En nuestro país se viene aplicando estilos y métodos repetitivos cuyas prácticas no han resuelto las necesidades de la población, y que, además, el sentido de comunidad se ha venido deshaciendo, y que esta catástrofe tiene que ver también con la crisis de los partidos, no se salvan, y no se les ha sentido su fuerza creadora.
En cincuenta años de una unidad política con sentido de democracia, en que el destino del país ha estado en juego, merece del análisis a las características que encierra nuestro país, que se ha tenido lugar a desequilibrios profundos de muchas instituciones, donde la transición de la gobernabilidad y la democracia para unas instituciones fortalecidas, ha estado dentro de una rueda giratoria, como si viviéramos de transiciones en transiciones sin que se llegue a un punto de la realidad.
El abordaje de 12.072 concejales elegidos, no debe brillar por su ausencia, ante los grandes retos que demanda la nación. Debates políticos que involucra de un análisis de juicio y del respeto ante distintas vertientes de pensamiento, que supone la esencia de la democracia participativa al margen de discusiones de insultos, o, a la difamación, o de la poca mentalidad de lo que se pretende alcanzar, y que la polarización es avasallante, que las polémicas con sus respectivas lógicas no suelen gustarles a los opositores del cambio.
Diría que el liderazgo convincente de los concejales elegidos, ante tantas marañas que tienen la mayoría de los municipios y distritos, exige altos niveles de representación política. Un nuevo esquema para nuevas perspectivas, que desarrolle una relación institucional para la transformación de la ciudad y de los pueblos marginados, sobre todo que reflejen posturas políticas con incidencias de la ciudadanía.
En nuestro país se viene aplicando estilos y métodos repetitivos cuyas prácticas no han resuelto las necesidades de la población, y que, además, el sentido de comunidad se ha venido deshaciendo, y que esta catástrofe tiene que ver también con la crisis de los partidos, no se salvan, y no se les ha sentido su fuerza creadora.
Los concejos municipales como actores fundamentales de la democracia, ante la erosión institucional, ante las carencias de una ciudadanía poco participativa, con incertidumbres y desconfianza con las corporaciones públicas, y frente a nuevas conquistas que demanda la población por los efectos del “poscovid”, por el surgimiento de una nueva realidad de manejo del espacio público sin calles inundadas, más enfoques a la apuesta al cambio climático, la congestión por el impacto de las redes sociales, la expansión de la inteligencia artificial (IA), con la necesidad de normas renovadas para alcanzar las metas de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, la inclusividad de la democracia para una ciudadanía, atendiendo que el modelo de gestión y planeación ha venido siendo el mismo, exige del surgimiento de cambios rotundos hacia la transformación de las estructuras político-administrativas.
Reconstruir la gobernanza que suponga una democracia más efectiva, es un proceso lento, lo que indica que esquemas repetitivos al interior de las distintas corporaciones públicas, es una moda aburrida, y que revela la necesidad de consensos, y compromisos, sin populismos y demagogia, sin abandono de la democracia, sin el fuerte absolutismo con que se viene creciendo la figura de muchos alcaldes, que por su posición causan tensiones.
Por: Ricardo Arquez Benavides.
En nuestro país se viene aplicando estilos y métodos repetitivos cuyas prácticas no han resuelto las necesidades de la población, y que, además, el sentido de comunidad se ha venido deshaciendo, y que esta catástrofe tiene que ver también con la crisis de los partidos, no se salvan, y no se les ha sentido su fuerza creadora.
En cincuenta años de una unidad política con sentido de democracia, en que el destino del país ha estado en juego, merece del análisis a las características que encierra nuestro país, que se ha tenido lugar a desequilibrios profundos de muchas instituciones, donde la transición de la gobernabilidad y la democracia para unas instituciones fortalecidas, ha estado dentro de una rueda giratoria, como si viviéramos de transiciones en transiciones sin que se llegue a un punto de la realidad.
El abordaje de 12.072 concejales elegidos, no debe brillar por su ausencia, ante los grandes retos que demanda la nación. Debates políticos que involucra de un análisis de juicio y del respeto ante distintas vertientes de pensamiento, que supone la esencia de la democracia participativa al margen de discusiones de insultos, o, a la difamación, o de la poca mentalidad de lo que se pretende alcanzar, y que la polarización es avasallante, que las polémicas con sus respectivas lógicas no suelen gustarles a los opositores del cambio.
Diría que el liderazgo convincente de los concejales elegidos, ante tantas marañas que tienen la mayoría de los municipios y distritos, exige altos niveles de representación política. Un nuevo esquema para nuevas perspectivas, que desarrolle una relación institucional para la transformación de la ciudad y de los pueblos marginados, sobre todo que reflejen posturas políticas con incidencias de la ciudadanía.
En nuestro país se viene aplicando estilos y métodos repetitivos cuyas prácticas no han resuelto las necesidades de la población, y que, además, el sentido de comunidad se ha venido deshaciendo, y que esta catástrofe tiene que ver también con la crisis de los partidos, no se salvan, y no se les ha sentido su fuerza creadora.
Los concejos municipales como actores fundamentales de la democracia, ante la erosión institucional, ante las carencias de una ciudadanía poco participativa, con incertidumbres y desconfianza con las corporaciones públicas, y frente a nuevas conquistas que demanda la población por los efectos del “poscovid”, por el surgimiento de una nueva realidad de manejo del espacio público sin calles inundadas, más enfoques a la apuesta al cambio climático, la congestión por el impacto de las redes sociales, la expansión de la inteligencia artificial (IA), con la necesidad de normas renovadas para alcanzar las metas de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, la inclusividad de la democracia para una ciudadanía, atendiendo que el modelo de gestión y planeación ha venido siendo el mismo, exige del surgimiento de cambios rotundos hacia la transformación de las estructuras político-administrativas.
Reconstruir la gobernanza que suponga una democracia más efectiva, es un proceso lento, lo que indica que esquemas repetitivos al interior de las distintas corporaciones públicas, es una moda aburrida, y que revela la necesidad de consensos, y compromisos, sin populismos y demagogia, sin abandono de la democracia, sin el fuerte absolutismo con que se viene creciendo la figura de muchos alcaldes, que por su posición causan tensiones.
Por: Ricardo Arquez Benavides.