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Columnista - 26 enero, 2020

La seguridad jurídica y los cambios sociales

Ni mucho que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. Lo primero es entender y aceptar que la regla, llámese ley, decreto, etcétera, que no se ajuste a los requerimientos sociales es desbordada y en el mejor de los casos, se produce lo que los antiguos romanos denominaron la “desuetudo”, es decir […]

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Ni mucho que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. Lo primero es entender y aceptar que la regla, llámese ley, decreto, etcétera, que no se ajuste a los requerimientos sociales es desbordada y en el mejor de los casos, se produce lo que los antiguos romanos denominaron la “desuetudo”, es decir su inaplicación generalizada, colectiva que hace de ella letra muerta, perdiendo entonces su validez material y formal. Eso se dio en un tiempo con el divorcio, que se decía existía, pero no era vincular, es decir los cónyuges quedaban atados legalmente y separados de cuerpo. No podían estos celebrar nuevo matrimonio. Eso dio paso a lo que se denomina “unión libre”, que tuvo que ser prolijamente reglamentada, hasta el punto que hoy existen tantas o más reglas para ellas que para el mismo matrimonio.

No variar es firmeza, da seguridad, produce certeza y comodidad. Cambiar mucho o por conveniencias particulares induce inestabilidad, inseguridad, incertidumbre y por supuesto incomodidad.

Nos acontece en forma consciente a quienes trasegamos de una u otra manera por los caminos de la filosofía del derecho y a otras personas, el común de ellas, en forma inconsciente, que nos ubiquemos ante una disyuntiva entre la prevalencia de la firmeza de la regla creada por la sociedad para regir y entonces el derecho permanecería invariable o el ajuste conforme a la dinámica de los cambios y necesidades sociales? Los ejemplos serían muchos pero tomemos como muestra varios entre ellos la reglamentación, restricción, en el uso de las motocicletas y especialmente el “moto taxismo” o también las normas sobre planeación urbana y construcción o el caso UBER, pues presentan una dinámica muy válidas, para ser analizadas a la luz de la pretensión de este escrito.

Verbigracia lo de UBER, es el típico caso de un hecho social emergente, no reglamentado, por imprevisto, cómo lo fue en su momento lo de las apuestas permanentes o el del uso medicinal y recreativo del cannabis, pero en cada una de ellos resulta muy claro que el prohibicionismo no fue ni es el camino. Lo adecuado es en casos como estos y otros hay que estudiar, analizar y reglamentar.

Mirando más de cerca lo de UBER es claro que es un servicio eficaz, amable, confiable que lo hacen el preferido de miles de usuarios para su trasporte individual y en mi opinión debe reglamentarse ,pero no se quiere pues los amigos taxistas de Bogotá están cobrando sus apoyos. Por ello me ha llamado la atención un titular del diario Portafolio que expresa “Ni pedir lo imposible, ni retrasar lo inevitable

Aquí hay una oportunidad para demostrar creatividad y sin perjudicar el derecho al trabajo que reclaman los dueños y conductores de los carros amarillos pero hay que respetar el derecho de los de UBER y aparte y por encima de eso, el bienestar colectivo. No hay duda, sí hay cama para toda esa gente.

Columnista
26 enero, 2020

La seguridad jurídica y los cambios sociales

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime García Chadid.

Ni mucho que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. Lo primero es entender y aceptar que la regla, llámese ley, decreto, etcétera, que no se ajuste a los requerimientos sociales es desbordada y en el mejor de los casos, se produce lo que los antiguos romanos denominaron la “desuetudo”, es decir […]


Ni mucho que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. Lo primero es entender y aceptar que la regla, llámese ley, decreto, etcétera, que no se ajuste a los requerimientos sociales es desbordada y en el mejor de los casos, se produce lo que los antiguos romanos denominaron la “desuetudo”, es decir su inaplicación generalizada, colectiva que hace de ella letra muerta, perdiendo entonces su validez material y formal. Eso se dio en un tiempo con el divorcio, que se decía existía, pero no era vincular, es decir los cónyuges quedaban atados legalmente y separados de cuerpo. No podían estos celebrar nuevo matrimonio. Eso dio paso a lo que se denomina “unión libre”, que tuvo que ser prolijamente reglamentada, hasta el punto que hoy existen tantas o más reglas para ellas que para el mismo matrimonio.

No variar es firmeza, da seguridad, produce certeza y comodidad. Cambiar mucho o por conveniencias particulares induce inestabilidad, inseguridad, incertidumbre y por supuesto incomodidad.

Nos acontece en forma consciente a quienes trasegamos de una u otra manera por los caminos de la filosofía del derecho y a otras personas, el común de ellas, en forma inconsciente, que nos ubiquemos ante una disyuntiva entre la prevalencia de la firmeza de la regla creada por la sociedad para regir y entonces el derecho permanecería invariable o el ajuste conforme a la dinámica de los cambios y necesidades sociales? Los ejemplos serían muchos pero tomemos como muestra varios entre ellos la reglamentación, restricción, en el uso de las motocicletas y especialmente el “moto taxismo” o también las normas sobre planeación urbana y construcción o el caso UBER, pues presentan una dinámica muy válidas, para ser analizadas a la luz de la pretensión de este escrito.

Verbigracia lo de UBER, es el típico caso de un hecho social emergente, no reglamentado, por imprevisto, cómo lo fue en su momento lo de las apuestas permanentes o el del uso medicinal y recreativo del cannabis, pero en cada una de ellos resulta muy claro que el prohibicionismo no fue ni es el camino. Lo adecuado es en casos como estos y otros hay que estudiar, analizar y reglamentar.

Mirando más de cerca lo de UBER es claro que es un servicio eficaz, amable, confiable que lo hacen el preferido de miles de usuarios para su trasporte individual y en mi opinión debe reglamentarse ,pero no se quiere pues los amigos taxistas de Bogotá están cobrando sus apoyos. Por ello me ha llamado la atención un titular del diario Portafolio que expresa “Ni pedir lo imposible, ni retrasar lo inevitable

Aquí hay una oportunidad para demostrar creatividad y sin perjudicar el derecho al trabajo que reclaman los dueños y conductores de los carros amarillos pero hay que respetar el derecho de los de UBER y aparte y por encima de eso, el bienestar colectivo. No hay duda, sí hay cama para toda esa gente.