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Columnista - 15 mayo, 2020

La tía Fita, que era tan buena

Hace muchos años, pero no se me olvida porque yo recuerdo a mis familiares con mucho cariño, escribí a raíz de la muerte de mi tío papá Buenaventura Aponte Martínez un artículo titulado ‘Buena era bueno’ y hoy con el corazón herido y el alma triste el destino me golpea nuevamente con el fallecimiento de […]

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Hace muchos años, pero no se me olvida porque yo recuerdo a mis familiares con mucho cariño, escribí a raíz de la muerte de mi tío papá Buenaventura Aponte Martínez un artículo titulado ‘Buena era bueno’ y hoy con el corazón herido y el alma triste el destino me golpea nuevamente con el fallecimiento de Josefa Aponte Martínez, mi tía Fita que era un ser excepcional, dedicó su vida a servirle a la familia, pero especialmente a sus sobrinos, los hijos de Millo, Buena, Rafa y El Beato, quienes encontraron en ella otra mamá que los ayudó a levantar y a educar para llevarlos a ser distinguidos profesionales, que todos los días la rodeaban, ‘pechichaban’ y reconocían en ella su baluarte espiritual.

Era mi tía Fita una mujer de temple, verraca, mandona como todos los Aponte, pero llena de ternura que irradiaba amor para todos sus semejantes; hoy por hoy como dijo su sobrino el doctor Luciano Aponte, ‘era el centro de la fraternidad de la familia’ o como dijo otro sobrino de los 150 o más que tuvo, Arnoldo Aponte, ‘era el referente de la familia’ y como sabiamente remató el doctor Alfonso Monsalvo: ‘Josefa era la mamá universal de los Aponte’. Después de una larga vida de servicio, porque ella sí que va derechito para el cielo, Dios la llamó a que le hiciera compañía y le deleitara con unos deliciosos merengues, que solo ella sabía hacer, y le asesorara en el arte de servirle al prójimo, especialmente a su familia, tema en el cual era especializada.

Mi tía Fita fue mi amiga, mi compañera, mi condiscípulo, “con ella hice tantas cosas que la vida se hizo hermosa”, me deleitaba viéndola comer como un pajarito: un poquito de carne molida, casi que como arena, con un buñuelo o un rosquetico y el inmancable café de lecho o un huevo sin yema que le dieron una larga vida física y espiritual muy sana; yo gozaba con sus ocurrencias y era feliz viendo hacer lo que más le gustaba, servir ese fue su fuerte y yo me complazco tratando de imitarla.

Por razones que todos conocemos no la he podido acompañar en este terrible momento y darles un abrazo a mi tía Laura, su compañera inseparable, de siempre, a Milla que está en Bogotá ejerciendo su función apostólica de monja y a Millo, Rafa, Efraín, Tirza y Rosalba, hermanos que quedan vivos de más de 35 que fueron.

Sabroso así, todo el que me llama porque no pueden venir, pero han sido muchos para darme el pésame lo primero que me dicen es “tan buena Josefa, era ejemplar, irradiaba amor, que gran familiar perdiste” y pienso si Buena era bueno, Josefa era tan buena que quizás era mejor.

Descansa en paz tía Fita, de seguro que nos harás mucha falta, te extrañaremos pero nos alegra saber que allá encontrarás la buena compañía de la señora Nena, tu mamá y de tus hermanos Buena, Toño, El Beato y 25 o más que no hay espacio para citarlos que te recibirán con un fuerte abrazo, adiós mi querida tía Josefa, mi inolvidable y adorada tía Fita, encabezado por tu hermano y mi papá Chema Aponte.

El Gobierno publica las cosas fallas y no dice que las 46 excepciones de empresas para trabajar deben de estar provistas de una certificación de la Secretaría de Gobierno Municipal, en donde certifiquen que cumplen las exigencias para poder laborar y atender al público, así que ya lo saben, si no la tienen acudan al despacho con los papeles en regla para evitar que sus negocios sean cerrados y sancionados.

