Por estos días el tema de la reforma a la salud está candente. Nadie duda que el gobierno Petro, desde antes de hacerse elegir corriendo la línea ética y financiándose por mafiosos, había anunciado una intervención a manera de revolcón al sistema de salud de Colombia.
Por Jorge Eduardo Ávila.
Por estos días el tema de la reforma a la salud está candente. Nadie duda que el gobierno Petro, desde antes de hacerse elegir corriendo la línea ética y financiándose por mafiosos, había anunciado una intervención a manera de revolcón al sistema de salud de Colombia.
No es sorpresa que ahora, ya en el poder, la estrategia sea ahogar a las EPS para llevar al sistema al colapso y así tener más argumentos para defender un cambio que sabemos es indefendible. Tenemos absoluta claridad en cuanto a que el sistema actual es mejorable, seguro que lo es; lo verdaderamente lamentable es obsesionarse, con sevicia, a destruir un modelo exitoso que fue ideado por otros y que genera ingresos a sectores que no se alinean con el Socialismo del Siglo XXI.
No es un detalle menor que diversos medios de comunicación y entidades internacionales, hayan dedicado comentarios para destacar nuestro sistema de salud, para ponderar cómo durante la pandemia ese mismo sistema jamás entró en crisis, gracias a la muy eficaz política de estado del gobierno Duque que se organizó para enfrentar el Covid-19, y a que contábamos con unas muy buenas bases para combatir dicho virus.
Colombia, a diferencia de otros países, no llegó a desatender pacientes y a enfrentar un manejo desbordado de fallecidos que en ciudades ecuatorianas y brasileñas se amontonaban en las calles.
Este proceso tiene antecedentes muy similares en la historia y algunos personajes que se repiten. Cuando Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá, desafortunada alcaldía por demás, se fue lanza en ristre contra el sistema que por décadas había manejado de manera adecuada las basuras de la capital. Quienes tenían a su cargo la administración de ese servicio generaban buenas ganancias, producto de un buen desempeño en sus labores, la ciudad se mantenía generalmente limpia y la prestación del servicio era muy bien evaluada por parte de los ciudadanos; vale la pena aclarar que los prestadores del servicio apoyaron otras propuestas políticas diferentes a las de Petro durante la campaña.
En diciembre de 2012 Bogotá colapsó. Las montañas de basura se acumularon rápidamente en las calles, los turistas que visitaban la capital por la temporada navideña se escandalizaban al ver lo que pasaba. Los bogotanos nos veíamos en la penosa necesidad de explicarles que lo que estaban viendo sus ojos no era común en la ciudad, que en realidad nuestra vida era muy diferente, mucho mejor. Las ratas se tomaron la ciudad, se veían roedores corriendo por andenes y calles, la situación fue caótica. Entramos en una emergencia sanitaria por el mal manejo del proceso que Petro escogió para cambiar el modelo de recolección de basuras.
Esa crisis llevó a que el entonces Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado, investigara lo sucedido y tomara, en legítimo derecho, la decisión de separar a Petro de su cargo. Merecido y, además, justo lo que dicha entidad determinó. Nunca más volvimos a contar con un sistema tan eficiente, el daño se hizo y se prolongó en el tiempo hasta hoy. No volvimos a vivir una emergencia igual pero no recuperamos el servicio al que veníamos acostumbrados.
Ahora la cosa va por el mismo camino. Van a intervenir el sistema, buscan estatizarlo y todos nos veremos muy afectados. Es increíble que, por puros sentimientos de revanchismo y resentimiento, Petro y su combo pongan el juego la vida de los colombianos.
El tema de la salud no es menor, nos estamos jugando la vida con lo que está pasando en el Capitolio. Los congresistas que le están haciendo el juego al gobierno, que aprueban a pupitrazo o permiten la aprobación del articulado, son responsables y culpables por lo que nos ocurra. Es clave conocer sus nombres, socializarlos y castigarlos por hacer parte de semejante locura. Están legislando de espaldas al país, hay que atajar este proyecto de ley cuanto antes. Obviamente faltará su paso por el Senado, pero debemos presionar para que no alcance a llegar a esa instancia.
¡Qué daño causa un mal gobierno! ¡Cómo duele ver cómo se desangra nuestra patria! ¡Ya entramos a UCI!
