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Columnista - 16 abril, 2025

La política de las letras

Thomas Bernhard dijo alguna vez: “Hubiera debido ser un mundo grandioso, pero se quedó en un detalle irrisorio”. Si reflexionamos sobre esta frase, a muchos nos tocará la tristeza ante la miseria de pensamiento humano que nos invade desde todas las latitudes.

Boton Wpp

Thomas Bernhard dijo alguna vez: “Hubiera debido ser un mundo grandioso, pero se quedó en un detalle irrisorio”. Si reflexionamos sobre esta frase, a muchos nos tocará la tristeza ante la miseria de pensamiento humano que nos invade desde todas las latitudes. Si por aquí llueve, en otros lugares no escampa. El odio que inunda nuestros corazones, surgido y alimentado a diario por la polarización que se expande peor que cualquier epidemia, nos muestra el lado oculto de muchos. Gente que se alegra por la muerte de aquellos que piensan diferente a él. ¿Hasta dónde hemos llegado? Me pregunto.

La reciente muerte del gran escritor Mario Vargas Llosa ha expuesto a la luz diferentes opiniones que quizás no se atrevían a darse estando él vivo, tal vez, algunos lo hicieron, otros hoy de manera cobarde aprovechando la indefensión de un muerto despotrican con alevosía, escupiendo maldiciones a su memoria. ¿Tiene algo de malo pensar diferente o creer que las cosas se pueden hacer mejor de otra manera? Muchos piensan que sí. Si no piensas igual a mí, eres mi enemigo; ésta parece la consigna enarbolada en los últimos tiempos con más ímpetu que antes. 

Ad portas de la Semana Santa, quizás valga la pena recordar a un hombre que por su grandeza moral, dejó en todos los que le habían visto y escuchado una gran impresión y que hoy, transcurrido más de veinte siglos, le siguen rindiendo homenaje como el Todopoderoso. Un hombre que en su tiempo fue conducido ignominiosamente al suplicio. En ese tiempo no solo no lo reconocieron los seres humanos como su bienhechor, sino que le tildaron de todo lo contrario de lo que era, y se comportaron con él como un monstruo de impiedad. Hoy, en la actualidad, en cambio se tienen por monstruos de impiedad a quienes le condenaron y le hicieron sufrir. Entonces, pregunto ¿Quiénes somos para juzgar a otros?

Vargas Llosa no se concibe como un Todopoderoso, ni algo similar; sin embargo, traigo a colación tal recuerdo para refrescar nuestras actitudes a través de la historia sobre lo que con nuestras palabras podemos hacer contra los demás. Alguien que habla, defendiendo sus ideas, no puede ser perseguido ni ser blanco de hostilidades intencionadas, porque a nuestro parecer no piensa como nosotros. Creo, que debemos escuchar las ideas de todos y discrepar de ellos si así lo consideramos pertinente, pero con respeto hacia su derecho igual a expresarse.

En los comentarios y publicaciones que he realizado con ocasión al fallecimiento del escritor peruano he quedado anonadado al leer algunos viles comentarios que surgen posteriores a mis publicaciones, alegría por su deceso, insultos pueriles y desalmados a su nombre, etc. Actitudes que definen la más baja condición del espíritu humano rayando en lo miserable de la humanidad. Personalmente, separo lo literario del posicionamiento ideológico en lo que a política se refiere, sin embargo, es menester recordar que todo el que es escribe es reaccionario, de alguna forma u otra, y eso, a todo el que lo hace le da el derecho de expresar sus ideas y pensamientos a través de las letras simbolizando sus ideales, sean los acertados o no. Pero, lo cierto es que en cada historia plasmada con las letras se tiende a imaginar un mundo mejor para todos.

Vargas Llosa nos ha dejado un maravilloso legado literario, un caballero de las letras en el amplio sentido y literal de la palabra, un escritor que confundió eternamente sus sueños de ver mejor a su sociedad peruana con las letras que quizás imaginaba, pero lo cierto, es que muchas de ellas, eran el fiel reflejo de la realidad existente. Desenmascaró con palabras, escritas y expresadas, los diferentes problemas que aquejaban no solo a su país, sino a otros que señalaba como víctimas de un autoritarismo ignorante que se aprovechaba de las necesidades de los pueblos en su beneficio. La profundidad de los mensajes plasmados en sus letras, en sus historias quedarán marcados como los deseos de un hombre que quiso siempre lo mejor para su país. Querido por muchos, odiados por otros. Solo sé que las almas reaccionarias de aquellos que escribimos no dejarán de esforzarse por atisbar entre la oscuridad nocturna la ilusión de buscar y expresar lo mejor para todos.

Por: Jairo Mejía. 

