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Columnista - 24 mayo, 2022

La verdadera expropiación de Petro

Las campañas políticas se ganan no solo con los discursos y la conexión entre un candidato y el votante, sino con la estrategia que conduce la preferencia política. 

Las campañas políticas se ganan no solo con los discursos y la conexión entre un candidato y el votante, sino con la estrategia que conduce la preferencia política. 

En este contexto es muy famoso el alemán Joseph Goebbels, quien en el siniestro propagandismo nazi acuñó una frase muy utilizada hoy por los estrategas, “miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea la mentira más gente la creerá”.

Así apareció el término ‘castrochavista’, como símbolo de pobreza en economías influenciadas por una ideología desaparecida mundialmente, pero actualizada mediáticamente para crear el miedo y la zozobra como lo es el comunismo. Únicamente nos muestran las consecuencias, pasando por alto las reales causas. Es la propaganda negra.  

Por esto en nuestro país, al tiempo que se destapan los escándalos administrativos y todo tipo de fallas del cooptado establecimiento, incluidos los de los organismos de control del Estado, aparecen las arremetidas apocalípticas que han estructurado contra la candidatura de Gustavo Petro, en el intento de no entregar el ancestral poder. 

Dice un amigo filósofo que “el golpe más doloroso es a la cartera”, teoría que coloquialmente se escucha simpática, pero que también es la base sobre la que se funda el terror a las expropiaciones, inoculado con más fuerza hoy ante la inminencia de un gobierno progresista. Piensan que la amenaza a la propiedad privada puede constituirse en el punto de quiebre, que estratégicamente mantendrá al elector en el bando deseado, para mantener el statu quo político y social de la inequitativa vida republicana del país. 

Lo que no contemplan es que ya muchos entendieron que la crisis es el resultado de la incompetencia gubernamental, vía equivocadas políticas macroeconómicas y pauperización de las variables multidimensionales que hoy nos tiene sumergidos en la pobreza, achacada exclusivamente al progresismo de otras latitudes, cuando realmente acá estamos igual o peor, a pesar de que el gobierno local es del corte conservador que falsamente lidera desempeños financieros internacionales, pero que certeramente descuida el bienestar de los nacionales.

En este paisaje son muchos los empresarios que les tocó cerrar debido a la carga impositiva del Estado, tácito socio de las pequeñas empresas vía impuestos y a la depresión del mercado, resultante de la decadente capacidad de compra del consumidor raso; igual, muchos campesinos, pequeños propietarios de tierras, vieron cómo su proyecto de vida se esfumó en las fauces de la corrupción, ante la ausencia de políticas públicas de apoyo a la producción rural, cada vez que la agroindustria no le traslada parte de sus ganancias al finquero que abona su tierra con el sudor de su esfuerzo o cuando inclementemente aprueban importaciones en detrimento de los huérfanos precios de sus productos.  

Ni qué decir de los que en su ilusión de tener vivienda hicieron un crédito y lo perdieron todo ante la imposibilidad de cumplir con las altas cuotas, aplicadas inicialmente a los intereses para beneficio de los voraces banqueros, así algunos obnubilados por la pasión política los califiquen como grandes patriotas. Decía el filósofo Facundo Cabral que “no se sabe quién es más ladrón, si el que roba el banco o quien lo funda”.     

Hoy paradójicamente muchos continúan asustados con la expropiación, siendo que ya están expropiados. Algunos incluso perdieron el espacio político y siguen creyendo en promesas. Otros ven amenazada una riqueza que solo existe en sus cabezas y otros en su cobardía temen a lo desconocido. 

Es el momento de la reflexión, porque independiente al resultado electoral, ya Petro nos expropió la estupidez que nos ligaba a un modelo económico y político de reservadas oportunidades, sin libertad y ajeno a la inteligencia y el compromiso social, como factores de reconocimiento público. Emancípate, tú también puedes. Fuerte abrazo. –

Columnista
24 mayo, 2022

La verdadera expropiación de Petro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Las campañas políticas se ganan no solo con los discursos y la conexión entre un candidato y el votante, sino con la estrategia que conduce la preferencia política. 


