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Columnista - 13 octubre, 2023

Lado incorrecto de la historia

El asesinato de civiles judíos por parte de Hamás el 7 de octubre fue un crimen de guerra. Pero ese hecho deplorable, al mismo tiempo, nos debe generar cuestionamientos basados en la racionalidad única de los seres humanos.

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El asesinato de civiles judíos por parte de Hamás el 7 de octubre fue un crimen de guerra. Pero ese hecho deplorable, al mismo tiempo, nos debe generar cuestionamientos basados en la racionalidad única de los seres humanos. Mientras Israel toma represalias, es menester preguntarnos lo siguiente: ¿qué pasa con las vidas de los civiles palestinos en Gaza? Quizá, responder no sea sencillo por la confluencia entre los valores y la moral, y por la defensa legítima de Israel. 

Por estos lados, en el macondo visceral, la ligereza que se niega a pensar, apunta al inverosímil “lado correcto de la historia” La ideologización de las circunstancias no tiene fronteras, ni siquiera se esfuerzan por leer para comprender el contexto histórico del conflicto antiquísimo entre Israel y Palestina, como negacionistas no les interesa investigar nada, esa actitud cree y reduce a la percepción una historia de muchos años y protagonistas.  

Mientras el razonamiento macondiano abandona la facultad del ser humano de pensar y reflexionar para llegar a una conclusión o formar juicios de una determinada situación o cosa, las guerras modernas, aunque en los hechos es muy difícil intentan causar el menor daño posible a los civiles.

El respeto por los civiles es particular al servicio militar. En 1945, el general estadounidense de la Segunda Guerra Mundial, Douglas MacArthur, llamó a esto “la esencia misma y la razón de su ser (el soldado) un encargo sagrado”. Una exageración, tal vez. Sin embargo, a pesar del terrible sufrimiento civil en esa guerra global, las palabras de MacArthur expresaron una aspiración ampliamente aceptada. En la guerra, se deben hacer todos los esfuerzos posibles para proteger la vida civil.

Los ataques de Hamás contra Israel, como las horribles matanzas en Kfar Aza y otros lugares, no podrían haber sido más despectivos hacia esta cultura. Quienes las ordenaron y las llevaron a cabo estaban destrozando normas antiguas, muchas de ellas con profundas raíces religiosas. Pero eso no significa que quienes toman represalias tengan derecho a actuar de la misma manera con los civiles del otro lado. Israel ha sido atrozmente agraviado, pero Israel y sus aliados siguen obligados a defender sus principios humanos.

A veces, se descartan normas como las leyes de la guerra por considerarlas ingenuas e ineficaces. En Colombia, por ejemplo, muchos viven con miedo en sus tierras, por allá sobrevive la ley del más fuerte, los impostores del estado.  

Algunas de las normas como la Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada por la ONU en 1948, tienen sus raíces en el sentimiento de “nunca más” que surgió después de la Segunda Guerra Mundial. Más de 70 años después, el mundo ha avanzado y ese ánimo decididamente reformista inevitablemente ha disminuido. Esto tiene un precio muy alto para nuestros tiempos. Las reglas son cada vez menos efectivas. No se trata sólo del Medio Oriente. La Rusia de Vladimir Putin invadió Ucrania sin avergonzarse. Rusia continúa apuntando y atacando objetivos civiles sin vergüenza. Pero las democracias occidentales no están exentas de pensar que las reglas no se aplican a ellas. Hace veinte años, Estados Unidos y el Reino Unido invadieron Irak sin el apoyo de la ONU y con fundamentos legales dudosos. 

El proceso de convergencia gradual pero imperfecta en torno a las reglas universales establecidas después de 1945, que pareció acelerarse en la primera parte de la era posterior a la guerra fría, ahora, en tiempos de Trump, Putin y Xi Jinping, ha dado marcha atrás. El horror de lo que ocurrió en Kfar Aza el sábado pasado es una consecuencia del fracaso de las normas. 

Los palestinos en Gaza, Cisjordania e Israel viven bajo diversos regímenes de discriminación y opresión organizada, muchos de los cuales hacen que la vida sea casi inhabitable. La geopolítica no debe permitirse el doble rasero, parar el río de sangre es la razón más humana posible, alimentar el conflicto con bases ideológicas es una torpeza que solo genera odio y provoca la muerte de civiles inocentes. Ese es el lado incorrecto de la historia. 

Por Luis Elquis Díaz.

