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General - 5 julio, 2013

La peluquería al aire libre en La Nevada

Una tabla, una peinilla, una máquina de cortar pelo, una cuchilla, una capa, un espejo, y las ganas de ganarse la vida, son los instrumentos de un peluquero particular.

Esta es la manera como trabaja Gustavo Mejía para ganarse la vida. EL PILÓN/ Joaquín Ramírez.
Esta es la manera como trabaja Gustavo Mejía para ganarse la vida. EL PILÓN/ Joaquín Ramírez.

Por Freddy Oñate Acevedo

[email protected]

En medio de las dificultades que hay en el barrio La Nevada, debajo de una Ceiba que lo protege del inclemente sol, con un espejo mediano que reposa sobre una mesa hecha con un pedazo de tabla y dos tubos, está Gustavo Mejía, un hombre que ofrece su servicio como peluquero y barbero a los hombres de ese sector de la ciudad.

Llega a las ocho de la mañana a trabajar con la indumentaria necesaria para  empezar con su labor. Asegura que no está en un local porque no puede cubrir los costos de arriendo y de pago de servicios que acarrea esto.

Gustavo tiene una familia, una esposa y una hija, que nació hace dos días, y  tiene conciencia que sobre él recae la responsabilidad de su nuevo hogar “yo trabajo en esto aquí porque hay que buscar la manera de llevar la comida a la casa, tengo una hija y una esposa, ella estudia, pero ahora como tuvo a la niña ella no puedo trabajar por ahora ni estudiar, entonces me rebusco con esto, porque creo que las cosas son mejores cuando se hacen de manera honesta”.

Gustavo no tuvo una preparación en un centro de formación, es empírico, “lo que sé es porque lo aprendí viendo y practicando, siempre he hecho un buen trabajo” dice, y aún así, sin tener un lugar fijo de trabajo, sin un documento que lo acredite como experto en temas de corte de cabello, a su sitio de trabajo le llegan diariamente entre 20 y 30 persona, 40 si el día está bueno.

“Me gusta venir aquí porque, además de ser mi amigo, hace un buen trabajo y el ambiente es agradable aquí debajo de este palo, es mejor que en un salón, aparte que el hombre cobra barato” asegura entre risas Carlos Arturo Muñoz ebanista y fiel cliente que lleva ya varios meses cortándose el pelo y perfilando su barba en el parque de la Ceiba del barrio La Nevada.

Cobra 3 mil pesos por el corte de cabello, y lleva un año ubicado en ese sector, en medio del comercio informal característico del barrio de La Nevada. El servicio lo presta todos lo días entre nueve de la mañana. La Policía no lo molesta porque él asegura que “no le hace perjuicio a nadie”.

General
5 julio, 2013

La peluquería al aire libre en La Nevada

Una tabla, una peinilla, una máquina de cortar pelo, una cuchilla, una capa, un espejo, y las ganas de ganarse la vida, son los instrumentos de un peluquero particular.


Esta es la manera como trabaja Gustavo Mejía para ganarse la vida. EL PILÓN/ Joaquín Ramírez.
Esta es la manera como trabaja Gustavo Mejía para ganarse la vida. EL PILÓN/ Joaquín Ramírez.

Por Freddy Oñate Acevedo

[email protected]

En medio de las dificultades que hay en el barrio La Nevada, debajo de una Ceiba que lo protege del inclemente sol, con un espejo mediano que reposa sobre una mesa hecha con un pedazo de tabla y dos tubos, está Gustavo Mejía, un hombre que ofrece su servicio como peluquero y barbero a los hombres de ese sector de la ciudad.

Llega a las ocho de la mañana a trabajar con la indumentaria necesaria para  empezar con su labor. Asegura que no está en un local porque no puede cubrir los costos de arriendo y de pago de servicios que acarrea esto.

Gustavo tiene una familia, una esposa y una hija, que nació hace dos días, y  tiene conciencia que sobre él recae la responsabilidad de su nuevo hogar “yo trabajo en esto aquí porque hay que buscar la manera de llevar la comida a la casa, tengo una hija y una esposa, ella estudia, pero ahora como tuvo a la niña ella no puedo trabajar por ahora ni estudiar, entonces me rebusco con esto, porque creo que las cosas son mejores cuando se hacen de manera honesta”.

Gustavo no tuvo una preparación en un centro de formación, es empírico, “lo que sé es porque lo aprendí viendo y practicando, siempre he hecho un buen trabajo” dice, y aún así, sin tener un lugar fijo de trabajo, sin un documento que lo acredite como experto en temas de corte de cabello, a su sitio de trabajo le llegan diariamente entre 20 y 30 persona, 40 si el día está bueno.

“Me gusta venir aquí porque, además de ser mi amigo, hace un buen trabajo y el ambiente es agradable aquí debajo de este palo, es mejor que en un salón, aparte que el hombre cobra barato” asegura entre risas Carlos Arturo Muñoz ebanista y fiel cliente que lleva ya varios meses cortándose el pelo y perfilando su barba en el parque de la Ceiba del barrio La Nevada.

Cobra 3 mil pesos por el corte de cabello, y lleva un año ubicado en ese sector, en medio del comercio informal característico del barrio de La Nevada. El servicio lo presta todos lo días entre nueve de la mañana. La Policía no lo molesta porque él asegura que “no le hace perjuicio a nadie”.