Por estos días el tema de la reforma a la salud está candente. Nadie duda que el gobierno Petro, desde antes de hacerse elegir corriendo la línea ética y financiándose por mafiosos, había anunciado una intervención a manera de revolcón al sistema de salud de Colombia.
Por Jorge Eduardo Ávila.
Por estos días el tema de la reforma a la salud está candente. Nadie duda que el gobierno Petro, desde antes de hacerse elegir corriendo la línea ética y financiándose por mafiosos, había anunciado una intervención a manera de revolcón al sistema de salud de Colombia.
No es sorpresa que ahora, ya en el poder, la estrategia sea ahogar a las EPS para llevar al sistema al colapso y así tener más argumentos para defender un cambio que sabemos es indefendible. Tenemos absoluta claridad en cuanto a que el sistema actual es mejorable, seguro que lo es; lo verdaderamente lamentable es obsesionarse, con sevicia, a destruir un modelo exitoso que fue ideado por otros y que genera ingresos a sectores que no se alinean con el Socialismo del Siglo XXI.
No es un detalle menor que diversos medios de comunicación y entidades internacionales, hayan dedicado comentarios para destacar nuestro sistema de salud, para ponderar cómo durante la pandemia ese mismo sistema jamás entró en crisis, gracias a la muy eficaz política de estado del gobierno Duque que se organizó para enfrentar el Covid-19, y a que contábamos con unas muy buenas bases para combatir dicho virus.
Colombia, a diferencia de otros países, no llegó a desatender pacientes y a enfrentar un manejo desbordado de fallecidos que en ciudades ecuatorianas y brasileñas se amontonaban en las calles.
Este proceso tiene antecedentes muy similares en la historia y algunos personajes que se repiten. Cuando Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá, desafortunada alcaldía por demás, se fue lanza en ristre contra el sistema que por décadas había manejado de manera adecuada las basuras de la capital. Quienes tenían a su cargo la administración de ese servicio generaban buenas ganancias, producto de un buen desempeño en sus labores, la ciudad se mantenía generalmente limpia y la prestación del servicio era muy bien evaluada por parte de los ciudadanos; vale la pena aclarar que los prestadores del servicio apoyaron otras propuestas políticas diferentes a las de Petro durante la campaña.
En diciembre de 2012 Bogotá colapsó. Las montañas de basura se acumularon rápidamente en las calles, los turistas que visitaban la capital por la temporada navideña se escandalizaban al ver lo que pasaba. Los bogotanos nos veíamos en la penosa necesidad de explicarles que lo que estaban viendo sus ojos no era común en la ciudad, que en realidad nuestra vida era muy diferente, mucho mejor. Las ratas se tomaron la ciudad, se veían roedores corriendo por andenes y calles, la situación fue caótica. Entramos en una emergencia sanitaria por el mal manejo del proceso que Petro escogió para cambiar el modelo de recolección de basuras.
Esa crisis llevó a que el entonces Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado, investigara lo sucedido y tomara, en legítimo derecho, la decisión de separar a Petro de su cargo. Merecido y, además, justo lo que dicha entidad determinó. Nunca más volvimos a contar con un sistema tan eficiente, el daño se hizo y se prolongó en el tiempo hasta hoy. No volvimos a vivir una emergencia igual pero no recuperamos el servicio al que veníamos acostumbrados.
Ahora la cosa va por el mismo camino. Van a intervenir el sistema, buscan estatizarlo y todos nos veremos muy afectados. Es increíble que, por puros sentimientos de revanchismo y resentimiento, Petro y su combo pongan el juego la vida de los colombianos.
El tema de la salud no es menor, nos estamos jugando la vida con lo que está pasando en el Capitolio. Los congresistas que le están haciendo el juego al gobierno, que aprueban a pupitrazo o permiten la aprobación del articulado, son responsables y culpables por lo que nos ocurra. Es clave conocer sus nombres, socializarlos y castigarlos por hacer parte de semejante locura. Están legislando de espaldas al país, hay que atajar este proyecto de ley cuanto antes. Obviamente faltará su paso por el Senado, pero debemos presionar para que no alcance a llegar a esa instancia.
¡Qué daño causa un mal gobierno! ¡Cómo duele ver cómo se desangra nuestra patria! ¡Ya entramos a UCI!