Quisiera, la verdad, no tener que mencionar en estas notas situaciones penosas que ponen de manifiesto lo que somos realmente en este burdel de país. Lo digo porque tenemos representantes mañosos y llenos de un ingenio maquiavélico que brindan su sagacidad perversa para ser más que los demás y sacarle provecho a la tan recurrente […]
Quisiera, la verdad, no tener que mencionar en estas notas situaciones penosas que ponen de manifiesto lo que somos realmente en este burdel de país. Lo digo porque tenemos representantes mañosos y llenos de un ingenio maquiavélico que brindan su sagacidad perversa para ser más que los demás y sacarle provecho a la tan recurrente malicia indígena de la cual gozamos los colombianos.
Del Orinoco el cauce/ se colma de despojos/ de sangre y llanto un rio/ se mira allí correr/ En Bárbula no saben/ las almas ni los ojos/ si admiración o espanto/ sentir o padecer. Eso dice nuestro himno que entonamos con respeto el día 20 de julio para conmemorar la independencia de nuestro pueblo del yugo español. Doscientos nueve años hace que nos creemos libres. Pero no nos damos cuenta como dicen los memes de las redes sociales que “Celebramos el día que nos cansamos de que nos robaran los Españoles y comenzamos a elegir a nuestros propios ladrones” esta fecha tan patriota nos marca la imagen de un presidente saliente del senado, “el señor” Macías muy a lo criollo él, tenía que cerrar con broche de oro su paso por la dirección del senado.
La gran jugada política del senador la marcó negándole a la oposición su legítimo derecho a la réplica. En medio del acto en el congreso el senador del Centro Democrático, no se dio cuenta de que su micrófono estaba encendido y mencionó claramente cuál era su estrategia para impedir que la oposición pudiese intervenir.
“Esa es mi última jugadita” Al parecer, la ‘jugadita’ de Macías estaba planeada. La réplica no aparecía en el orden del día del legislativo y para que los partidos contrarios al gobierno de Iván Duque pudieran intervenir, fue necesario radicar una proposición que pedía el derecho a réplica. Esto parece insignificante y hasta “normal” porque de eso estamos hechos los Colombianos de creer que pasar por encima de los demás nos hace más inteligentes y más sagaces, “El que tiene más saliva más harina traga” El negocio político, las empresas electorales, el puesto en el congreso, es nuestra mejor jugada y pase lo que pase y nos cueste lo que sea, mi objetivo es llegar; mi ambición no puede pararse a sollozar por el dolor ajeno. No es cierto que me importe la suerte de la salud en Colombia, ni los niveles de desempleo, tampoco es cierto que me importe si me descubren haciendo trampas, poniéndole zancadillas a mis opositores.
Lo que me interesa y realmente me importa es mi beneficio particular, que mi partido y mi endiosado jefe político se favorezca de “mis jugadas políticas” y de eso sí que saben los dirigentes que nos representan indignamente en un espacio que merece respeto como el congreso de la república. Mientras Duque en su discurso de instalación del congreso mencionaba estrategias para combatir la persecución a los líderes sociales; las balas, justo en ese momento, silenciaban a Yamile Guerra, abogada que defendía el páramo de Santurban en Bucaramanga. Esto es inverosímil, pero es la cruda realidad. ¿Es esto acaso lo que se merecen nuestros hijos? Seguimos dormidos pensando en los huevos del gallo. Sólo Eso.
Quisiera, la verdad, no tener que mencionar en estas notas situaciones penosas que ponen de manifiesto lo que somos realmente en este burdel de país. Lo digo porque tenemos representantes mañosos y llenos de un ingenio maquiavélico que brindan su sagacidad perversa para ser más que los demás y sacarle provecho a la tan recurrente […]
Quisiera, la verdad, no tener que mencionar en estas notas situaciones penosas que ponen de manifiesto lo que somos realmente en este burdel de país. Lo digo porque tenemos representantes mañosos y llenos de un ingenio maquiavélico que brindan su sagacidad perversa para ser más que los demás y sacarle provecho a la tan recurrente malicia indígena de la cual gozamos los colombianos.
Del Orinoco el cauce/ se colma de despojos/ de sangre y llanto un rio/ se mira allí correr/ En Bárbula no saben/ las almas ni los ojos/ si admiración o espanto/ sentir o padecer. Eso dice nuestro himno que entonamos con respeto el día 20 de julio para conmemorar la independencia de nuestro pueblo del yugo español. Doscientos nueve años hace que nos creemos libres. Pero no nos damos cuenta como dicen los memes de las redes sociales que “Celebramos el día que nos cansamos de que nos robaran los Españoles y comenzamos a elegir a nuestros propios ladrones” esta fecha tan patriota nos marca la imagen de un presidente saliente del senado, “el señor” Macías muy a lo criollo él, tenía que cerrar con broche de oro su paso por la dirección del senado.
La gran jugada política del senador la marcó negándole a la oposición su legítimo derecho a la réplica. En medio del acto en el congreso el senador del Centro Democrático, no se dio cuenta de que su micrófono estaba encendido y mencionó claramente cuál era su estrategia para impedir que la oposición pudiese intervenir.
“Esa es mi última jugadita” Al parecer, la ‘jugadita’ de Macías estaba planeada. La réplica no aparecía en el orden del día del legislativo y para que los partidos contrarios al gobierno de Iván Duque pudieran intervenir, fue necesario radicar una proposición que pedía el derecho a réplica. Esto parece insignificante y hasta “normal” porque de eso estamos hechos los Colombianos de creer que pasar por encima de los demás nos hace más inteligentes y más sagaces, “El que tiene más saliva más harina traga” El negocio político, las empresas electorales, el puesto en el congreso, es nuestra mejor jugada y pase lo que pase y nos cueste lo que sea, mi objetivo es llegar; mi ambición no puede pararse a sollozar por el dolor ajeno. No es cierto que me importe la suerte de la salud en Colombia, ni los niveles de desempleo, tampoco es cierto que me importe si me descubren haciendo trampas, poniéndole zancadillas a mis opositores.
Lo que me interesa y realmente me importa es mi beneficio particular, que mi partido y mi endiosado jefe político se favorezca de “mis jugadas políticas” y de eso sí que saben los dirigentes que nos representan indignamente en un espacio que merece respeto como el congreso de la república. Mientras Duque en su discurso de instalación del congreso mencionaba estrategias para combatir la persecución a los líderes sociales; las balas, justo en ese momento, silenciaban a Yamile Guerra, abogada que defendía el páramo de Santurban en Bucaramanga. Esto es inverosímil, pero es la cruda realidad. ¿Es esto acaso lo que se merecen nuestros hijos? Seguimos dormidos pensando en los huevos del gallo. Sólo Eso.