubicado Calle Grande, iniciaron los problemas para los artesanos, la gente dejó de transitar por el sector y como consecuencia lógica las ventas de inmediato disminuyeron.
“Nosotros nos hemos visto muy afectados porque subsistimos de las ventas diarias de nuestros locales en Calle Grande. Primero los arreglos de las redes húmedas y de las calles como tal nos fueron alejando a los compradores y la verdad para finales y principios de año donde hay afluencia de turistas que son los que más compran las cosas tampoco fueron como las esperábamos y las ventas estuvieron muy flojas”, aseguró Fabián Suárez, arrendatario y miembro de la Asociación de Artesanos de Calle Grande.
La Ley de Murphy en una de sus aplicaciones señala que “si algo puede salir mal, saldrá mal” y así ocurrió con los artesanos de la famosa Calle Grande, las cosas de mal pasaron a peor.
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“Además de las calles rotas nos llega el virus (covid-19) y ahí entra el Gobierno a decretar el confinamiento y el cierre de toda actividad que implicara el contacto social, en cumplimiento de eso nuestra ciudad no fue la excepción y nos tocó cerrar los locales y encerrarnos en nuestras casas sin manera de percibir recurso alguno, lo que agravó aún más la crisis”, agregó el comerciante de productos artesanales.
Aunque reconocen que al usufructuar un bien del Estado para este caso el Municipio de Valledupar y siendo más específico Mercabastos que es la administradora de dichos bienes inmuebles, los artesanos de Calle Grande hoy viven una realidad de a puño, pues al tener sus locales cerrados y no estar incluidos en ninguna de las franjas a las que el Gobierno apalanca con alivios u otro tipo de ayudas, no tienen cómo cancelar los cánones de arriendo que como le compete Mercabastos tiene que facturar.
“Nos sentimos acosados por el cobro de los arriendos, la gerente de Mercabastos ya nos facturó abril y mayo y de dónde vamos a sacar para pagarle. Nosotros vivimos del turismo y en Semana Santa y Festival Vallenato son las épocas en las que nos podemos recuperar con eso al igual que los hoteles subsistimos todo el año cuando llegan los turistas. Pero por los efectos del covid-19, dígame usted: ¿qué turista va a venir por aquí y con todo el mundo encerrado y el renglón de nosotros (comercio artesanal) ni siquiera contemplado por el Gobierno nacional para apertura gradual, cómo vamos a pagar? Nosotros necesitamos que nos congelen esa deuda unos 18 meses o que lleguemos a algún arreglo”, enfatizó Luis Castellar, otro de los afectados con el cierre de Calle Grande.
Al tenor de lo que ocurre, la gerente de Mercabastos, María Angélica González Oñate, señaló que se conoce la situación económica de los vendedores del Centro Artesanal Calle Grande.
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Sin embargo, también sostiene que los organismos de control, para este caso los que vigilan las rentas y recursos del Estado como la DIAN y las Contralorías, hacen revisiones.
“Dentro de las funciones y obligaciones de mi cargo me corresponde hacer esos cobros; es decir, pasar las facturas. Ellos me solicitaron mediante un oficio la exoneración de esos pagos, pero es algo que yo no puedo hacer. Sin embargo, el Decreto Presidencial 579 nos autoriza a hacer un acuerdo entre las partes y ayer (martes) me reuní con uno de los representantes de esa asociación y sostuvimos una buena conversación”, puntualizó la gerente de la Comercializadora Mercabastos.
La buena noticia para los artesanos concentrados en Calle Grande es que siempre hay una luz al final del camino y el alcalde de Valledupar Mello Castro autorizó a la gerente de la comercializadora realizar un acuerdo que beneficie a ambas partes hasta que todo vuelva a una regular normalidad comercial.
Los cánones de arriendo en Calle Grande oscilan entre los $400 mil y $600 mil pesos. En las mejores épocas para las ventas, que son Semana Santa, Festival Vallenato y vacaciones de fin de año o navidad, las ganancias netas para algunos de estos comerciantes del ‘arte sano’ alcanzan y en ocasiones superan los $70 millones.
Por José Urbano Céspedes
Mochilas, cajas, guacharacas, manillas, sombreros, pañoletas, cerámicas, tejidos y todo un mundo de productos elaborados con el amor del ‘arte sano’, se encuentran confinados; en una custodia obligatoria pues los locales están cerrados desde febrero.
Más de 40 familias dependen del sector artesanal ubicado en el inmobiliario municipal denominado Centro Artesanal Calle Grande. Allí están establecidos no menos de 40 locales comerciales cuya especialidad es la venta de todo tipo de artesanías, lo que lo convierte en uno de los lugares más atractivos de la ciudad, por lo menos así era hasta hace 3 meses.
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Mochilas, cajas, guacharacas, manillas, sombreros, pañoletas, cerámicas, tejidos y todo un mundo de productos elaborados con el amor del ‘arte sano’, se encuentran confinados en una custodia obligatoria pues los locales están cerrados desde febrero, cerrando también las ilusiones y las posibilidades económicas del grupo de personas que allí trabajan.
La suerte no les ha sonreído. No son el único sector que ha sufrido los embates de estos malos tiempos, pero para ellos parece que todo hubiese conspirado, porque ni siquiera ese renglón de la economía está contemplado dentro de los autorizados por el Gobierno nacional para el reinicio gradual de su actividad comercial.
El municipio de Valledupar tiene en su inmobiliario Calle Grande el funcionamiento de dos negocios que le representan importantes rentas: el parqueadero en el segundo piso y los locales comerciales que están establecidos en la primera planta, hoy la edificación asemeja un pueblo fantasma porque todo está cerrado nada funciona y el perjuicio económico es compartido; por un lado las arcas del fisco municipal se ven afectadas y por el otro, los artesanos, sus empleados y las familias cuyo sustento de ahí depende.
