En esta época de confinamiento prolongado donde abundan mensajes de diversos matices, pero cuando se refieren a temas médicos debemos verificar que su procedencia sea de fuentes certificadas y consultar con profesionales especializados; antes de apresurarnos a ponerlos en práctica o reenviarlos. Desde mi perfil docente les comparto estas reflexiones: El amor a la vida […]
En esta época de confinamiento prolongado donde abundan mensajes de diversos matices, pero cuando se refieren a temas médicos debemos verificar que su procedencia sea de fuentes certificadas y consultar con profesionales especializados; antes de apresurarnos a ponerlos en práctica o reenviarlos.
Desde mi perfil docente les comparto estas reflexiones: El amor a la vida es la mejor manera de protegerla. Cuando alguien se abraza y dice: “es que yo me quiero mucho”, no es narcisismo lo que está expresando, es la forma lúdica de celebrar y cantarse así mismo, como lo proclama el poeta Walt Whitman: “Me celebro y me canto a mí mismo. Mi salud es perfecta. Y con mi aliento puro, comienzo a cantar hoy y no terminaré mi canto hasta que muera”.
Dicen los cantores que cuando la salud es perfecta, el cuerpo y el espíritu están en armonía, las cosas fluyen por caminos luminosos y el tiempo sólo existe para vivir y cantar; no hay espacio para el desamor ni la sinrazón de la violencia. Si se ama a Dios, se cree en su poder y en la importancia de sus bendiciones el corazón se llena de fortaleza para vencer las tribulaciones que asedian los pensamientos con oscuros laberintos.
La mejor terapia para la vida y el canto es el amor. El amor nunca sobra. Un abrazo sincero, una palabra de afecto, un gesto solidario pueden ser el apoyo necesario para guiarnos a cruzar el puente que nos libera de las ataduras obnubiladas. Es necesario revisar nuestras relaciones con los demás, no esperar que sea demasiado tarde. Y como dice un poeta: “Antes del atardecer, reconcíliate con tu hermano”.
Aunque en ocasiones, existen circunstancias adversas muy poderosas que causan depresión, como la soledad, la pérdida de un ser querido, la difícil situación económica y algunos malestares físicos, y entonces por momentos se calla el cantor; no se conjugan la palabra y el canto, la idea no florece en el verso, y el amor parece alejarse, y si no hay amor no canto. Si el ocaso de su inspiración es una sombra y el silencio definitivo se ve venir; sus colegas solidarios y afectuosos, con arengas y canciones coadyuvan a la reanimación para que el cantor vuelva con su canto.
Otro complemento fundamental para el bienestar de la salud es la práctica de actividades físicas y deportivas. Caminar en campo abierto donde se puede disfrutar de la frescura de los árboles, del verdor natural de la grama, del sonido de la corriente de un río, de la panorámica de bosques y cerros, es una sensación de catarsis para el cuerpo y para la mente. Nadar en el río o en el mar es una actividad reconfortante de higiene mental que borra los malos pensamientos, y es sentir el retorno al vientre de la madre.
Practicar un deporte es conservar la plasticidad muscular y la mente juvenil. El deporte amaina la vejez y las arrugas. La actividad física es una terapia sanadora, nos libera de toxinas, de estrés, de exceso de peso y se hace alianza con la dieta, y fortalece el sistema inmunológico y contribuye a la prevención y manejo de una serie de enfermedades, entre las que se destacan las cardiovasculares y las infecto-contagiosas.
En esta época de confinamiento prolongado donde abundan mensajes de diversos matices, pero cuando se refieren a temas médicos debemos verificar que su procedencia sea de fuentes certificadas y consultar con profesionales especializados; antes de apresurarnos a ponerlos en práctica o reenviarlos. Desde mi perfil docente les comparto estas reflexiones: El amor a la vida […]
En esta época de confinamiento prolongado donde abundan mensajes de diversos matices, pero cuando se refieren a temas médicos debemos verificar que su procedencia sea de fuentes certificadas y consultar con profesionales especializados; antes de apresurarnos a ponerlos en práctica o reenviarlos.
Desde mi perfil docente les comparto estas reflexiones: El amor a la vida es la mejor manera de protegerla. Cuando alguien se abraza y dice: “es que yo me quiero mucho”, no es narcisismo lo que está expresando, es la forma lúdica de celebrar y cantarse así mismo, como lo proclama el poeta Walt Whitman: “Me celebro y me canto a mí mismo. Mi salud es perfecta. Y con mi aliento puro, comienzo a cantar hoy y no terminaré mi canto hasta que muera”.
Dicen los cantores que cuando la salud es perfecta, el cuerpo y el espíritu están en armonía, las cosas fluyen por caminos luminosos y el tiempo sólo existe para vivir y cantar; no hay espacio para el desamor ni la sinrazón de la violencia. Si se ama a Dios, se cree en su poder y en la importancia de sus bendiciones el corazón se llena de fortaleza para vencer las tribulaciones que asedian los pensamientos con oscuros laberintos.
La mejor terapia para la vida y el canto es el amor. El amor nunca sobra. Un abrazo sincero, una palabra de afecto, un gesto solidario pueden ser el apoyo necesario para guiarnos a cruzar el puente que nos libera de las ataduras obnubiladas. Es necesario revisar nuestras relaciones con los demás, no esperar que sea demasiado tarde. Y como dice un poeta: “Antes del atardecer, reconcíliate con tu hermano”.
Aunque en ocasiones, existen circunstancias adversas muy poderosas que causan depresión, como la soledad, la pérdida de un ser querido, la difícil situación económica y algunos malestares físicos, y entonces por momentos se calla el cantor; no se conjugan la palabra y el canto, la idea no florece en el verso, y el amor parece alejarse, y si no hay amor no canto. Si el ocaso de su inspiración es una sombra y el silencio definitivo se ve venir; sus colegas solidarios y afectuosos, con arengas y canciones coadyuvan a la reanimación para que el cantor vuelva con su canto.
Otro complemento fundamental para el bienestar de la salud es la práctica de actividades físicas y deportivas. Caminar en campo abierto donde se puede disfrutar de la frescura de los árboles, del verdor natural de la grama, del sonido de la corriente de un río, de la panorámica de bosques y cerros, es una sensación de catarsis para el cuerpo y para la mente. Nadar en el río o en el mar es una actividad reconfortante de higiene mental que borra los malos pensamientos, y es sentir el retorno al vientre de la madre.
Practicar un deporte es conservar la plasticidad muscular y la mente juvenil. El deporte amaina la vejez y las arrugas. La actividad física es una terapia sanadora, nos libera de toxinas, de estrés, de exceso de peso y se hace alianza con la dieta, y fortalece el sistema inmunológico y contribuye a la prevención y manejo de una serie de enfermedades, entre las que se destacan las cardiovasculares y las infecto-contagiosas.