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Columnista - 30 noviembre, 2016

De las armas a la política

Hoy, el Congreso de la República tiene en sus manos la refrendación del nuevo acuerdo de paz con las Farc. Se espera que en la presente semana finalice este trámite y empezarán a correr los 150 días para que la guerrilla deje de existir, por fin, como grupo armado y se reintegren a la vida […]

Hoy, el Congreso de la República tiene en sus manos la refrendación del nuevo acuerdo de paz con las Farc. Se espera que en la presente semana finalice este trámite y empezarán a correr los 150 días para que la guerrilla deje de existir, por fin, como grupo armado y se reintegren a la vida civil para hacer política sin armas y empezar así el desminado a nivel nacional para que los campos colombianos dejen de ser trampas mortales.

De esta manera, podremos sembrar en el futuro esperanzas ciertas sin llantos de niños y sin mutilaciones físicas ni mentales. En los primeros días de diciembre se iniciará el movimiento de las Farc hacia las zonas veredales transitorias con la obligatoria y calificada supervisión internacional. En seis meses se debe dar por terminado todo el proceso con el gran salto de la guerrilla a la política legal y civilizada.

Se estima que el Congreso la dará vía libre a la refrendación del nuevo acuerdo en los próximos días y así estaremos abriendo puertas para entrar en una sociedad civilizada menos violenta y más tolerante. Todo lo anterior estará enmarcado en enormes dificultades de trámites legales, mezquindades, pasiones personales y desmedidas ambiciones partidistas que atomizadas y expectantes buscarán la oportunidad de pescar en río revuelto. El camino estará lleno de afiladas espinas, pero si realmente queremos avanzar tenemos que dejar atrás los resentimientos, los odios y las venganzas sin sentido.

Los colombianos merecemos la oportunidad de convertir este sueño en realidad. Esperamos que las discusiones en las Cámaras sean con las palabras y no a tiros en el monte. El debate será áspero y arduo, pero debemos buscar consensos y espacios suficientes de entendimiento para reconciliarnos y aprovechar las nuevas oportunidades de progreso y crecimiento económico que se avecinan. No podemos olvidar que la vida es sagrada y que el país está por encima de los intereses políticos. Igualmente, tenemos que entender que toda guerra es una derrota.

Lo más importante y la parte central de este proceso son las víctimas directas de la guerra a quienes tenemos que devolverles su identidad y dignificar su memoria. Los colombianos debemos tener muy claro que el Congreso es idóneo, tiene toda la legitimidad en representación del pueblo y necesita más que nunca sentir el respaldo y el apoyo necesario para realizar la histórica tarea de refrendar el acuerdo de paz y definir el marco legal que permita hacerlo efectivo. Es la mejor oportunidad histórica que tienen nuestros voceros para mejorar su deteriorada imagen.

A pesar de todas las dificultades y polarizaciones, el país debe estar preparado para responder con grandeza a este enorme desafío. El momento es ahora. Además, es imperativo actuar con altura, sensatez y el criterio suficiente para dimensionar todo lo que está en juego. ¡No más dilaciones porque Colombia no puede ser un país en transición!

Columnista
30 noviembre, 2016

De las armas a la política

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

Hoy, el Congreso de la República tiene en sus manos la refrendación del nuevo acuerdo de paz con las Farc. Se espera que en la presente semana finalice este trámite y empezarán a correr los 150 días para que la guerrilla deje de existir, por fin, como grupo armado y se reintegren a la vida […]


Hoy, el Congreso de la República tiene en sus manos la refrendación del nuevo acuerdo de paz con las Farc. Se espera que en la presente semana finalice este trámite y empezarán a correr los 150 días para que la guerrilla deje de existir, por fin, como grupo armado y se reintegren a la vida civil para hacer política sin armas y empezar así el desminado a nivel nacional para que los campos colombianos dejen de ser trampas mortales.

De esta manera, podremos sembrar en el futuro esperanzas ciertas sin llantos de niños y sin mutilaciones físicas ni mentales. En los primeros días de diciembre se iniciará el movimiento de las Farc hacia las zonas veredales transitorias con la obligatoria y calificada supervisión internacional. En seis meses se debe dar por terminado todo el proceso con el gran salto de la guerrilla a la política legal y civilizada.

Se estima que el Congreso la dará vía libre a la refrendación del nuevo acuerdo en los próximos días y así estaremos abriendo puertas para entrar en una sociedad civilizada menos violenta y más tolerante. Todo lo anterior estará enmarcado en enormes dificultades de trámites legales, mezquindades, pasiones personales y desmedidas ambiciones partidistas que atomizadas y expectantes buscarán la oportunidad de pescar en río revuelto. El camino estará lleno de afiladas espinas, pero si realmente queremos avanzar tenemos que dejar atrás los resentimientos, los odios y las venganzas sin sentido.

Los colombianos merecemos la oportunidad de convertir este sueño en realidad. Esperamos que las discusiones en las Cámaras sean con las palabras y no a tiros en el monte. El debate será áspero y arduo, pero debemos buscar consensos y espacios suficientes de entendimiento para reconciliarnos y aprovechar las nuevas oportunidades de progreso y crecimiento económico que se avecinan. No podemos olvidar que la vida es sagrada y que el país está por encima de los intereses políticos. Igualmente, tenemos que entender que toda guerra es una derrota.

Lo más importante y la parte central de este proceso son las víctimas directas de la guerra a quienes tenemos que devolverles su identidad y dignificar su memoria. Los colombianos debemos tener muy claro que el Congreso es idóneo, tiene toda la legitimidad en representación del pueblo y necesita más que nunca sentir el respaldo y el apoyo necesario para realizar la histórica tarea de refrendar el acuerdo de paz y definir el marco legal que permita hacerlo efectivo. Es la mejor oportunidad histórica que tienen nuestros voceros para mejorar su deteriorada imagen.

A pesar de todas las dificultades y polarizaciones, el país debe estar preparado para responder con grandeza a este enorme desafío. El momento es ahora. Además, es imperativo actuar con altura, sensatez y el criterio suficiente para dimensionar todo lo que está en juego. ¡No más dilaciones porque Colombia no puede ser un país en transición!