Columnista
15 mayo, 2020

La tía Fita, que era tan buena

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Hace muchos años, pero no se me olvida porque yo recuerdo a mis familiares con mucho cariño, escribí a raíz de la muerte de mi tío papá Buenaventura Aponte Martínez un artículo titulado ‘Buena era bueno’ y hoy con el corazón herido y el alma triste el destino me golpea nuevamente con el fallecimiento de […]


Hace muchos años, pero no se me olvida porque yo recuerdo a mis familiares con mucho cariño, escribí a raíz de la muerte de mi tío papá Buenaventura Aponte Martínez un artículo titulado ‘Buena era bueno’ y hoy con el corazón herido y el alma triste el destino me golpea nuevamente con el fallecimiento de Josefa Aponte Martínez, mi tía Fita que era un ser excepcional, dedicó su vida a servirle a la familia, pero especialmente a sus sobrinos, los hijos de Millo, Buena, Rafa y El Beato, quienes encontraron en ella otra mamá que los ayudó a levantar y a educar para llevarlos a ser distinguidos profesionales, que todos los días la rodeaban, ‘pechichaban’ y reconocían en ella su baluarte espiritual.

Era mi tía Fita una mujer de temple, verraca, mandona como todos los Aponte, pero llena de ternura que irradiaba amor para todos sus semejantes; hoy por hoy como dijo su sobrino el doctor Luciano Aponte, ‘era el centro de la fraternidad de la familia’ o como dijo otro sobrino de los 150 o más que tuvo, Arnoldo Aponte, ‘era el referente de la familia’ y como sabiamente remató el doctor Alfonso Monsalvo: ‘Josefa era la mamá universal de los Aponte’. Después de una larga vida de servicio, porque ella sí que va derechito para el cielo, Dios la llamó a que le hiciera compañía y le deleitara con unos deliciosos merengues, que solo ella sabía hacer, y le asesorara en el arte de servirle al prójimo, especialmente a su familia, tema en el cual era especializada.

Mi tía Fita fue mi amiga, mi compañera, mi condiscípulo, “con ella hice tantas cosas que la vida se hizo hermosa”, me deleitaba viéndola comer como un pajarito: un poquito de carne molida, casi que como arena, con un buñuelo o un rosquetico y el inmancable café de lecho o un huevo sin yema que le dieron una larga vida física y espiritual muy sana; yo gozaba con sus ocurrencias y era feliz viendo hacer lo que más le gustaba, servir ese fue su fuerte y yo me complazco tratando de imitarla.

Por razones que todos conocemos no la he podido acompañar en este terrible momento y darles un abrazo a mi tía Laura, su compañera inseparable, de siempre, a Milla que está en Bogotá ejerciendo su función apostólica de monja y a Millo, Rafa, Efraín, Tirza y Rosalba, hermanos que quedan vivos de más de 35 que fueron.

Sabroso así, todo el que me llama porque no pueden venir, pero han sido muchos para darme el pésame lo primero que me dicen es “tan buena Josefa, era ejemplar, irradiaba amor, que gran familiar perdiste” y pienso si Buena era bueno, Josefa era tan buena que quizás era mejor.

Descansa en paz tía Fita, de seguro que nos harás mucha falta, te extrañaremos pero nos alegra saber que allá encontrarás la buena compañía de la señora Nena, tu mamá y de tus hermanos Buena, Toño, El Beato y 25 o más que no hay espacio para citarlos que te recibirán con un fuerte abrazo, adiós mi querida tía Josefa, mi inolvidable y adorada tía Fita, encabezado por tu hermano y mi papá Chema Aponte.

El Gobierno publica las cosas fallas y no dice que las 46 excepciones de empresas para trabajar deben de estar provistas de una certificación de la Secretaría de Gobierno Municipal, en donde certifiquen que cumplen las exigencias para poder laborar y atender al público, así que ya lo saben, si no la tienen acudan al despacho con los papeles en regla para evitar que sus negocios sean cerrados y sancionados.