En la magistral obra Vallenato, Hombre y Canto, del Doctor Ciro Quiroz Otero, se cita al Padre Enrique Pérez Arbeláez, quien hizo una clasificación de los acordeoneros .
Por: Jorge Nain Ruiz
En la magistral obra Vallenato, Hombre y Canto, del Doctor Ciro Quiroz Otero, se cita al Padre Enrique Pérez Arbeláez, quien hizo una clasificación de los acordeoneros en tres grandes grupos: Los jornaleros que adquirían los acordeones con el ahorro de sus jornales y de ninguna manera con el ánimo de obtener beneficios económicos, sino de alegrar y distraer a sus compañeros de faena; un segundo grupo, compuesto por músicos de profesión que alternaban el trabajo material con toques y parrandas los fines de semana, y, por último, una tercera categoría integrada por los vende – música, quienes eran carentes de originalidad, normalmente grandes imitadores y escasos de imaginación.
Quienes hoy adquieren un acordeón con el propósito de aprender a tocarlo, lo más probable es que terminen en uno de los siguientes grupos:
Aquellos que, no obstante tener definida una profesión y un camino laboral, quieren alegrar a sus familiares y amigos en reuniones sociales, pero no desean, ni procuran perfeccionar su interpretación, porque a esa actividad suelen darle el carácter de hobby.
Quienes anhelan convertirse en músicos de profesión y desde muy pequeños adquieren el instrumento poniéndole todo el empeño y dedicación, pero que, por razones diversas como la suerte, no llegan a adquirir fama ni triunfos importantes, pero sí logran hacer de ese arte una manera de ganarse la vida, tocan en bailes, parrandas y obtienen su sustento y el de su familia de esa actividad; a estos casi siempre les toca incursionar en algún otro oficio para sobrevivir.
También tenemos un bloque de músicos que inician muy jóvenes esas lides, aprenden a interpretar el instrumento con gran destreza, adquieren las habilidades y experticia para enfrentarse en franca lid a otros contrincantes en festivales y concursos, logran grabar y en ocasiones hasta hacer popular algunos temas; sin embargo nunca alcanzan a cotizarse lo suficiente para estar entre los preferidos por las disqueras y cantantes del primer nivel; estos también logran vivir de la música, pero les toca, como a los anteriores, compensar con otra actividad lo necesario para sacar adelante un hogar.
Por último tenemos aquellos a quienes todos los astros se les alinean de tal manera que logran a veces en muy corto tiempo llegar a la cima del éxito, la fama y, por supuesto, la riqueza; claro hay que decirlo, es el grupo minoritario, y estos también corren con el riego de una bonanza efímera.
En la magistral obra Vallenato, Hombre y Canto, del Doctor Ciro Quiroz Otero, se cita al Padre Enrique Pérez Arbeláez, quien hizo una clasificación de los acordeoneros .
Por: Jorge Nain Ruiz
En la magistral obra Vallenato, Hombre y Canto, del Doctor Ciro Quiroz Otero, se cita al Padre Enrique Pérez Arbeláez, quien hizo una clasificación de los acordeoneros en tres grandes grupos: Los jornaleros que adquirían los acordeones con el ahorro de sus jornales y de ninguna manera con el ánimo de obtener beneficios económicos, sino de alegrar y distraer a sus compañeros de faena; un segundo grupo, compuesto por músicos de profesión que alternaban el trabajo material con toques y parrandas los fines de semana, y, por último, una tercera categoría integrada por los vende – música, quienes eran carentes de originalidad, normalmente grandes imitadores y escasos de imaginación.
Quienes hoy adquieren un acordeón con el propósito de aprender a tocarlo, lo más probable es que terminen en uno de los siguientes grupos:
Aquellos que, no obstante tener definida una profesión y un camino laboral, quieren alegrar a sus familiares y amigos en reuniones sociales, pero no desean, ni procuran perfeccionar su interpretación, porque a esa actividad suelen darle el carácter de hobby.
Quienes anhelan convertirse en músicos de profesión y desde muy pequeños adquieren el instrumento poniéndole todo el empeño y dedicación, pero que, por razones diversas como la suerte, no llegan a adquirir fama ni triunfos importantes, pero sí logran hacer de ese arte una manera de ganarse la vida, tocan en bailes, parrandas y obtienen su sustento y el de su familia de esa actividad; a estos casi siempre les toca incursionar en algún otro oficio para sobrevivir.
También tenemos un bloque de músicos que inician muy jóvenes esas lides, aprenden a interpretar el instrumento con gran destreza, adquieren las habilidades y experticia para enfrentarse en franca lid a otros contrincantes en festivales y concursos, logran grabar y en ocasiones hasta hacer popular algunos temas; sin embargo nunca alcanzan a cotizarse lo suficiente para estar entre los preferidos por las disqueras y cantantes del primer nivel; estos también logran vivir de la música, pero les toca, como a los anteriores, compensar con otra actividad lo necesario para sacar adelante un hogar.
Por último tenemos aquellos a quienes todos los astros se les alinean de tal manera que logran a veces en muy corto tiempo llegar a la cima del éxito, la fama y, por supuesto, la riqueza; claro hay que decirlo, es el grupo minoritario, y estos también corren con el riego de una bonanza efímera.