Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 13 diciembre, 2015

La protección del vallenato debe comenzar por acabar con los perversos saludos

En estos días en que el la música vallenata ha sido declarada por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, pero lo hace con un sentido muy proteccionista, porque reconoce que el auténtico vallenato se ha ido desplomando ante las arremetidas de unas agrupaciones que solo viven del comercio mafioso entre disqueras y el […]

En estos días en que el la música vallenata ha sido declarada por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, pero lo hace con un sentido muy proteccionista, porque reconoce que el auténtico vallenato se ha ido desplomando ante las arremetidas de unas agrupaciones que solo viven del comercio mafioso entre disqueras y el apoyo de las emisoras y periodistas de las famosas payolas.

Del vallenato castizo, pero inspirador, del vallenato de magistrales composiciones bucólicas, donde la narrativa y la lírica se funden con unos toques armónicos del acordeón que acompañan a la letra de la canción que en conjunto con la caja y la guacharaca le imprimen al oído y a la mente unas sensaciones de sentimientos profundos que envuelve y alegra al más rudo de los corazones. De esto último, ya queda casi nada; y lo que es peor, que ya la melodía no se escucha ante la caterva de saludos que le imprimen a unas composiciones de medio pelo.

Desde luego, que no todo lo que se toque con acordeón pertenece al vallenato, es más; muchos de los acordeoneros de la nueva ola no interpretan vallenato, mucho menos las composiciones, que ya no tienen estructura lingüística a la que hoy en día un mediano conocedor de lengua castellana pueda publicarle un artículo sobre las dimensiones literaria de una composición vallenata.

La experta más reconocida en vallenatos y hoy difunta Consuelo Araujo Noguera, el 9 de febrero de 1997 escribió en el diario El Tiempo un artículo relacionado con la composición Ahí vas paloma, del cantautor patillalero ‘Chiche’ Maestre. En ese artículo, ya la Cacica, mostraba su inconformidad frente a la pérdida de los valores auténticos del vallenato clásico y afirmó lo siguiente “Cuando estábamos hasta la coronilla y a punto de asfixiarnos bajo las toneladas de basura que con el nombre de vallenatos nos han caído encima, José Alfonso ‘Chiche’ Maestre se nos vino con todo un señor canto. Un canto con toda la hondura del sentimiento y la fuerza de su alma, que en la voz formidable de Poncho Zuleta y el acordeón de Emilianito logró que se nos volviera a erizar la piel y nos hizo poner de pies para escucharlo como se escuchan los buenos vallenatos: en silencio, con emoción y respeto. De paso, puso las cosas en su puesto y prendió una luz que ha clarificado el panorama de la música vallenata oscurecido poco a poco por el vaho de tanta basura en descomposición”.

Pero un poco más lejos, Gabo afirmó, “que Cien años de soledad era un vallenato de 400 páginas”. Y Gabo se sabía casi todos los vallenatos clásicos y los cantaba muy bien. Fue gran amigo del maestro Escalona y a través de él se nutrió mucho por ese amor a este género musical.

Hace unos días se reunieron en el famoso bar La Cueva de Barranquilla, dos connotados periodistas y vallenatólogos, Juan Gossaín y Daniel Samper Pizano, ninguno de los dos son de La Guajira ni del Cesar, pero son expertos en lingüística y literatura pesada, de la cual la composición vallenata y su melodía hacen parte y reclamaban nuevamente esa esencia del vallenato.

Cada saludo en una canción vallenata es una amenaza a la permanencia del vallenato clásico, que impide escuchar y encontrarle el valor creativo a la composición y a la melodía. Además de que es propiamente una comercialización prepagada. Bienvenida la decisión de la Unesco.

Columnista
13 diciembre, 2015

La protección del vallenato debe comenzar por acabar con los perversos saludos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gonzalo E. Quiroz Martínez

En estos días en que el la música vallenata ha sido declarada por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, pero lo hace con un sentido muy proteccionista, porque reconoce que el auténtico vallenato se ha ido desplomando ante las arremetidas de unas agrupaciones que solo viven del comercio mafioso entre disqueras y el […]


En estos días en que el la música vallenata ha sido declarada por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, pero lo hace con un sentido muy proteccionista, porque reconoce que el auténtico vallenato se ha ido desplomando ante las arremetidas de unas agrupaciones que solo viven del comercio mafioso entre disqueras y el apoyo de las emisoras y periodistas de las famosas payolas.

Del vallenato castizo, pero inspirador, del vallenato de magistrales composiciones bucólicas, donde la narrativa y la lírica se funden con unos toques armónicos del acordeón que acompañan a la letra de la canción que en conjunto con la caja y la guacharaca le imprimen al oído y a la mente unas sensaciones de sentimientos profundos que envuelve y alegra al más rudo de los corazones. De esto último, ya queda casi nada; y lo que es peor, que ya la melodía no se escucha ante la caterva de saludos que le imprimen a unas composiciones de medio pelo.

Desde luego, que no todo lo que se toque con acordeón pertenece al vallenato, es más; muchos de los acordeoneros de la nueva ola no interpretan vallenato, mucho menos las composiciones, que ya no tienen estructura lingüística a la que hoy en día un mediano conocedor de lengua castellana pueda publicarle un artículo sobre las dimensiones literaria de una composición vallenata.

La experta más reconocida en vallenatos y hoy difunta Consuelo Araujo Noguera, el 9 de febrero de 1997 escribió en el diario El Tiempo un artículo relacionado con la composición Ahí vas paloma, del cantautor patillalero ‘Chiche’ Maestre. En ese artículo, ya la Cacica, mostraba su inconformidad frente a la pérdida de los valores auténticos del vallenato clásico y afirmó lo siguiente “Cuando estábamos hasta la coronilla y a punto de asfixiarnos bajo las toneladas de basura que con el nombre de vallenatos nos han caído encima, José Alfonso ‘Chiche’ Maestre se nos vino con todo un señor canto. Un canto con toda la hondura del sentimiento y la fuerza de su alma, que en la voz formidable de Poncho Zuleta y el acordeón de Emilianito logró que se nos volviera a erizar la piel y nos hizo poner de pies para escucharlo como se escuchan los buenos vallenatos: en silencio, con emoción y respeto. De paso, puso las cosas en su puesto y prendió una luz que ha clarificado el panorama de la música vallenata oscurecido poco a poco por el vaho de tanta basura en descomposición”.

Pero un poco más lejos, Gabo afirmó, “que Cien años de soledad era un vallenato de 400 páginas”. Y Gabo se sabía casi todos los vallenatos clásicos y los cantaba muy bien. Fue gran amigo del maestro Escalona y a través de él se nutrió mucho por ese amor a este género musical.

Hace unos días se reunieron en el famoso bar La Cueva de Barranquilla, dos connotados periodistas y vallenatólogos, Juan Gossaín y Daniel Samper Pizano, ninguno de los dos son de La Guajira ni del Cesar, pero son expertos en lingüística y literatura pesada, de la cual la composición vallenata y su melodía hacen parte y reclamaban nuevamente esa esencia del vallenato.

Cada saludo en una canción vallenata es una amenaza a la permanencia del vallenato clásico, que impide escuchar y encontrarle el valor creativo a la composición y a la melodía. Además de que es propiamente una comercialización prepagada. Bienvenida la decisión de la Unesco.