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Editorial - 27 marzo, 2025

La prensa en medio de la polarización política

En la guerra, como en cualquier conflicto, lo primero que se pierde es la verdad, una frase antigua que ahora pareciera retomar más vigencia que nunca, tanto en Colombia como en el mundo, pero que, además, tiene eco en regiones como la nuestra.

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En la guerra, como en cualquier conflicto, lo primero que se pierde es la verdad, una frase antigua que ahora pareciera retomar más vigencia que nunca, tanto en Colombia como en el mundo, pero que, además, tiene eco en regiones como la nuestra.

¿Cuántas verdades se han ocultado en las guerras que en estos momentos se llevan a cabo en Europa y el Medio Oriente?, ¿cuánto se ha dejado de decir sobre la situación de Venezuela? y ¿qué es lo que realmente ha pasado y está pasando en Colombia? Nadie lo sabe. Pero lo que la gente supone es que alguien o muchos están mintiendo y entonces surge el interrogante más preocupante: ¿a quién creerle?

En el caso de Colombia, en medio de tanta incertidumbre, que en un alto grado se deriva de la desinformación, la gente trata de buscar respuesta en la prensa, en el ejercicio de un periodismo responsable. ¿Pero sí está la prensa en Colombia ayudando a que la gente encuentre respuestas verdaderas a tantas inquietudes?

El reciente Consejo de Ministros realizado por el gobierno del presidente Gustavo Petro, para analizar el tema de la salud, específicamente sobre la falta de medicamentos y presupuesto, ha generado el debate sobre la veracidad de lo que informan los grandes medios de comunicación en Colombia, noticias que algunos medios regionales replican, o si realmente es el mandatario de los colombianos quien está mintiendo.

El Consejo de Ministros se presentó como una defensa ante la “gran prensa nacional”, según Petro, que había informado que Colombia se quedó sin medicamentos y sin presupuesto para la salud. Pero la prensa lo hizo con base en testimonios y el grito en la calle de los pacientes. Lo vimos y no lo decimos por solidaridad de cuerpo.

El presidente mostró con cifras del presupuesto, las que según sus ministros son datos públicos que están a la vista de todos en las distintas plataformas digitales de gobierno en línea y de los entes de control, las cuales indican que sí se ha destinado el dinero para los gastos de la salud y, por otro lado, mostró imágenes en las que se observa que había una bodega de medicamentos retenidos de manera intencional para generar caos en la ciudadanía, debido a que estas drogas se requieren para salvar vidas.

Es ahí, en medio de la polarización política de Colombia, donde la tarea de la prensa se torna demasiada compleja y se requiere de frialdad emocional, un alto grado de responsabilidad y ponderación, libre de cualquier inclinación política o ideológica, para descubrir quién es el Chucky de la película. Pero no solo eso, además de descifrar el jeroglífico, debe también crear todas las condiciones y plantear sólidos argumentos que le permitan a la ciudadanía creer ciento por ciento lo que se le está informando. Cierto es que la credibilidad en Colombia está en crisis, la gente ya no cree en nada ni en nadie.

A raíz de ese Consejo de Ministros, muchos piensan en silencio que Colombia está inmersa en un mar de mentiras, en especial en este caso específico de la salud, pero no se atreven a decirlo porque aquel que diga algo a favor de este gobierno será estigmatizado como de izquierda, lo mismo que a quienes lo critican serán vistos de derecha. Se tiende a confundir las ideologías con el libre derecho que tiene un ciudadano de aprobar o desaprobar la gestión de un gobierno.

En este caso específico de la salud se podría hablar de varias hipótesis: 1) No hubo suficiente rigurosidad periodística, las fuentes no han sido confiables y habría instrumentalizacion política; y 2) Podría ser una maniobra del Gobierno nacional, que muestra grandes sumas de dinero pero por grandes que sean serían insuficientes, por los costos crecientes. Eso deben decirlo las EPS intervenidas y representadas por el mismo gobierno que atienden hoy más del 60 % de los usuarios colombianos. Y tienen bastantes quejas.

Un símil. Sea por los docentes, o los estudiantes, si los resultados son malos el responsable es el rector.

