Desde la Presidencia del republicano Ronald Reagan en los EEUU ha venido haciendo carrera la teoría o hipótesis de Laffer, más conocida como la Curva de Laffer, la cual debe su nombre a su autor Arthur Laffer, profesor de economía de la Universidad de Chicago. Pues bien, cualquier día se dieron cita en el Hotel […]
Desde la Presidencia del republicano Ronald Reagan en los EEUU ha venido haciendo carrera la teoría o hipótesis de Laffer, más conocida como la Curva de Laffer, la cual debe su nombre a su autor Arthur Laffer, profesor de economía de la Universidad de Chicago. Pues bien, cualquier día se dieron cita en el Hotel Washington, además de Laffer, el Jefe de Gabinete del Presidente Gerald Ford Donald Rumsfeld, el subjefe Dick Cheney y el periodista Jude Wanniski. La misma tenía por objeto explorar caminos para detener la inflación, que había llegado al 12.37% anual, uno de los niveles más altos en la historia estadounidense. Y ello, en medio de una recesión económica.
Rumsfeld y Cheney, como lo mandaba la ortodoxia, eran partidarios de que se decretara un aumento de impuestos del 5% para bajar la presión sobre los precios. El profesor Laffer conceptuó que ello sería contraproducente, que en lugar de incrementar la tarifa de los impuestos la mejor estrategia era bajarlos y para ilustrar la pertinencia de su propuesta echó mano de una servilleta y sacó un marcador de uno de sus bolsillos para estampar en ella unos trazos con los cuales buscaba persuadirlos de su tesis. Dibujó, entonces, una especie de campana de gauss, en la cual mostraba cómo el recaudo crecía con el aumento de la tasa impositiva, hasta llegar a su punto de inflexión a partir del cual los rendimientos se tornaban decrecientes a medida que se incrementaba dicha tasa.
A poco andar, con la llegada de Ronald Reagan a la Casa blanca en 1980, la curva de Laffer pasaría de la teoría a la práctica en los EEUU y desde allí se exportó a otros países, convirtiéndose en un dogma para el neoconservatismo. Y fue el propio el propio Laffer el encargado de implementarla como integrante que fue del equipo económico de Reagan, quien en 1986 propició una reducción impositiva sin precedentes por su magnitud e impacto, llevando la tasa impositiva máxima aplicable a los individuos del 50% a sólo el 28%.
Pero, cabe preguntarse cuál fue el efecto de esta rebajona de impuestos, basada en la curva de Laffer. Según lo reseñó el veterano periodista del The New York Times Steven Rattner, “los recortes fiscales de Reagan incrementaron el déficit, ayudando a aumentar las tasas de interés a 20%, lo que a su vez contribuyó a la recesión económica que se produjo a continuación”. Es más, “desde el punto de vista impositivo, las pérdidas de ingresos fiscales totalizaron 2.9% del Producto Interno Bruto promedio entre 1981 y 1985”.
Contra toda evidencia, el Secretario del Tesoro de la administración de Donald Trump Steven Mnuchin, al defender los recortes de la tasa impositiva en 2017 del 35%al 15% para las empresas y del 39.5% al 35% para las personas naturales, adujo que “el plan fiscal se pagará sólo con crecimiento económico”. Pero, los hechos han terminado por desmentirlo.
Desde la Presidencia del republicano Ronald Reagan en los EEUU ha venido haciendo carrera la teoría o hipótesis de Laffer, más conocida como la Curva de Laffer, la cual debe su nombre a su autor Arthur Laffer, profesor de economía de la Universidad de Chicago. Pues bien, cualquier día se dieron cita en el Hotel […]
Desde la Presidencia del republicano Ronald Reagan en los EEUU ha venido haciendo carrera la teoría o hipótesis de Laffer, más conocida como la Curva de Laffer, la cual debe su nombre a su autor Arthur Laffer, profesor de economía de la Universidad de Chicago. Pues bien, cualquier día se dieron cita en el Hotel Washington, además de Laffer, el Jefe de Gabinete del Presidente Gerald Ford Donald Rumsfeld, el subjefe Dick Cheney y el periodista Jude Wanniski. La misma tenía por objeto explorar caminos para detener la inflación, que había llegado al 12.37% anual, uno de los niveles más altos en la historia estadounidense. Y ello, en medio de una recesión económica.
Rumsfeld y Cheney, como lo mandaba la ortodoxia, eran partidarios de que se decretara un aumento de impuestos del 5% para bajar la presión sobre los precios. El profesor Laffer conceptuó que ello sería contraproducente, que en lugar de incrementar la tarifa de los impuestos la mejor estrategia era bajarlos y para ilustrar la pertinencia de su propuesta echó mano de una servilleta y sacó un marcador de uno de sus bolsillos para estampar en ella unos trazos con los cuales buscaba persuadirlos de su tesis. Dibujó, entonces, una especie de campana de gauss, en la cual mostraba cómo el recaudo crecía con el aumento de la tasa impositiva, hasta llegar a su punto de inflexión a partir del cual los rendimientos se tornaban decrecientes a medida que se incrementaba dicha tasa.
A poco andar, con la llegada de Ronald Reagan a la Casa blanca en 1980, la curva de Laffer pasaría de la teoría a la práctica en los EEUU y desde allí se exportó a otros países, convirtiéndose en un dogma para el neoconservatismo. Y fue el propio el propio Laffer el encargado de implementarla como integrante que fue del equipo económico de Reagan, quien en 1986 propició una reducción impositiva sin precedentes por su magnitud e impacto, llevando la tasa impositiva máxima aplicable a los individuos del 50% a sólo el 28%.
Pero, cabe preguntarse cuál fue el efecto de esta rebajona de impuestos, basada en la curva de Laffer. Según lo reseñó el veterano periodista del The New York Times Steven Rattner, “los recortes fiscales de Reagan incrementaron el déficit, ayudando a aumentar las tasas de interés a 20%, lo que a su vez contribuyó a la recesión económica que se produjo a continuación”. Es más, “desde el punto de vista impositivo, las pérdidas de ingresos fiscales totalizaron 2.9% del Producto Interno Bruto promedio entre 1981 y 1985”.
Contra toda evidencia, el Secretario del Tesoro de la administración de Donald Trump Steven Mnuchin, al defender los recortes de la tasa impositiva en 2017 del 35%al 15% para las empresas y del 39.5% al 35% para las personas naturales, adujo que “el plan fiscal se pagará sólo con crecimiento económico”. Pero, los hechos han terminado por desmentirlo.