Por: Raúl Bermúdez Márquez Es considerada la universidad más grande e importante de Colombia por su capacidad investigativa. Cuenta con 8 sedes, 94 programas de pregrado, 114 especializaciones, 38 especialidades médicas u odontológicas, 131 maestrías, 46 doctorados. Su población estudiantil asciende a los 43.341 alumnos, de los cuales 39.382 pertenecen a pregrado y 3.959 a […]
Por: Raúl Bermúdez Márquez
Es considerada la universidad más grande e importante de Colombia por su capacidad investigativa. Cuenta con 8 sedes, 94 programas de pregrado, 114 especializaciones, 38 especialidades médicas u odontológicas, 131 maestrías, 46 doctorados. Su población estudiantil asciende a los 43.341 alumnos, de los cuales 39.382 pertenecen a pregrado y 3.959 a posgrado, repartidos en sus ocho sedes ubicadas en distintas regiones del país. Presenta el porcentaje más alto de investigación realizada en Colombia y el décimo en Latinoamérica. Está ubicada en el puesto 10 de las 100 mejores universidades de Latinoamérica.
El Consejo Nacional de Acreditación le otorgó la Acreditación Institucional por un periodo de 10 años, la mayor desde que existe este organismo evaluador. Cuenta con un total de 2975 docentes de planta, de los cuales el 30% tienen doctorado, el 43% maestría, el 8.7% con especialidad médica, el 9% con especialización y 9.3% con pregrado. Me refiero obviamente a la Universidad Nacional de Colombia, esa formidable institución que tiene todas las intenciones de construir su sede en el Caribe continental, aquí muy cerca, en el municipio fronterizo de la Paz.
Su historia está ligada a nuestra historia. La idea de universidad pública en Colombia, empezó a forjarse con la promulgación de la Ley 8 de 1826 “Sobre organización y arreglo de la Instrucción Pública”. En esa época se fundó la Universidad Central de la República, con sedes en Bogotá, Caracas y Quito. Luego los gobiernos federalistas, aduciendo que las universidades eran monopolios de enseñanza y de trabajo que atentaban contra la libertad individual, cierran la Universidad Central, pero en 1864 José María Samper, antiguo radical, presentó un proyecto de Ley al Congreso, de lo que llamó “Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia”. El paso definitivo en su consolidación se dio con la expedición de la Ley 66 de 1867, que creó la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia. Pero su entorno se ensombreció debido a los múltiples conflictos políticos y sociales de finales del siglo XIX.
En el período de la Regeneración, la Universidad fue satanizada y se le imputó la causalidad de la inestabilidad política y de la desazón social que rodeó el proceso de la Constitución de 1886. Debido a ello, la U regresó al control directo del Estado, y perdió su limitada autonomía. Sin embargo, la idea de Universidad continuó siendo defendida por quienes, como Uribe Uribe, estimaban que debería ser “nacional y moderna; actual y evolutiva; experimental y unificadora”.
Hasta que la reforma de 1935 del presidente López Pumarejo configuró a la universidad tal como se conoce hoy: organizada en facultades dentro de un solo campus. La Reforma Universitaria se expidió a través de la Ley 68 de 1936 y llevó a la promulgación de la Ley Orgánica de la Universidad. El Artículo 5 de la Ley 68 facultó al Gobierno para que comprara terrenos que se destinarían a la construcción de la Ciudad Blanca. Desde ese momento, aparece el concepto de Ciudad Universitaria y de regionalización que sustentó la creación de sedes en diversas zonas del país. En ese propósito, le llegó el turno al Caribe continental y gracias a Dios y al Gobernador Cristian Moreno, las cosas están dadas para que el Cesar ostente ese privilegio. Que no es producto del azar, sino como lo apunta el rector Wasserman, deriva de los profundos vínculos afectivos que forjaron ilustres egresados cesarenses que dejaron huella en su historia: Leonardo Maya Brugés, José Francisco Socarrás, Ciro Pupo Martínez, Rafael Carrillo Lúquez, entre los ausentes. Aníbal Martínez, Alfonso Araujo, Ciro Quiroz, Evelio Daza, Raúl Valle, entre los presentes.
Contaba el doctor Wasserman que una vecina del campus de la sede de Bogotá, le pidió permiso para sembrar tres palos de mango en su interior, para cuando sus hijos de ocho y seis años estudien allí, tengan la posibilidad de disfrutar sus jugosos frutos durante el recreo. En la futura sede Caribe, los estudiantes del Cesar, la Guajira, Magdalena, sur de Bolívar y el Zulia venezolano, sólo tendrán que vaciarlos en el morral, recolectados de los frondosos árboles que adornarán el camino a la U.