Columnista
13 octubre, 2023

Lado incorrecto de la historia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

El asesinato de civiles judíos por parte de Hamás el 7 de octubre fue un crimen de guerra. Pero ese hecho deplorable, al mismo tiempo, nos debe generar cuestionamientos basados en la racionalidad única de los seres humanos.


El asesinato de civiles judíos por parte de Hamás el 7 de octubre fue un crimen de guerra. Pero ese hecho deplorable, al mismo tiempo, nos debe generar cuestionamientos basados en la racionalidad única de los seres humanos. Mientras Israel toma represalias, es menester preguntarnos lo siguiente: ¿qué pasa con las vidas de los civiles palestinos en Gaza? Quizá, responder no sea sencillo por la confluencia entre los valores y la moral, y por la defensa legítima de Israel. 

Por estos lados, en el macondo visceral, la ligereza que se niega a pensar, apunta al inverosímil “lado correcto de la historia” La ideologización de las circunstancias no tiene fronteras, ni siquiera se esfuerzan por leer para comprender el contexto histórico del conflicto antiquísimo entre Israel y Palestina, como negacionistas no les interesa investigar nada, esa actitud cree y reduce a la percepción una historia de muchos años y protagonistas.  

Mientras el razonamiento macondiano abandona la facultad del ser humano de pensar y reflexionar para llegar a una conclusión o formar juicios de una determinada situación o cosa, las guerras modernas, aunque en los hechos es muy difícil intentan causar el menor daño posible a los civiles.

El respeto por los civiles es particular al servicio militar. En 1945, el general estadounidense de la Segunda Guerra Mundial, Douglas MacArthur, llamó a esto “la esencia misma y la razón de su ser (el soldado) un encargo sagrado”. Una exageración, tal vez. Sin embargo, a pesar del terrible sufrimiento civil en esa guerra global, las palabras de MacArthur expresaron una aspiración ampliamente aceptada. En la guerra, se deben hacer todos los esfuerzos posibles para proteger la vida civil.

Los ataques de Hamás contra Israel, como las horribles matanzas en Kfar Aza y otros lugares, no podrían haber sido más despectivos hacia esta cultura. Quienes las ordenaron y las llevaron a cabo estaban destrozando normas antiguas, muchas de ellas con profundas raíces religiosas. Pero eso no significa que quienes toman represalias tengan derecho a actuar de la misma manera con los civiles del otro lado. Israel ha sido atrozmente agraviado, pero Israel y sus aliados siguen obligados a defender sus principios humanos.

A veces, se descartan normas como las leyes de la guerra por considerarlas ingenuas e ineficaces. En Colombia, por ejemplo, muchos viven con miedo en sus tierras, por allá sobrevive la ley del más fuerte, los impostores del estado.  

Algunas de las normas como la Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada por la ONU en 1948, tienen sus raíces en el sentimiento de “nunca más” que surgió después de la Segunda Guerra Mundial. Más de 70 años después, el mundo ha avanzado y ese ánimo decididamente reformista inevitablemente ha disminuido. Esto tiene un precio muy alto para nuestros tiempos. Las reglas son cada vez menos efectivas. No se trata sólo del Medio Oriente. La Rusia de Vladimir Putin invadió Ucrania sin avergonzarse. Rusia continúa apuntando y atacando objetivos civiles sin vergüenza. Pero las democracias occidentales no están exentas de pensar que las reglas no se aplican a ellas. Hace veinte años, Estados Unidos y el Reino Unido invadieron Irak sin el apoyo de la ONU y con fundamentos legales dudosos. 

El proceso de convergencia gradual pero imperfecta en torno a las reglas universales establecidas después de 1945, que pareció acelerarse en la primera parte de la era posterior a la guerra fría, ahora, en tiempos de Trump, Putin y Xi Jinping, ha dado marcha atrás. El horror de lo que ocurrió en Kfar Aza el sábado pasado es una consecuencia del fracaso de las normas. 

Los palestinos en Gaza, Cisjordania e Israel viven bajo diversos regímenes de discriminación y opresión organizada, muchos de los cuales hacen que la vida sea casi inhabitable. La geopolítica no debe permitirse el doble rasero, parar el río de sangre es la razón más humana posible, alimentar el conflicto con bases ideológicas es una torpeza que solo genera odio y provoca la muerte de civiles inocentes. Ese es el lado incorrecto de la historia. 

Por Luis Elquis Díaz.