Columnista
16 abril, 2025

La política de las letras

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Mejía Cuello

Thomas Bernhard dijo alguna vez: “Hubiera debido ser un mundo grandioso, pero se quedó en un detalle irrisorio”. Si reflexionamos sobre esta frase, a muchos nos tocará la tristeza ante la miseria de pensamiento humano que nos invade desde todas las latitudes.


Thomas Bernhard dijo alguna vez: “Hubiera debido ser un mundo grandioso, pero se quedó en un detalle irrisorio”. Si reflexionamos sobre esta frase, a muchos nos tocará la tristeza ante la miseria de pensamiento humano que nos invade desde todas las latitudes. Si por aquí llueve, en otros lugares no escampa. El odio que inunda nuestros corazones, surgido y alimentado a diario por la polarización que se expande peor que cualquier epidemia, nos muestra el lado oculto de muchos. Gente que se alegra por la muerte de aquellos que piensan diferente a él. ¿Hasta dónde hemos llegado? Me pregunto.

La reciente muerte del gran escritor Mario Vargas Llosa ha expuesto a la luz diferentes opiniones que quizás no se atrevían a darse estando él vivo, tal vez, algunos lo hicieron, otros hoy de manera cobarde aprovechando la indefensión de un muerto despotrican con alevosía, escupiendo maldiciones a su memoria. ¿Tiene algo de malo pensar diferente o creer que las cosas se pueden hacer mejor de otra manera? Muchos piensan que sí. Si no piensas igual a mí, eres mi enemigo; ésta parece la consigna enarbolada en los últimos tiempos con más ímpetu que antes. 

Ad portas de la Semana Santa, quizás valga la pena recordar a un hombre que por su grandeza moral, dejó en todos los que le habían visto y escuchado una gran impresión y que hoy, transcurrido más de veinte siglos, le siguen rindiendo homenaje como el Todopoderoso. Un hombre que en su tiempo fue conducido ignominiosamente al suplicio. En ese tiempo no solo no lo reconocieron los seres humanos como su bienhechor, sino que le tildaron de todo lo contrario de lo que era, y se comportaron con él como un monstruo de impiedad. Hoy, en la actualidad, en cambio se tienen por monstruos de impiedad a quienes le condenaron y le hicieron sufrir. Entonces, pregunto ¿Quiénes somos para juzgar a otros?

Vargas Llosa no se concibe como un Todopoderoso, ni algo similar; sin embargo, traigo a colación tal recuerdo para refrescar nuestras actitudes a través de la historia sobre lo que con nuestras palabras podemos hacer contra los demás. Alguien que habla, defendiendo sus ideas, no puede ser perseguido ni ser blanco de hostilidades intencionadas, porque a nuestro parecer no piensa como nosotros. Creo, que debemos escuchar las ideas de todos y discrepar de ellos si así lo consideramos pertinente, pero con respeto hacia su derecho igual a expresarse.

En los comentarios y publicaciones que he realizado con ocasión al fallecimiento del escritor peruano he quedado anonadado al leer algunos viles comentarios que surgen posteriores a mis publicaciones, alegría por su deceso, insultos pueriles y desalmados a su nombre, etc. Actitudes que definen la más baja condición del espíritu humano rayando en lo miserable de la humanidad. Personalmente, separo lo literario del posicionamiento ideológico en lo que a política se refiere, sin embargo, es menester recordar que todo el que es escribe es reaccionario, de alguna forma u otra, y eso, a todo el que lo hace le da el derecho de expresar sus ideas y pensamientos a través de las letras simbolizando sus ideales, sean los acertados o no. Pero, lo cierto es que en cada historia plasmada con las letras se tiende a imaginar un mundo mejor para todos.

Vargas Llosa nos ha dejado un maravilloso legado literario, un caballero de las letras en el amplio sentido y literal de la palabra, un escritor que confundió eternamente sus sueños de ver mejor a su sociedad peruana con las letras que quizás imaginaba, pero lo cierto, es que muchas de ellas, eran el fiel reflejo de la realidad existente. Desenmascaró con palabras, escritas y expresadas, los diferentes problemas que aquejaban no solo a su país, sino a otros que señalaba como víctimas de un autoritarismo ignorante que se aprovechaba de las necesidades de los pueblos en su beneficio. La profundidad de los mensajes plasmados en sus letras, en sus historias quedarán marcados como los deseos de un hombre que quiso siempre lo mejor para su país. Querido por muchos, odiados por otros. Solo sé que las almas reaccionarias de aquellos que escribimos no dejarán de esforzarse por atisbar entre la oscuridad nocturna la ilusión de buscar y expresar lo mejor para todos.

Por: Jairo Mejía.