Son más de 1.000 toneladas de basuras diarias que producen en Bucaramanga, que de ser llevadas al municipio de Aguachica reduciría hasta el 2022 la capacidad operativa del basurero local.
Después de que un juez de Bucaramanga ordenara el cierre del botadero de basura El Carrasco para mañana 31 de enero, donde los bumangueses desechan las 1.000 toneladas de basura que producen diariamente, dentro de las alternativas para botar esos desechos entró el municipio de Aguachica.
Sin embargo, el alcalde, funcionarios y líderes de la comunidad salieron a rechazar esa opción.
La capacidad de almacenamiento de residuos del municipio está proyectada por 8 años más, hasta 2027, pero el recibir más desechos afectaría esos plazos y su operatividad.
“Yo soy de los que me opongo rotundamente a que traigan las basuras al municipio de Aguachica. ¿Por qué? Por varias razones. Porque leyendo el permiso ambiental que Corpocesar le dio a la empresa de aseo local se establecen unos límites y unos tiempos. Si se incrementa la cantidad de residuos disminuirá el número de años de operatividad”, afirmó Henry Alí Montes, alcalde de Aguachica, Cesar.
El problema en Bucaramanga viene desde hace más de 20 años. En medio de proyectos envueltos en escándalos de corrupción y no concluidos como el de Chocoa y Vitalogic, la capital del Norte de Santander no tiene todavía opción A, B o C, como aseguró el alcalde municipal, Rodolfo Hernández.
“Traer la basura de otros municipios al nuestro significaría que nuestra capacidad no iría hasta 2027, sino hasta 2022. En poco tiempo nos caería a nosotros el problema que hoy tiene Bucaramanga y Floridablanca”, complementó el funcionario.
En caso de que mañana 31 de enero se haga efectivo el cierre del botadero El Carrasco, serían más de 1.000 toneladas de residuos que produce Bucaramanga que deberían ser trasladados otra ciudad, con los costos que eso representa. Medios locales hablan de $2.000 millones mensuales por la necesidad de alquilar tractocamiones de 50 toneladas cada uno, costo que recaería en las facturas de aseo.
Son más de 1.000 toneladas de basuras diarias que producen en Bucaramanga, que de ser llevadas al municipio de Aguachica reduciría hasta el 2022 la capacidad operativa del basurero local.
Después de que un juez de Bucaramanga ordenara el cierre del botadero de basura El Carrasco para mañana 31 de enero, donde los bumangueses desechan las 1.000 toneladas de basura que producen diariamente, dentro de las alternativas para botar esos desechos entró el municipio de Aguachica.
Sin embargo, el alcalde, funcionarios y líderes de la comunidad salieron a rechazar esa opción.
La capacidad de almacenamiento de residuos del municipio está proyectada por 8 años más, hasta 2027, pero el recibir más desechos afectaría esos plazos y su operatividad.
“Yo soy de los que me opongo rotundamente a que traigan las basuras al municipio de Aguachica. ¿Por qué? Por varias razones. Porque leyendo el permiso ambiental que Corpocesar le dio a la empresa de aseo local se establecen unos límites y unos tiempos. Si se incrementa la cantidad de residuos disminuirá el número de años de operatividad”, afirmó Henry Alí Montes, alcalde de Aguachica, Cesar.
El problema en Bucaramanga viene desde hace más de 20 años. En medio de proyectos envueltos en escándalos de corrupción y no concluidos como el de Chocoa y Vitalogic, la capital del Norte de Santander no tiene todavía opción A, B o C, como aseguró el alcalde municipal, Rodolfo Hernández.
“Traer la basura de otros municipios al nuestro significaría que nuestra capacidad no iría hasta 2027, sino hasta 2022. En poco tiempo nos caería a nosotros el problema que hoy tiene Bucaramanga y Floridablanca”, complementó el funcionario.
En caso de que mañana 31 de enero se haga efectivo el cierre del botadero El Carrasco, serían más de 1.000 toneladas de residuos que produce Bucaramanga que deberían ser trasladados otra ciudad, con los costos que eso representa. Medios locales hablan de $2.000 millones mensuales por la necesidad de alquilar tractocamiones de 50 toneladas cada uno, costo que recaería en las facturas de aseo.