“He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero lograr. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”. Esto lo dijo Nelson […]
“He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero lograr. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.
Esto lo dijo Nelson Mandela en su discurso de defensa en el juicio político, donde le conmutaron la pena de muerte por cadena perpetua, de la cual purgó 27 años, bajo los cargos de sabotaje y conspiración que incluía la creación da la guerra de guerrillas, similar a la comandada por Fidel Castro en Cuba, auspiciada por el Sóviet Supremo de la otrora poderosa Unión Soviética que era la máxima jerarquía del comunismo mundial.
Como es sabido, Fidel Castro tomó el poder en Cuba en 1959 tras derrocar al dictador Fulgencio Batista, quien impuso un régimen tiránico durante varios años. A pesar de recibir el beneplácito de los gobiernos de los países occidentales, Fidel Castro se declaró marxista y estableció el primer Estado socialista en América, viejo y enfermo deja gobernando a su hermano Raúl que, paradójicamente, está aceptando el reingreso del capitalismo a Cuba y también propende porque regrese a los otros países con gobiernos socialistas, siempre y cuando los capitalistas se comprometan con erradicar la pobreza que es uno de sus sustentos.
En cambio, Nelson Mandela no capituló el ideal de una sociedad libre y democrática porque después de recuperar su libertad, con su exhortación a resolver los conflictos a través de la diplomacia y la reconciliación, liberó a su país Sudáfrica del vergonzoso Apartheid (exclusión de los negros, no solo del poder, sino de la mayoría de los derechos humanos, ya que únicamente se les permitía vivir como sirvientes domésticos) implantado por la población de procedencia anglosajona muy minoritaria en su país.
Sin guerra y democráticamente, Nelson Mandela fue elegido como presidente de Sudáfrica para el periodo entre 1994 y 1999 con la vicepresidencia de su antecesor Frederik Willem de Klerk, de origen inglés. Desde entonces todos los presidentes de Sudáfrica son negros, quienes gobiernan con funcionarios blancos, nombrados o elegidos popularmente en altas posiciones.
Expongo estos dos ejemplos como prueba de que el capitalismo y el socialismo se complementan, su fusión es indispensable para gobernar, porque sin dinero no se pueden realizar obras sociales. Con la inversión cabal de los impuestos recaudados en justas proporciones, se disminuye y erradica la pobreza que es el peor mal de la humanidad.
La pobreza incrementa el narcotráfico, el contrabando, el rebusque y generaliza la ilegalidad; en fin, la distribución de la riqueza entre todos mejoraría la convivencia humana que hoy en nuestro país es extremadamente peligrosa por la delincuencia común que genera el alto nivel de pobreza.
En cuanto a que los exintegrantes de las Farc conformen un grupo político no hay que temerle, ya que traen a cuestas un lastre de total desconfianza, que solo se los quitaría si los actuales dirigentes, tanto del oficialismo como de la oposición, siguen actuando por el beneficio particular en vez de buscar el bienestar colectivo.
“He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero lograr. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”. Esto lo dijo Nelson […]
“He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero lograr. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.
Esto lo dijo Nelson Mandela en su discurso de defensa en el juicio político, donde le conmutaron la pena de muerte por cadena perpetua, de la cual purgó 27 años, bajo los cargos de sabotaje y conspiración que incluía la creación da la guerra de guerrillas, similar a la comandada por Fidel Castro en Cuba, auspiciada por el Sóviet Supremo de la otrora poderosa Unión Soviética que era la máxima jerarquía del comunismo mundial.
Como es sabido, Fidel Castro tomó el poder en Cuba en 1959 tras derrocar al dictador Fulgencio Batista, quien impuso un régimen tiránico durante varios años. A pesar de recibir el beneplácito de los gobiernos de los países occidentales, Fidel Castro se declaró marxista y estableció el primer Estado socialista en América, viejo y enfermo deja gobernando a su hermano Raúl que, paradójicamente, está aceptando el reingreso del capitalismo a Cuba y también propende porque regrese a los otros países con gobiernos socialistas, siempre y cuando los capitalistas se comprometan con erradicar la pobreza que es uno de sus sustentos.
En cambio, Nelson Mandela no capituló el ideal de una sociedad libre y democrática porque después de recuperar su libertad, con su exhortación a resolver los conflictos a través de la diplomacia y la reconciliación, liberó a su país Sudáfrica del vergonzoso Apartheid (exclusión de los negros, no solo del poder, sino de la mayoría de los derechos humanos, ya que únicamente se les permitía vivir como sirvientes domésticos) implantado por la población de procedencia anglosajona muy minoritaria en su país.
Sin guerra y democráticamente, Nelson Mandela fue elegido como presidente de Sudáfrica para el periodo entre 1994 y 1999 con la vicepresidencia de su antecesor Frederik Willem de Klerk, de origen inglés. Desde entonces todos los presidentes de Sudáfrica son negros, quienes gobiernan con funcionarios blancos, nombrados o elegidos popularmente en altas posiciones.
Expongo estos dos ejemplos como prueba de que el capitalismo y el socialismo se complementan, su fusión es indispensable para gobernar, porque sin dinero no se pueden realizar obras sociales. Con la inversión cabal de los impuestos recaudados en justas proporciones, se disminuye y erradica la pobreza que es el peor mal de la humanidad.
La pobreza incrementa el narcotráfico, el contrabando, el rebusque y generaliza la ilegalidad; en fin, la distribución de la riqueza entre todos mejoraría la convivencia humana que hoy en nuestro país es extremadamente peligrosa por la delincuencia común que genera el alto nivel de pobreza.
En cuanto a que los exintegrantes de las Farc conformen un grupo político no hay que temerle, ya que traen a cuestas un lastre de total desconfianza, que solo se los quitaría si los actuales dirigentes, tanto del oficialismo como de la oposición, siguen actuando por el beneficio particular en vez de buscar el bienestar colectivo.