El ambicioso proyecto de la renovación de las calles y espacios públicos de la zona fundacional de Valledupar trajo consigo unos lógicos bemoles que lo sufren quienes habitan en 8 de las manzanas que se encuentran en los alrededores de la mítica Plaza Alfonso López de la capital del Cesar. No es un proyecto nuevo, han pasado más de 4 gobiernos desde que se planteó la imperiosa necesidad de darle una nueva cara en especial a las calles y espacios peatonales de la zona donde nació esta ciudad.
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El Municipio y el SIVA se encargarían de renovar las calles para devolverle el interés a la Plaza y todo el Centro Histórico, recuperarlos y darle prioridad al peatón al caminante y no a los vehículos. Y se iniciaron las obras que conllevan nuevas calzadas, espacios públicos amables y más amplios para el caminante y renovación de las redes húmedas y secas del importante sector, donde funcionan el palacio municipal, la sede del Concejo de Valledupar, un sector del poder judicial, la Cámara de comercio y por supuesto se encuentran asentadas las primeras casas de corte colonial y republicano, consideradas patrimonios de los vallenatos al igual que la Iglesia de la Concepción y la hasta el año pasado Catedral de Valledupar, hoy Iglesia de la Parroquia de Nuestra Señora Virgen del Rosario.
Con la ruptura de las vías en particular la carrera séptima y su intercepción con la calle 16 donde se encuentra ubicado Calle Grande, iniciaron los problemas para los artesanos, la gente dejó de transitar por el sector y como consecuencia lógica las ventas de inmediato disminuyeron.
“Nosotros nos hemos visto muy afectados porque subsistimos de las ventas diarias de nuestros locales en Calle Grande. Primero los arreglos de las redes húmedas y de las calles como tal nos fueron alejando a los compradores y la verdad para finales y principios de año donde hay afluencia de turistas que son los que más compran las cosas tampoco fueron como las esperábamos y las ventas estuvieron muy flojas”, aseguró Fabián Suárez, arrendatario y miembro de la Asociación de Artesanos de Calle Grande.
La Ley de Murphy en una de sus aplicaciones señala que “si algo puede salir mal, saldrá mal” y así ocurrió con los artesanos de la famosa Calle Grande, las cosas de mal pasaron a peor.
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“Además de las calles rotas nos llega el virus (covid-19) y ahí entra el Gobierno a decretar el confinamiento y el cierre de toda actividad que implicara el contacto social, en cumplimiento de eso nuestra ciudad no fue la excepción y nos tocó cerrar los locales y encerrarnos en nuestras casas sin manera de percibir recurso alguno, lo que agravó aún más la crisis”, agregó el comerciante de productos artesanales.
Aunque reconocen que al usufructuar un bien del Estado para este caso el Municipio de Valledupar y siendo más específico Mercabastos que es la administradora de dichos bienes inmuebles, los artesanos de Calle Grande hoy viven una realidad de a puño, pues al tener sus locales cerrados y no estar incluidos en ninguna de las franjas a las que el Gobierno apalanca con alivios u otro tipo de ayudas, no tienen cómo cancelar los cánones de arriendo que como le compete Mercabastos tiene que facturar.
“Nos sentimos acosados por el cobro de los arriendos, la gerente de Mercabastos ya nos facturó abril y mayo y de dónde vamos a sacar para pagarle. Nosotros vivimos del turismo y en Semana Santa y Festival Vallenato son las épocas en las que nos podemos recuperar con eso al igual que los hoteles subsistimos todo el año cuando llegan los turistas. Pero por los efectos del covid-19, dígame usted: ¿qué turista va a venir por aquí y con todo el mundo encerrado y el renglón de nosotros (comercio artesanal) ni siquiera contemplado por el Gobierno nacional para apertura gradual, cómo vamos a pagar? Nosotros necesitamos que nos congelen esa deuda unos 18 meses o que lleguemos a algún arreglo”, enfatizó Luis Castellar, otro de los afectados con el cierre de Calle Grande.
Al tenor de lo que ocurre, la gerente de Mercabastos, María Angélica González Oñate, señaló que se conoce la situación económica de los vendedores del Centro Artesanal Calle Grande.
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Sin embargo, también sostiene que los organismos de control, para este caso los que vigilan las rentas y recursos del Estado como la DIAN y las Contralorías, hacen revisiones.
“Dentro de las funciones y obligaciones de mi cargo me corresponde hacer esos cobros; es decir, pasar las facturas. Ellos me solicitaron mediante un oficio la exoneración de esos pagos, pero es algo que yo no puedo hacer. Sin embargo, el Decreto Presidencial 579 nos autoriza a hacer un acuerdo entre las partes y ayer (martes) me reuní con uno de los representantes de esa asociación y sostuvimos una buena conversación”, puntualizó la gerente de la Comercializadora Mercabastos.
La buena noticia para los artesanos concentrados en Calle Grande es que siempre hay una luz al final del camino y el alcalde de Valledupar Mello Castro autorizó a la gerente de la comercializadora realizar un acuerdo que beneficie a ambas partes hasta que todo vuelva a una regular normalidad comercial.
Los cánones de arriendo en Calle Grande oscilan entre los $400 mil y $600 mil pesos. En las mejores épocas para las ventas, que son Semana Santa, Festival Vallenato y vacaciones de fin de año o navidad, las ganancias netas para algunos de estos comerciantes del ‘arte sano’ alcanzan y en ocasiones superan los $70 millones.
Por José Urbano Céspedes