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Política - 21 febrero, 2024

La salida de Petro es el Centro

Si no hay timonazo no hay cambio de rumbo y más perderá Petro y la izquierda que el país.

Si Petro no quiere pasar a la historia como una decepción anunciada  debe desanclarse de su dogmatismo; ser pragmático; construir puentes y no muros; concentrarse en la acción; desplazarse al centro político y cambiar de equipo. Nombrar uno avezado en el hacer más que en el decir.   

Ya lo escribió Jorge Iván González cuando afirmó: “La absolutización de la bondad del discurso llevó a desconocer la complejidad de su realización práctica” y renunció al DNP y también Carlos Granés cuando anotó que  el gobierno tiene “una nula capacidad para gestionar lo real y concreto”. Esto es ya, un lugar común, un sentir ciudadano.

El gobierno lanza casi todos los días ideas y palabras ¡sin hechos! y el exceso de ideas y narrativas desvaloriza a las dos, crea desconfianza en el relato y en los narradores y, además, genera incredulidad. 

Pareciese que el gobierno se ocupa mucho de la ideología, de sus creencias pero no de las acciones que debe ejecutar y así, entonces, hay un gobierno teórico e idealista imaginario que dista de ser práctico y realista. Esa es su tragedia y frustración y es el estado de ánimo de sus seguidores. 

La pregunta ahora es, ¿el gobierno va a seguir en esa línea  hasta que termine su mandato?

Si la respuesta es sí, el camino será largo y culebrero porque como menciona  -para el caso de Chile- el artículo de The Economist: “Si no hay flexibilidad y pragmatismo para alcanzar las soluciones, Chile podría quedar atrapado en un nuevo ciclo de frustración“. 

Para tener mejor suerte el  gobierno debe ser pragmático y deliberativo. Pero no es lo uno ni lo otro porque las reformas sociales y sus políticas públicas (por ejemplo, la no exploración de petróleo y gas o la rural enfocada en la entrega de propiedad de la tierra) no admiten puntos intermedios porque tienen altas dosis de dogmatismo y el equipo de gobierno no tiene licencia para contraargumentar, solo para obedecer. 

Por ejemplo, las reformas a la salud y la laboral han continuado su trámite pero sin deliberación. Deliberar implica en disponerse a dar razones, entender las ajenas y tomar las que, luego de un examen de evidencias, resulten ser mejores. 

Y entonces, por ello, otra fatalidad  del gobierno  es su dificultad de encontrar puntos medios. Me explico: supongamos que la solución -a las reformas sociales y a las políticas- puede situarse en una única línea (utilidad) en los puntos señalados como A y B: A — x — B

Siendo el punto x una solución potencial al conflicto. Si A y B se encuentran suficientemente alejados entre sí en la escala de la utilidad  -y lo están-  el conflicto puede no tener solución. Y no la tendrá por la  carga ideológica del gobierno y las  movilizaciones que, con poca gente,  en vez de promover el encuentro hacen lo contrario. 

Si no hay timonazo no hay cambio de rumbo y más perderá Petro y la izquierda que el país.

Por Enrique Herrera

@enriqueha

Política
21 febrero, 2024

La salida de Petro es el Centro

Si no hay timonazo no hay cambio de rumbo y más perderá Petro y la izquierda que el país.


Si Petro no quiere pasar a la historia como una decepción anunciada  debe desanclarse de su dogmatismo; ser pragmático; construir puentes y no muros; concentrarse en la acción; desplazarse al centro político y cambiar de equipo. Nombrar uno avezado en el hacer más que en el decir.   

Ya lo escribió Jorge Iván González cuando afirmó: “La absolutización de la bondad del discurso llevó a desconocer la complejidad de su realización práctica” y renunció al DNP y también Carlos Granés cuando anotó que  el gobierno tiene “una nula capacidad para gestionar lo real y concreto”. Esto es ya, un lugar común, un sentir ciudadano.

El gobierno lanza casi todos los días ideas y palabras ¡sin hechos! y el exceso de ideas y narrativas desvaloriza a las dos, crea desconfianza en el relato y en los narradores y, además, genera incredulidad. 

Pareciese que el gobierno se ocupa mucho de la ideología, de sus creencias pero no de las acciones que debe ejecutar y así, entonces, hay un gobierno teórico e idealista imaginario que dista de ser práctico y realista. Esa es su tragedia y frustración y es el estado de ánimo de sus seguidores. 

La pregunta ahora es, ¿el gobierno va a seguir en esa línea  hasta que termine su mandato?

Si la respuesta es sí, el camino será largo y culebrero porque como menciona  -para el caso de Chile- el artículo de The Economist: “Si no hay flexibilidad y pragmatismo para alcanzar las soluciones, Chile podría quedar atrapado en un nuevo ciclo de frustración“. 

Para tener mejor suerte el  gobierno debe ser pragmático y deliberativo. Pero no es lo uno ni lo otro porque las reformas sociales y sus políticas públicas (por ejemplo, la no exploración de petróleo y gas o la rural enfocada en la entrega de propiedad de la tierra) no admiten puntos intermedios porque tienen altas dosis de dogmatismo y el equipo de gobierno no tiene licencia para contraargumentar, solo para obedecer. 

Por ejemplo, las reformas a la salud y la laboral han continuado su trámite pero sin deliberación. Deliberar implica en disponerse a dar razones, entender las ajenas y tomar las que, luego de un examen de evidencias, resulten ser mejores. 

Y entonces, por ello, otra fatalidad  del gobierno  es su dificultad de encontrar puntos medios. Me explico: supongamos que la solución -a las reformas sociales y a las políticas- puede situarse en una única línea (utilidad) en los puntos señalados como A y B: A — x — B

Siendo el punto x una solución potencial al conflicto. Si A y B se encuentran suficientemente alejados entre sí en la escala de la utilidad  -y lo están-  el conflicto puede no tener solución. Y no la tendrá por la  carga ideológica del gobierno y las  movilizaciones que, con poca gente,  en vez de promover el encuentro hacen lo contrario. 

Si no hay timonazo no hay cambio de rumbo y más perderá Petro y la izquierda que el país.

Por Enrique Herrera

@enriqueha