Colombia está en una encrucijada histórica: la transición energética. El discurso oficial la presenta como un salto hacia un futuro más limpio y sostenible, pero ¿es esta transición realmente viable o estamos cayendo en un espejismo que podría costarnos muy caro? La verdad es que este cambio plantea preguntas difíciles y verdades incómodas que debemos enfrentar con realismo.
Colombia está en una encrucijada histórica: la transición energética. El discurso oficial la presenta como un salto hacia un futuro más limpio y sostenible, pero ¿es esta transición realmente viable o estamos cayendo en un espejismo que podría costarnos muy caro? La verdad es que este cambio plantea preguntas difíciles y verdades incómodas que debemos enfrentar con realismo.
Seamos claros: si dejamos de exportar carbón, otros países simplemente cubrirán la demanda, sin una reducción real de las emisiones globales. Lo que perderá Colombia es una fuente clave de ingresos que financia hospitales, escuelas y programas sociales. Es una decisión con consecuencias reales para millones de colombianos.
Conclusión: Colombia tiene el potencial de liderar un modelo de transición equilibrado y justo. Pero para lograrlo, debemos estar dispuestos a debatir, reflexionar y tomar decisiones informadas. Este no es solo un debate sobre energía; es una discusión sobre nuestro futuro como nación.
Por. Hernán Restrepo.
Colombia está en una encrucijada histórica: la transición energética. El discurso oficial la presenta como un salto hacia un futuro más limpio y sostenible, pero ¿es esta transición realmente viable o estamos cayendo en un espejismo que podría costarnos muy caro? La verdad es que este cambio plantea preguntas difíciles y verdades incómodas que debemos enfrentar con realismo.
Colombia está en una encrucijada histórica: la transición energética. El discurso oficial la presenta como un salto hacia un futuro más limpio y sostenible, pero ¿es esta transición realmente viable o estamos cayendo en un espejismo que podría costarnos muy caro? La verdad es que este cambio plantea preguntas difíciles y verdades incómodas que debemos enfrentar con realismo.
Seamos claros: si dejamos de exportar carbón, otros países simplemente cubrirán la demanda, sin una reducción real de las emisiones globales. Lo que perderá Colombia es una fuente clave de ingresos que financia hospitales, escuelas y programas sociales. Es una decisión con consecuencias reales para millones de colombianos.
Conclusión: Colombia tiene el potencial de liderar un modelo de transición equilibrado y justo. Pero para lograrlo, debemos estar dispuestos a debatir, reflexionar y tomar decisiones informadas. Este no es solo un debate sobre energía; es una discusión sobre nuestro futuro como nación.
Por. Hernán Restrepo.