Las campañas políticas se ganan no solo con los discursos y la conexión entre un candidato y el votante, sino con la estrategia que conduce la preferencia política. 

En este contexto es muy famoso el alemán Joseph Goebbels, quien en el siniestro propagandismo nazi acuñó una frase muy utilizada hoy por los estrategas, “miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea la mentira más gente la creerá”.

Así apareció el término ‘castrochavista’, como símbolo de pobreza en economías influenciadas por una ideología desaparecida mundialmente, pero actualizada mediáticamente para crear el miedo y la zozobra como lo es el comunismo. Únicamente nos muestran las consecuencias, pasando por alto las reales causas. Es la propaganda negra.  

Por esto en nuestro país, al tiempo que se destapan los escándalos administrativos y todo tipo de fallas del cooptado establecimiento, incluidos los de los organismos de control del Estado, aparecen las arremetidas apocalípticas que han estructurado contra la candidatura de Gustavo Petro, en el intento de no entregar el ancestral poder. 

Dice un amigo filósofo que “el golpe más doloroso es a la cartera”, teoría que coloquialmente se escucha simpática, pero que también es la base sobre la que se funda el terror a las expropiaciones, inoculado con más fuerza hoy ante la inminencia de un gobierno progresista. Piensan que la amenaza a la propiedad privada puede constituirse en el punto de quiebre, que estratégicamente mantendrá al elector en el bando deseado, para mantener el statu quo político y social de la inequitativa vida republicana del país. 

Lo que no contemplan es que ya muchos entendieron que la crisis es el resultado de la incompetencia gubernamental, vía equivocadas políticas macroeconómicas y pauperización de las variables multidimensionales que hoy nos tiene sumergidos en la pobreza, achacada exclusivamente al progresismo de otras latitudes, cuando realmente acá estamos igual o peor, a pesar de que el gobierno local es del corte conservador que falsamente lidera desempeños financieros internacionales, pero que certeramente descuida el bienestar de los nacionales.

En este paisaje son muchos los empresarios que les tocó cerrar debido a la carga impositiva del Estado, tácito socio de las pequeñas empresas vía impuestos y a la depresión del mercado, resultante de la decadente capacidad de compra del consumidor raso; igual, muchos campesinos, pequeños propietarios de tierras, vieron cómo su proyecto de vida se esfumó en las fauces de la corrupción, ante la ausencia de políticas públicas de apoyo a la producción rural, cada vez que la agroindustria no le traslada parte de sus ganancias al finquero que abona su tierra con el sudor de su esfuerzo o cuando inclementemente aprueban importaciones en detrimento de los huérfanos precios de sus productos.  

Ni qué decir de los que en su ilusión de tener vivienda hicieron un crédito y lo perdieron todo ante la imposibilidad de cumplir con las altas cuotas, aplicadas inicialmente a los intereses para beneficio de los voraces banqueros, así algunos obnubilados por la pasión política los califiquen como grandes patriotas. Decía el filósofo Facundo Cabral que “no se sabe quién es más ladrón, si el que roba el banco o quien lo funda”.     

Hoy paradójicamente muchos continúan asustados con la expropiación, siendo que ya están expropiados. Algunos incluso perdieron el espacio político y siguen creyendo en promesas. Otros ven amenazada una riqueza que solo existe en sus cabezas y otros en su cobardía temen a lo desconocido. 

Es el momento de la reflexión, porque independiente al resultado electoral, ya Petro nos expropió la estupidez que nos ligaba a un modelo económico y político de reservadas oportunidades, sin libertad y ajeno a la inteligencia y el compromiso social, como factores de reconocimiento público. Emancípate, tú también puedes. Fuerte abrazo. –