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Columnista - 21 marzo, 2014

La Providencia

“… como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá”. Génesis 22:14 (LBLA) La providencia es cierta disposición que se toma, después de ocurrir un hecho para remediar o atenuar sus consecuencias. O cierta preparación que se hace para el logro de un fin. Por antonomasia, se refiere a la gracia y […]

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“… como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá”. Génesis 22:14 (LBLA)

La providencia es cierta disposición que se toma, después de ocurrir un hecho para remediar o atenuar sus consecuencias. O cierta preparación que se hace para el logro de un fin. Por antonomasia, se refiere a la gracia y provisión de Dios. Es esa etiqueta teológica que hemos adjuntado históricamente al tema de cómo Dios se manifiesta en el mundo.

Estamos inmersos en la realidad de la vida, somos gente real, con relaciones reales, que enfrentamos problemas reales, que tomamos decisiones difíciles y hacemos sacrificios grandes para poder subsistir. La providencia nos dice lo que sucede, más allá de lo que podemos ver, porque Dios está trabajando detrás de cada escena para mantener las cosas en movimiento y en dirección a su objetivo máximo para nosotros como individuos y como sociedad.

Algunos teólogos, describen a la providencia como la manera de Dios de sostener, cuidar y gobernar el mundo para que se mueva hacia el destino que definió en la creación. La providencia se centra en la actividad de Dios al guiar el proceso histórico con el objetivo de pronunciar su intención para el mundo que él mismo creó.

Dios quiere que nosotros participemos en lo que hace aquí sobre la tierra, asumiendo la responsabilidad, no como individuos aislados sino juntos, como un colectivo mayor que refleje la unidad y diversidad de lo que espiritualmente somos: ¡La Iglesia! ¡El cuerpo de Cristo!

En ocasiones, cuando la adversidad y el sufrimiento nos alcanzan, dudamos de su providencia y nos cuestionarnos acerca de su bondad y misericordia. Horizontalmente, todo lo que podemos ver es dónde estamos en este momento, el dolor y los arrepentimientos, las pérdidas y las vidas destrozadas. Pero, si pudiéramos mirar desde arriba, seríamos capaces de ver el final y cómo las piezas pequeñas de nuestras historias encajan en una más grande que Dios está tejiendo.

El sufrimiento, jamás podrá interferir en los propósitos de Dios para nosotros. La providencia de Dios, emplea nuestro dolor y confusión para profundizar nuestra relación con él y prepararnos para la siguiente etapa del camino. Dios utiliza los sufrimientos y obliga a las cosas malas que nos suceden a que sirvan sus buenos propósitos para con nosotros.

Nuestra confianza en la providencia no es de carácter pasivo. Nosotros no somos espectadores de lo que Dios hace en el mundo, sino participantes. Él cumple sus planes para el mundo, a través de nuestras acciones y esfuerzos. La providencia es uno de los mayores incentivos que Dios pudo darnos para activarnos en su obra de manera audaz y vigorosa.

Mi invitación hoy es a descubrir en cada detalle de nuestras vidas la providencia de un Dios maravilloso y bueno, cuyo amor imperecedero nos hace aceptos en su presencia.

¡Búscale de corazón y deja que la providencia actué en tu vida y tus cosas!

Saludos y muchas bendiciones de su providencia…

Columnista
21 marzo, 2014

La Providencia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“… como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá”. Génesis 22:14 (LBLA) La providencia es cierta disposición que se toma, después de ocurrir un hecho para remediar o atenuar sus consecuencias. O cierta preparación que se hace para el logro de un fin. Por antonomasia, se refiere a la gracia y […]


“… como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá”. Génesis 22:14 (LBLA)

La providencia es cierta disposición que se toma, después de ocurrir un hecho para remediar o atenuar sus consecuencias. O cierta preparación que se hace para el logro de un fin. Por antonomasia, se refiere a la gracia y provisión de Dios. Es esa etiqueta teológica que hemos adjuntado históricamente al tema de cómo Dios se manifiesta en el mundo.

Estamos inmersos en la realidad de la vida, somos gente real, con relaciones reales, que enfrentamos problemas reales, que tomamos decisiones difíciles y hacemos sacrificios grandes para poder subsistir. La providencia nos dice lo que sucede, más allá de lo que podemos ver, porque Dios está trabajando detrás de cada escena para mantener las cosas en movimiento y en dirección a su objetivo máximo para nosotros como individuos y como sociedad.

Algunos teólogos, describen a la providencia como la manera de Dios de sostener, cuidar y gobernar el mundo para que se mueva hacia el destino que definió en la creación. La providencia se centra en la actividad de Dios al guiar el proceso histórico con el objetivo de pronunciar su intención para el mundo que él mismo creó.

Dios quiere que nosotros participemos en lo que hace aquí sobre la tierra, asumiendo la responsabilidad, no como individuos aislados sino juntos, como un colectivo mayor que refleje la unidad y diversidad de lo que espiritualmente somos: ¡La Iglesia! ¡El cuerpo de Cristo!

En ocasiones, cuando la adversidad y el sufrimiento nos alcanzan, dudamos de su providencia y nos cuestionarnos acerca de su bondad y misericordia. Horizontalmente, todo lo que podemos ver es dónde estamos en este momento, el dolor y los arrepentimientos, las pérdidas y las vidas destrozadas. Pero, si pudiéramos mirar desde arriba, seríamos capaces de ver el final y cómo las piezas pequeñas de nuestras historias encajan en una más grande que Dios está tejiendo.

El sufrimiento, jamás podrá interferir en los propósitos de Dios para nosotros. La providencia de Dios, emplea nuestro dolor y confusión para profundizar nuestra relación con él y prepararnos para la siguiente etapa del camino. Dios utiliza los sufrimientos y obliga a las cosas malas que nos suceden a que sirvan sus buenos propósitos para con nosotros.

Nuestra confianza en la providencia no es de carácter pasivo. Nosotros no somos espectadores de lo que Dios hace en el mundo, sino participantes. Él cumple sus planes para el mundo, a través de nuestras acciones y esfuerzos. La providencia es uno de los mayores incentivos que Dios pudo darnos para activarnos en su obra de manera audaz y vigorosa.

Mi invitación hoy es a descubrir en cada detalle de nuestras vidas la providencia de un Dios maravilloso y bueno, cuyo amor imperecedero nos hace aceptos en su presencia.

¡Búscale de corazón y deja que la providencia actué en tu vida y tus cosas!

Saludos y muchas bendiciones de su providencia…