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Columnista - 13 febrero, 2019

“La vez que fui Gobernador y Alcalde”

Me contó mi consejero periodístico Tíochiro que el domingo anterior tuvo un sueño tortuoso, porque nunca se llegó a imaginar que él haría lo mismo que hacen los alcaldes y gobernadores del país. Soñó que lo habían elegido Alcalde de Valledupar y luego –a pesar de estar inhabilitado- lo eligieron Gobernador del Cesar. Contó que […]

Me contó mi consejero periodístico Tíochiro que el domingo anterior tuvo un sueño tortuoso, porque nunca se llegó a imaginar que él haría lo mismo que hacen los alcaldes y gobernadores del país.
Soñó que lo habían elegido Alcalde de Valledupar y luego –a pesar de estar inhabilitado- lo eligieron Gobernador del Cesar.

Contó que lo primero que hizo en su posesión de Alcalde fue nombrar en su gabinete a todos los recomendados políticos que habían votado por él y aplicó 100% de mermelada y le dio prelación a sus copartidarios.
Luego empezó a construir obras suntuosas de $10, $20, $50, $60 mil millones de pesos y como se dice que es costumbre (en Colombia) se gana el diezmo (ahora es el 30% y 35%) que dan los contratistas por los contratos.

Contó que, en su sueño, inauguró varias obras e inició una agresiva persecución contra sus enemigos políticos. Incluso, en un arranque de acción malévola para complacer su perturbador ego, rebautizó varias obras que sus antecesores habían bautizado: la biblioteca del colegio Prudencia Daza que había sido bautizada por el Alcalde Tuto Uhía con el nombre de su esposa Lisbeth Rosado le puso el nombre de su mamá Fidelina Zuleta. Al colegio Consuelo Araujo le puso el nombre de su tío Aquilino Mieles. Al colegio Rodolfo Campo Soto, lo rebautizó con el nombre de su papá Camilo Manuel Cotes.

Al colegio Joaquín Ochoa Maestre lo rebautizó con el nombre de su abuelo Libardo Cotes Oñate y al patinodromo llamado Elías Ochoa Daza (quien nunca se ha puesto unos patines) le puso el nombre de su querida tía: Alicia Oñate. Al colegio Alfonso Araujo Cotes lo rebautizó con el nombre de la mamá de su esposa: María Elena Zuleta. A la Casa de la Mujer llamada Beatriz García de Vigna (suegra del Gobernador) le puso el nombre de su abuela materna: Mercedes Mieles Ramírez.

Tíochiro también le contó a mi Consejero Tíonan que, en el sueño se sentía orgulloso porque ¡al fin!, había podido complacer a sus familiares.
Después fue Gobernador e hizo lo mismo. Al coliseo de Ferias “Luis Alberto Monsalvo Ramírez” (padre de exgobernador) lo rebautizó con el nombre de su bisabuela manaurera Rosario Ramírez Mieles y al colegio de bachillerato José Guillermo Castro Castro le puso el nombre der su hermano Rolando.
También cambió el nombre del colegio Luis Carlos Galán, en La Jagua de Ibirico, por el de su hermana Leonor María. Al aeropuerto Alfonso López lo rebautizó con el nombre de su tío Rodrigo Zuleta.

Entiendo la contrariedad de mis consejeros por el sueño tan contradictorio, porque ellos han sido críticos que bauticen entidades con nombres de familiares de alcaldes y gobernadores.
Incluso, aseguran que es una práctica no solo de los gobernantes de turno en el Cesar, también lo hacen en cada municipio y departamento del país.

Lo correcto sería que, si el Gobernador o el Alcalde quieren bautizar una avenida o un colegio con el nombre de su papá, su mamá, de su esposa o un hijo, que lo hagan, pero si pagan la obra con plata de sus bolsillos.

Lo que no debiera pasar es que “ellos” usando su condición de jefes administrativos impongan los nombres de sus familiares. Es más, debería haber una prohibición para que alcaldes y gobernadores no sigan cometiendo esas torpezas. Hasta la próxima semana. [email protected] @tiochiro.

