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Columnista - 31 julio, 2023

La sordera de los Rodolfos…

El mote que hemos elegido en el día de hoy está más para una puya, o el pie forza’o de una piquería, que para encabezar este editorial, con todo, al final serán ustedes quienes saquen sus propias conclusiones no solo acerca del título sino también de su contenido.

Lo admitimos. El mote que hemos elegido en el día de hoy está más para una puya, o el pie forza’o de una piquería, que para encabezar este editorial, con todo, al final serán ustedes quienes saquen sus propias conclusiones no solo acerca del título sino también de su contenido.


Sea lo primero expresar que cuando todo parecía a su favor, este personaje cometió varios errores garrafales que le significaron la derrota, como fue el de dejar tirada la campaña para mostrar imágenes donde aparece a bordo de un lujoso yate, tomando whisky y bailando con unas damas en vestido de baño, como lo haría cualquier “traqueto”. Eso lo hizo con el fin de evitar el debate propuesto por su adversario, que, si bien no definía absolutamente nada, el evadirlo sí tuvo efectos nefastos para el ingeniero Rodolfo Hernández. Eso lo define como una persona ciega y sordomuda, como dice la canción de Shakira.


Pero siguen sus errores, pues contrario a lo que se esperaba, aceptó ser senador de la República teniendo cuentas pendientes con la justicia por el sonado caso de Vitalogic, correspondiéndole a la Corte Suprema de Justicia, investigarlo. Como suele hacerlo el alto tribunal de justicia, con todo rigor. Al poco tiempo se percata de su dislate y renuncia a la curul, para lanzarse de candidato a la Gobernación de Santander, haciendo caso omiso de la destitución e inhabilidad por 14 años, para ejercer cargo público que le impuso la Procuraduría General de la Nación (¡!).


Seguimos con otro ingeniero, también de nombre Rodolfo, solo que este es oriundo de Valledupar. Se trata de Rodolfo Campo Soto, que no conforme con haber sido elegido alcalde en dos ocasiones, siendo su primera administración, mejor que la segunda, se lanzó por tercera vez, contraviniendo el sabio consejo de los entendidos, y pasó lo que tenía que pasar, fue derrotado por Johnny Pérez Oñate. El ejercicio fue replicado tiempo después, por el presidente Uribe Vélez, quien reformó la Constitución Política para hacerse reelegir de manera inmediata para un segundo período, pero su ambición desmedida lo llevó a aspirar a un tercer mandato, situación que la Corte Constitucional no avaló por considerar que con ello se violaba el sistema de pesos y contrapesos propio de las democracias liberales del mundo. Hoy el ingeniero Rodolfo (el de aquí), quiere reverdecer laureles con su hija María Isabel Campo Cuello, quien se lanza a la Alcaldía de Valledupar. Esperamos que esta joven candidata no haya heredado los defectos de su progenitor. Si alguien conoce de otro Rodolfo terco, por favor nos lo hacen saber.

Nota de cierre: Siguiendo con el tema, en Valledupar la terquedad parece no tener límites, pues Luis Alberto Monsalvo, termina su mandato con medida domiciliaria, luego de ser hallado responsable penalmente por el delito de corrupción al elector, y la casa Gnecco avala la candidatura de María Elvia Sanjuán, también con cuentas pendientes con la justicia por presunta celebración de contrato sin el cumplimiento de los requisitos legales. De ser condenada penalmente se repetiría la historia. ¿Habrá derecho?

Por: Darío Arregocés Baute / [email protected]

Columnista
31 julio, 2023

La sordera de los Rodolfos…

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

El mote que hemos elegido en el día de hoy está más para una puya, o el pie forza’o de una piquería, que para encabezar este editorial, con todo, al final serán ustedes quienes saquen sus propias conclusiones no solo acerca del título sino también de su contenido.


Lo admitimos. El mote que hemos elegido en el día de hoy está más para una puya, o el pie forza’o de una piquería, que para encabezar este editorial, con todo, al final serán ustedes quienes saquen sus propias conclusiones no solo acerca del título sino también de su contenido.


Sea lo primero expresar que cuando todo parecía a su favor, este personaje cometió varios errores garrafales que le significaron la derrota, como fue el de dejar tirada la campaña para mostrar imágenes donde aparece a bordo de un lujoso yate, tomando whisky y bailando con unas damas en vestido de baño, como lo haría cualquier “traqueto”. Eso lo hizo con el fin de evitar el debate propuesto por su adversario, que, si bien no definía absolutamente nada, el evadirlo sí tuvo efectos nefastos para el ingeniero Rodolfo Hernández. Eso lo define como una persona ciega y sordomuda, como dice la canción de Shakira.


Pero siguen sus errores, pues contrario a lo que se esperaba, aceptó ser senador de la República teniendo cuentas pendientes con la justicia por el sonado caso de Vitalogic, correspondiéndole a la Corte Suprema de Justicia, investigarlo. Como suele hacerlo el alto tribunal de justicia, con todo rigor. Al poco tiempo se percata de su dislate y renuncia a la curul, para lanzarse de candidato a la Gobernación de Santander, haciendo caso omiso de la destitución e inhabilidad por 14 años, para ejercer cargo público que le impuso la Procuraduría General de la Nación (¡!).


Seguimos con otro ingeniero, también de nombre Rodolfo, solo que este es oriundo de Valledupar. Se trata de Rodolfo Campo Soto, que no conforme con haber sido elegido alcalde en dos ocasiones, siendo su primera administración, mejor que la segunda, se lanzó por tercera vez, contraviniendo el sabio consejo de los entendidos, y pasó lo que tenía que pasar, fue derrotado por Johnny Pérez Oñate. El ejercicio fue replicado tiempo después, por el presidente Uribe Vélez, quien reformó la Constitución Política para hacerse reelegir de manera inmediata para un segundo período, pero su ambición desmedida lo llevó a aspirar a un tercer mandato, situación que la Corte Constitucional no avaló por considerar que con ello se violaba el sistema de pesos y contrapesos propio de las democracias liberales del mundo. Hoy el ingeniero Rodolfo (el de aquí), quiere reverdecer laureles con su hija María Isabel Campo Cuello, quien se lanza a la Alcaldía de Valledupar. Esperamos que esta joven candidata no haya heredado los defectos de su progenitor. Si alguien conoce de otro Rodolfo terco, por favor nos lo hacen saber.

Nota de cierre: Siguiendo con el tema, en Valledupar la terquedad parece no tener límites, pues Luis Alberto Monsalvo, termina su mandato con medida domiciliaria, luego de ser hallado responsable penalmente por el delito de corrupción al elector, y la casa Gnecco avala la candidatura de María Elvia Sanjuán, también con cuentas pendientes con la justicia por presunta celebración de contrato sin el cumplimiento de los requisitos legales. De ser condenada penalmente se repetiría la historia. ¿Habrá derecho?

Por: Darío Arregocés Baute / [email protected]