Editorial
27 marzo, 2025

La prensa en medio de la polarización política

En la guerra, como en cualquier conflicto, lo primero que se pierde es la verdad, una frase antigua que ahora pareciera retomar más vigencia que nunca, tanto en Colombia como en el mundo, pero que, además, tiene eco en regiones como la nuestra.


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En la guerra, como en cualquier conflicto, lo primero que se pierde es la verdad, una frase antigua que ahora pareciera retomar más vigencia que nunca, tanto en Colombia como en el mundo, pero que, además, tiene eco en regiones como la nuestra.

¿Cuántas verdades se han ocultado en las guerras que en estos momentos se llevan a cabo en Europa y el Medio Oriente?, ¿cuánto se ha dejado de decir sobre la situación de Venezuela? y ¿qué es lo que realmente ha pasado y está pasando en Colombia? Nadie lo sabe. Pero lo que la gente supone es que alguien o muchos están mintiendo y entonces surge el interrogante más preocupante: ¿a quién creerle?

En el caso de Colombia, en medio de tanta incertidumbre, que en un alto grado se deriva de la desinformación, la gente trata de buscar respuesta en la prensa, en el ejercicio de un periodismo responsable. ¿Pero sí está la prensa en Colombia ayudando a que la gente encuentre respuestas verdaderas a tantas inquietudes?

El reciente Consejo de Ministros realizado por el gobierno del presidente Gustavo Petro, para analizar el tema de la salud, específicamente sobre la falta de medicamentos y presupuesto, ha generado el debate sobre la veracidad de lo que informan los grandes medios de comunicación en Colombia, noticias que algunos medios regionales replican, o si realmente es el mandatario de los colombianos quien está mintiendo.

El Consejo de Ministros se presentó como una defensa ante la “gran prensa nacional”, según Petro, que había informado que Colombia se quedó sin medicamentos y sin presupuesto para la salud. Pero la prensa lo hizo con base en testimonios y el grito en la calle de los pacientes. Lo vimos y no lo decimos por solidaridad de cuerpo.

El presidente mostró con cifras del presupuesto, las que según sus ministros son datos públicos que están a la vista de todos en las distintas plataformas digitales de gobierno en línea y de los entes de control, las cuales indican que sí se ha destinado el dinero para los gastos de la salud y, por otro lado, mostró imágenes en las que se observa que había una bodega de medicamentos retenidos de manera intencional para generar caos en la ciudadanía, debido a que estas drogas se requieren para salvar vidas.

Es ahí, en medio de la polarización política de Colombia, donde la tarea de la prensa se torna demasiada compleja y se requiere de frialdad emocional, un alto grado de responsabilidad y ponderación, libre de cualquier inclinación política o ideológica, para descubrir quién es el Chucky de la película. Pero no solo eso, además de descifrar el jeroglífico, debe también crear todas las condiciones y plantear sólidos argumentos que le permitan a la ciudadanía creer ciento por ciento lo que se le está informando. Cierto es que la credibilidad en Colombia está en crisis, la gente ya no cree en nada ni en nadie.

A raíz de ese Consejo de Ministros, muchos piensan en silencio que Colombia está inmersa en un mar de mentiras, en especial en este caso específico de la salud, pero no se atreven a decirlo porque aquel que diga algo a favor de este gobierno será estigmatizado como de izquierda, lo mismo que a quienes lo critican serán vistos de derecha. Se tiende a confundir las ideologías con el libre derecho que tiene un ciudadano de aprobar o desaprobar la gestión de un gobierno.

En este caso específico de la salud se podría hablar de varias hipótesis: 1) No hubo suficiente rigurosidad periodística, las fuentes no han sido confiables y habría instrumentalizacion política; y 2) Podría ser una maniobra del Gobierno nacional, que muestra grandes sumas de dinero pero por grandes que sean serían insuficientes, por los costos crecientes. Eso deben decirlo las EPS intervenidas y representadas por el mismo gobierno que atienden hoy más del 60 % de los usuarios colombianos. Y tienen bastantes quejas.

Un símil. Sea por los docentes, o los estudiantes, si los resultados son malos el responsable es el rector.