Columnista
13 febrero, 2019

“La vez que fui Gobernador y Alcalde”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Me contó mi consejero periodístico Tíochiro que el domingo anterior tuvo un sueño tortuoso, porque nunca se llegó a imaginar que él haría lo mismo que hacen los alcaldes y gobernadores del país. Soñó que lo habían elegido Alcalde de Valledupar y luego –a pesar de estar inhabilitado- lo eligieron Gobernador del Cesar. Contó que […]


Me contó mi consejero periodístico Tíochiro que el domingo anterior tuvo un sueño tortuoso, porque nunca se llegó a imaginar que él haría lo mismo que hacen los alcaldes y gobernadores del país.
Soñó que lo habían elegido Alcalde de Valledupar y luego –a pesar de estar inhabilitado- lo eligieron Gobernador del Cesar.

Contó que lo primero que hizo en su posesión de Alcalde fue nombrar en su gabinete a todos los recomendados políticos que habían votado por él y aplicó 100% de mermelada y le dio prelación a sus copartidarios.
Luego empezó a construir obras suntuosas de $10, $20, $50, $60 mil millones de pesos y como se dice que es costumbre (en Colombia) se gana el diezmo (ahora es el 30% y 35%) que dan los contratistas por los contratos.

Contó que, en su sueño, inauguró varias obras e inició una agresiva persecución contra sus enemigos políticos. Incluso, en un arranque de acción malévola para complacer su perturbador ego, rebautizó varias obras que sus antecesores habían bautizado: la biblioteca del colegio Prudencia Daza que había sido bautizada por el Alcalde Tuto Uhía con el nombre de su esposa Lisbeth Rosado le puso el nombre de su mamá Fidelina Zuleta. Al colegio Consuelo Araujo le puso el nombre de su tío Aquilino Mieles. Al colegio Rodolfo Campo Soto, lo rebautizó con el nombre de su papá Camilo Manuel Cotes.

Al colegio Joaquín Ochoa Maestre lo rebautizó con el nombre de su abuelo Libardo Cotes Oñate y al patinodromo llamado Elías Ochoa Daza (quien nunca se ha puesto unos patines) le puso el nombre de su querida tía: Alicia Oñate. Al colegio Alfonso Araujo Cotes lo rebautizó con el nombre de la mamá de su esposa: María Elena Zuleta. A la Casa de la Mujer llamada Beatriz García de Vigna (suegra del Gobernador) le puso el nombre de su abuela materna: Mercedes Mieles Ramírez.

Tíochiro también le contó a mi Consejero Tíonan que, en el sueño se sentía orgulloso porque ¡al fin!, había podido complacer a sus familiares.
Después fue Gobernador e hizo lo mismo. Al coliseo de Ferias “Luis Alberto Monsalvo Ramírez” (padre de exgobernador) lo rebautizó con el nombre de su bisabuela manaurera Rosario Ramírez Mieles y al colegio de bachillerato José Guillermo Castro Castro le puso el nombre der su hermano Rolando.
También cambió el nombre del colegio Luis Carlos Galán, en La Jagua de Ibirico, por el de su hermana Leonor María. Al aeropuerto Alfonso López lo rebautizó con el nombre de su tío Rodrigo Zuleta.

Entiendo la contrariedad de mis consejeros por el sueño tan contradictorio, porque ellos han sido críticos que bauticen entidades con nombres de familiares de alcaldes y gobernadores.
Incluso, aseguran que es una práctica no solo de los gobernantes de turno en el Cesar, también lo hacen en cada municipio y departamento del país.

Lo correcto sería que, si el Gobernador o el Alcalde quieren bautizar una avenida o un colegio con el nombre de su papá, su mamá, de su esposa o un hijo, que lo hagan, pero si pagan la obra con plata de sus bolsillos.

Lo que no debiera pasar es que “ellos” usando su condición de jefes administrativos impongan los nombres de sus familiares. Es más, debería haber una prohibición para que alcaldes y gobernadores no sigan cometiendo esas torpezas. Hasta la próxima semana. [email protected] @tiochiro.