Por: Raúl Bermúdez Márquez Es considerada la universidad más grande e importante de Colombia por su capacidad investigativa. Cuenta con 8 sedes, 94 programas de pregrado, 114 especializaciones, 38 especialidades médicas u odontológicas, 131 maestrías, 46 doctorados. Su población estudiantil asciende a los 43.341 alumnos, de los cuales 39.382 pertenecen a pregrado y 3.959 a […]
Por: Raúl Bermúdez Márquez
Es considerada la universidad más grande e importante de Colombia por su capacidad investigativa. Cuenta con 8 sedes, 94 programas de pregrado, 114 especializaciones, 38 especialidades médicas u odontológicas, 131 maestrías, 46 doctorados. Su población estudiantil asciende a los 43.341 alumnos, de los cuales 39.382 pertenecen a pregrado y 3.959 a posgrado, repartidos en sus ocho sedes ubicadas en distintas regiones del país. Presenta el porcentaje más alto de investigación realizada en Colombia y el décimo en Latinoamérica. Está ubicada en el puesto 10 de las 100 mejores universidades de Latinoamérica.
El Consejo Nacional de Acreditación le otorgó la Acreditación Institucional por un periodo de 10 años, la mayor desde que existe este organismo evaluador. Cuenta con un total de 2975 docentes de planta, de los cuales el 30% tienen doctorado, el 43% maestría, el 8.7% con especialidad médica, el 9% con especialización y 9.3% con pregrado. Me refiero obviamente a la Universidad Nacional de Colombia, esa formidable institución que tiene todas las intenciones de construir su sede en el Caribe continental, aquí muy cerca, en el municipio fronterizo de la Paz.
Su historia está ligada a nuestra historia. La idea de universidad pública en Colombia, empezó a forjarse con la promulgación de la Ley 8 de 1826 “Sobre organización y arreglo de la Instrucción Pública”. En esa época se fundó la Universidad Central de la República, con sedes en Bogotá, Caracas y Quito. Luego los gobiernos federalistas, aduciendo que las universidades eran monopolios de enseñanza y de trabajo que atentaban contra la libertad individual, cierran la Universidad Central, pero en 1864 José María Samper, antiguo radical, presentó un proyecto de Ley al Congreso, de lo que llamó “Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia”. El paso definitivo en su consolidación se dio con la expedición de la Ley 66 de 1867, que creó la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia. Pero su entorno se ensombreció debido a los múltiples conflictos políticos y sociales de finales del siglo XIX.
En el período de la Regeneración, la Universidad fue satanizada y se le imputó la causalidad de la inestabilidad política y de la desazón social que rodeó el proceso de la Constitución de 1886. Debido a ello, la U regresó al control directo del Estado, y perdió su limitada autonomía. Sin embargo, la idea de Universidad continuó siendo defendida por quienes, como Uribe Uribe, estimaban que debería ser “nacional y moderna; actual y evolutiva; experimental y unificadora”.
Hasta que la reforma de 1935 del presidente López Pumarejo configuró a la universidad tal como se conoce hoy: organizada en facultades dentro de un solo campus. La Reforma Universitaria se expidió a través de la Ley 68 de 1936 y llevó a la promulgación de la Ley Orgánica de la Universidad. El Artículo 5 de la Ley 68 facultó al Gobierno para que comprara terrenos que se destinarían a la construcción de la Ciudad Blanca. Desde ese momento, aparece el concepto de Ciudad Universitaria y de regionalización que sustentó la creación de sedes en diversas zonas del país. En ese propósito, le llegó el turno al Caribe continental y gracias a Dios y al Gobernador Cristian Moreno, las cosas están dadas para que el Cesar ostente ese privilegio. Que no es producto del azar, sino como lo apunta el rector Wasserman, deriva de los profundos vínculos afectivos que forjaron ilustres egresados cesarenses que dejaron huella en su historia: Leonardo Maya Brugés, José Francisco Socarrás, Ciro Pupo Martínez, Rafael Carrillo Lúquez, entre los ausentes. Aníbal Martínez, Alfonso Araujo, Ciro Quiroz, Evelio Daza, Raúl Valle, entre los presentes.
Contaba el doctor Wasserman que una vecina del campus de la sede de Bogotá, le pidió permiso para sembrar tres palos de mango en su interior, para cuando sus hijos de ocho y seis años estudien allí, tengan la posibilidad de disfrutar sus jugosos frutos durante el recreo. En la futura sede Caribe, los estudiantes del Cesar, la Guajira, Magdalena, sur de Bolívar y el Zulia venezolano, sólo tendrán que vaciarlos en el morral, recolectados de los frondosos árboles que adornarán el camino a la U.