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Columnista - 2 octubre, 2020

La tenacidad

“Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón”. Ezequiel 3,7         Dios había hablado al profeta, diciéndole que fuera y entrara a la casa de Israel y les hablara sus palabras. Pero, le […]

“Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón”. Ezequiel 3,7

        Dios había hablado al profeta, diciéndole que fuera y entrara a la casa de Israel y les hablara sus palabras. Pero, le advirtió también, que el pueblo no lo iba a escuchar, porque no lo quería escuchar a él, por cuanto toda la casa de Israel era dura de frente y obstinada de corazón. 

La tarea que se le había encomendado al profeta era clara. Lo que no resultaba tan claro era el propósito final de dicha comisión. ¿Cuál era el sentido de ir a hablarle a un pueblo que ya se sabía de antemano que no iba a escuchar el mensaje? ¿Si el pueblo no iba a recibir el mensaje, para qué ir? ¿No era eso, acaso, una pérdida de tiempo?

        Es justamente este, el punto que quiero enfatizar. El desafío presente para todos aquellos que pretenden ser exitosos y agradar al Señor es el de no detenerse a analizar la necesidad de la misión que nos ha sido encomendada; sino que, nuestro llamado es a obedecer las instrucciones de aquel que nos ha enviado aun cuando, muchas veces no entendamos las razones por las cuales nos ha enviado.  

        Pongo, por ejemplo, cuando Dios en el libro de los Hechos, le habló a Ananías para que fuera a visitar al postrado y aporreado Saulo; este le replicó que tal misión sería una locura, puesto que conocía que este perseguía a los cristianos. Es decir, al no entender la razón por la cual estaba siendo enviado, no quería obedecer. Creo que, cuando Dios nos ha llamado a llevar a cabo una misión, no debemos perder tiempo en analizar sus pedidos, sino apresurarnos en cumplirlos.

        Era necesario que el profeta fuera tenaz y tuviera valentía para cumplir la tarea que se le había encomendado. No sería nada fácil ni agradable tener que ir a hablarles a personas rebeldes que no tienen ningún interés en escuchar. Cuando nos sentimos intimidados por personas de actitud agresiva y obstinada, nuestra reacción natural es pedirle al Señor que él les hable, o como Moisés, renunciar a la comisión y sugerirle a Dios que mejor envíe a otra persona.

Dios tuvo que fortalecer el corazón del profeta al revelarle lo que iba a ocurrir y anunciarle que el temor no lo vencería. Esta convicción y fortaleza espiritual es un elemento indispensable para hacerle frente a esas situaciones adversas que preferiríamos evitar. Dios reviste de fortaleza a todos aquellos que están dispuestos a ser sus mensajeros. Los envíos o comisiones no serán solamente a situaciones agradables, sino también a aquellas que requerirán valentía y coraje.

La enseñanza que debemos tomar es que, de cara a las situaciones adversas de la vida, aun aquellas en las que intuimos el resultado, no nos amedrentemos; sino, sigamos adelante de la mano del Señor. Si Dios nos envía o manda a hacer algo, Él irá con nosotros para apoyarnos y ayudarnos a lograrlo.  Una verdad de a puño es que, Él no envía a los suyos sin los elementos necesarios para cumplir la tarea que tienen por delante.  

¡Adelante con tenacidad, haciendo lo que nos corresponde, en obediencia al Señor!

Abrazo fraterno en Cristo 

Columnista
2 octubre, 2020

La tenacidad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón”. Ezequiel 3,7         Dios había hablado al profeta, diciéndole que fuera y entrara a la casa de Israel y les hablara sus palabras. Pero, le […]


“Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón”. Ezequiel 3,7

        Dios había hablado al profeta, diciéndole que fuera y entrara a la casa de Israel y les hablara sus palabras. Pero, le advirtió también, que el pueblo no lo iba a escuchar, porque no lo quería escuchar a él, por cuanto toda la casa de Israel era dura de frente y obstinada de corazón. 

La tarea que se le había encomendado al profeta era clara. Lo que no resultaba tan claro era el propósito final de dicha comisión. ¿Cuál era el sentido de ir a hablarle a un pueblo que ya se sabía de antemano que no iba a escuchar el mensaje? ¿Si el pueblo no iba a recibir el mensaje, para qué ir? ¿No era eso, acaso, una pérdida de tiempo?

        Es justamente este, el punto que quiero enfatizar. El desafío presente para todos aquellos que pretenden ser exitosos y agradar al Señor es el de no detenerse a analizar la necesidad de la misión que nos ha sido encomendada; sino que, nuestro llamado es a obedecer las instrucciones de aquel que nos ha enviado aun cuando, muchas veces no entendamos las razones por las cuales nos ha enviado.  

        Pongo, por ejemplo, cuando Dios en el libro de los Hechos, le habló a Ananías para que fuera a visitar al postrado y aporreado Saulo; este le replicó que tal misión sería una locura, puesto que conocía que este perseguía a los cristianos. Es decir, al no entender la razón por la cual estaba siendo enviado, no quería obedecer. Creo que, cuando Dios nos ha llamado a llevar a cabo una misión, no debemos perder tiempo en analizar sus pedidos, sino apresurarnos en cumplirlos.

        Era necesario que el profeta fuera tenaz y tuviera valentía para cumplir la tarea que se le había encomendado. No sería nada fácil ni agradable tener que ir a hablarles a personas rebeldes que no tienen ningún interés en escuchar. Cuando nos sentimos intimidados por personas de actitud agresiva y obstinada, nuestra reacción natural es pedirle al Señor que él les hable, o como Moisés, renunciar a la comisión y sugerirle a Dios que mejor envíe a otra persona.

Dios tuvo que fortalecer el corazón del profeta al revelarle lo que iba a ocurrir y anunciarle que el temor no lo vencería. Esta convicción y fortaleza espiritual es un elemento indispensable para hacerle frente a esas situaciones adversas que preferiríamos evitar. Dios reviste de fortaleza a todos aquellos que están dispuestos a ser sus mensajeros. Los envíos o comisiones no serán solamente a situaciones agradables, sino también a aquellas que requerirán valentía y coraje.

La enseñanza que debemos tomar es que, de cara a las situaciones adversas de la vida, aun aquellas en las que intuimos el resultado, no nos amedrentemos; sino, sigamos adelante de la mano del Señor. Si Dios nos envía o manda a hacer algo, Él irá con nosotros para apoyarnos y ayudarnos a lograrlo.  Una verdad de a puño es que, Él no envía a los suyos sin los elementos necesarios para cumplir la tarea que tienen por delante.  

¡Adelante con tenacidad, haciendo lo que nos corresponde, en obediencia al Señor!

Abrazo fraterno en Cristo