Un asunto notorio que desata encendidas polémicas en la actualidad, lo constituye la confrontación ideológica entre el oficialismo y la oposición, que se enfrentan a una intensa batalla.
Un asunto notorio que desata encendidas polémicas en la actualidad, lo constituye la confrontación ideológica entre el oficialismo y la oposición, que se enfrentan a una intensa batalla, que ha dado al traste con el impedimento de no permitir el ingreso de alimentos, medicina e indumentaria con destino a la población vulnerable de Venezuela. Es un verdadero precedente, inaceptable con reglas viables, donde las aristas y encrucijadas son cada día más ponzoñosas, venenosas; en otras palabras es una guerra con mayúscula que propicia un largo inventario de prohibiciones. Mientras, esto sucede el presidente Maduro eleva el tono de su desafío como un instrumento de manipulación, gritando a todo pulmón: “Los venezolanos no son mendigos, que lo tienen todo; para que un país imperialista y promotor de guerras, venga ahora a darnos limosnas”.
No obstante otras voces que se han sumado a esta concentración tales como la OEA, UE y ONGs del mundo, trabajan en la convicción de encontrar la fórmula para trazar el principio y el fin de un contexto, donde el hambre, la desnutrición a la luz de la legitimidad es una verdadera realidad. Es sin lugar a dudas el desabastecimiento en Venezuela un todo imperativo que requiere de atención urgente y prioritaria; se necesita entre las naciones del mundo articular una verdadera cohesión en beneficio del pueblo venezolano; convencer a ese gobierno que su población espera las ayudad humanitarias; el apoyo internacional ha dado pie para que la oposición se mantenga firme y decidida hasta el logro de los objetivos, con plantones, marchas, protestas orientadas a involucrar la participación internacional entorno a la concertación y deliberación a esta calamidad que no da tregua.
En Venezuela se requiere ahora más que nunca, edificar un sentimiento, de valor; no se justifica que Maduro exprese su hostilidad y deseo de revancha con su negativismo y rechazo sin fundamento alguno. Las ayudas humanitarias van directamente a la solución de miles de niños hambrientos, desnutridos. Ante esta diatriba que copa los titulares de los principales medios de comunicación del mundo, por la cruenta batalla entre el oficialismo que se ampara en un seudosocialismo y que ha demostrado no poder dar la talla y la oposición, ahora respaldada con Juan Guaidó, que se proclamó presidente interino.
En la actualidad se necesita conceptuar y evaluar una perspectiva ética que estudié, debata y apruebe con pluralidad de visiones la protuberante desgracia que está erosionando los cimientos de la sociedad del vecino país, una nueva generación; se necesita la construcción colectiva de un futuro para Venezuela, basado en el compromiso de superar la crisis humanitaria existente; solo así, se podrá crear un ordenamiento territorial, democrático, equitativo y transversal al fortalecimiento de lo público; toda vez, que está demostrado a la saciedad que el socialismo no se pudo materializar en Venezuela. Ante este tire y encoge, la comunidad internacional solo desea satisfacer las necesidades del pueblo venezolano.
Un asunto notorio que desata encendidas polémicas en la actualidad, lo constituye la confrontación ideológica entre el oficialismo y la oposición, que se enfrentan a una intensa batalla.
Un asunto notorio que desata encendidas polémicas en la actualidad, lo constituye la confrontación ideológica entre el oficialismo y la oposición, que se enfrentan a una intensa batalla, que ha dado al traste con el impedimento de no permitir el ingreso de alimentos, medicina e indumentaria con destino a la población vulnerable de Venezuela. Es un verdadero precedente, inaceptable con reglas viables, donde las aristas y encrucijadas son cada día más ponzoñosas, venenosas; en otras palabras es una guerra con mayúscula que propicia un largo inventario de prohibiciones. Mientras, esto sucede el presidente Maduro eleva el tono de su desafío como un instrumento de manipulación, gritando a todo pulmón: “Los venezolanos no son mendigos, que lo tienen todo; para que un país imperialista y promotor de guerras, venga ahora a darnos limosnas”.
No obstante otras voces que se han sumado a esta concentración tales como la OEA, UE y ONGs del mundo, trabajan en la convicción de encontrar la fórmula para trazar el principio y el fin de un contexto, donde el hambre, la desnutrición a la luz de la legitimidad es una verdadera realidad. Es sin lugar a dudas el desabastecimiento en Venezuela un todo imperativo que requiere de atención urgente y prioritaria; se necesita entre las naciones del mundo articular una verdadera cohesión en beneficio del pueblo venezolano; convencer a ese gobierno que su población espera las ayudad humanitarias; el apoyo internacional ha dado pie para que la oposición se mantenga firme y decidida hasta el logro de los objetivos, con plantones, marchas, protestas orientadas a involucrar la participación internacional entorno a la concertación y deliberación a esta calamidad que no da tregua.
En Venezuela se requiere ahora más que nunca, edificar un sentimiento, de valor; no se justifica que Maduro exprese su hostilidad y deseo de revancha con su negativismo y rechazo sin fundamento alguno. Las ayudas humanitarias van directamente a la solución de miles de niños hambrientos, desnutridos. Ante esta diatriba que copa los titulares de los principales medios de comunicación del mundo, por la cruenta batalla entre el oficialismo que se ampara en un seudosocialismo y que ha demostrado no poder dar la talla y la oposición, ahora respaldada con Juan Guaidó, que se proclamó presidente interino.
En la actualidad se necesita conceptuar y evaluar una perspectiva ética que estudié, debata y apruebe con pluralidad de visiones la protuberante desgracia que está erosionando los cimientos de la sociedad del vecino país, una nueva generación; se necesita la construcción colectiva de un futuro para Venezuela, basado en el compromiso de superar la crisis humanitaria existente; solo así, se podrá crear un ordenamiento territorial, democrático, equitativo y transversal al fortalecimiento de lo público; toda vez, que está demostrado a la saciedad que el socialismo no se pudo materializar en Venezuela. Ante este tire y encoge, la comunidad internacional solo desea satisfacer las necesidades del pueblo venezolano.