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Columnista - 16 marzo, 2016

La paz es posible, pero no caerá del cielo

Cuando se han conseguido avances tan importantes en las conversaciones de paz con las Farc, sobre todo en las principales preocupaciones, sería una locura anular el arduo trabajo que se ha realizado, y es aquí en este caso especial donde uno piensa que el proceso de paz ha alcanzado un punto de no retorno. Se […]

Cuando se han conseguido avances tan importantes en las conversaciones de paz con las Farc, sobre todo en las principales preocupaciones, sería una locura anular el arduo trabajo que se ha realizado, y es aquí en este caso especial donde uno piensa que el proceso de paz ha alcanzado un punto de no retorno. Se tiene la incubación necesaria para pensar con realismo y bases ciertas que llegarán mejores días y los buenos tiempos para nuestro país, a pesar de todos los errores cometidos en este aprendizaje lleno de altibajos y contradicciones. Ahora tenemos que despegar y volar.

En estos procesos tan complejos y llenos de aristas siempre se debe negociar con la gente que tenga el poder de decisión y el liderazgo suficiente para ceder y avanzar con criterio para entender, como personas civilizadas, que esta situación absurda en nuestro país no puede seguir como está. Se requiere un cambio fundamental unido a la voluntad de sentarse a la mesa de trabajo para tomar decisiones impopulares con el convencimiento de que la paz no se consigue en una semana, especialmente después de 50 años de una guerra inútil, dolorosa y pasada de moda.

Hoy solo estamos construyendo los cimientos para la paz en un marco de entendimiento y acuerdos de voluntades, en los que la sociedad civil debe tener una participación activa para que desarrolle un trabajo lleno de sacrificios donde los empresarios del país deben pasar al tablero con sentido de compromiso. El pasado debe quedar atrás y estamos obligados a mirar el futuro pensando siempre en el mejor interés de nuestros jóvenes pasando por encima de nuestros odios y frustraciones.

Un paso esencial en este proceso de paz debe ser la convergencia de las distintas fuerzas políticas. La reciente ampliación de la coalición parlamentaria en el Congreso es un acto de grandeza que enaltece a los partidos y a sus dirigentes. Los acuerdos alcanzados en La Habana no deben dar lugar a ambigüedades. Más importante que una fecha es lograr un buen acuerdo para evitar más dificultades en su implementación donde la paz se construya desde abajo para arriba con una sociedad muy fuerte y con comunidades bien organizadas.

El viaje de Enrique Santos a La Habana, el desarme, la desmovilización, las zonas de concentración de la guerrilla, los mecanismos de refrendación y la revisión de las salvedades en los puntos ya pactados, nos indican que los caminos de la paz aún no están del todo despejados y se confirma que un buen acuerdo no cae del cielo. El pulso es duro en la recta final donde todos debemos hacer bien hecha la tarea.

Columnista
16 marzo, 2016

La paz es posible, pero no caerá del cielo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

Cuando se han conseguido avances tan importantes en las conversaciones de paz con las Farc, sobre todo en las principales preocupaciones, sería una locura anular el arduo trabajo que se ha realizado, y es aquí en este caso especial donde uno piensa que el proceso de paz ha alcanzado un punto de no retorno. Se […]


Cuando se han conseguido avances tan importantes en las conversaciones de paz con las Farc, sobre todo en las principales preocupaciones, sería una locura anular el arduo trabajo que se ha realizado, y es aquí en este caso especial donde uno piensa que el proceso de paz ha alcanzado un punto de no retorno. Se tiene la incubación necesaria para pensar con realismo y bases ciertas que llegarán mejores días y los buenos tiempos para nuestro país, a pesar de todos los errores cometidos en este aprendizaje lleno de altibajos y contradicciones. Ahora tenemos que despegar y volar.

En estos procesos tan complejos y llenos de aristas siempre se debe negociar con la gente que tenga el poder de decisión y el liderazgo suficiente para ceder y avanzar con criterio para entender, como personas civilizadas, que esta situación absurda en nuestro país no puede seguir como está. Se requiere un cambio fundamental unido a la voluntad de sentarse a la mesa de trabajo para tomar decisiones impopulares con el convencimiento de que la paz no se consigue en una semana, especialmente después de 50 años de una guerra inútil, dolorosa y pasada de moda.

Hoy solo estamos construyendo los cimientos para la paz en un marco de entendimiento y acuerdos de voluntades, en los que la sociedad civil debe tener una participación activa para que desarrolle un trabajo lleno de sacrificios donde los empresarios del país deben pasar al tablero con sentido de compromiso. El pasado debe quedar atrás y estamos obligados a mirar el futuro pensando siempre en el mejor interés de nuestros jóvenes pasando por encima de nuestros odios y frustraciones.

Un paso esencial en este proceso de paz debe ser la convergencia de las distintas fuerzas políticas. La reciente ampliación de la coalición parlamentaria en el Congreso es un acto de grandeza que enaltece a los partidos y a sus dirigentes. Los acuerdos alcanzados en La Habana no deben dar lugar a ambigüedades. Más importante que una fecha es lograr un buen acuerdo para evitar más dificultades en su implementación donde la paz se construya desde abajo para arriba con una sociedad muy fuerte y con comunidades bien organizadas.

El viaje de Enrique Santos a La Habana, el desarme, la desmovilización, las zonas de concentración de la guerrilla, los mecanismos de refrendación y la revisión de las salvedades en los puntos ya pactados, nos indican que los caminos de la paz aún no están del todo despejados y se confirma que un buen acuerdo no cae del cielo. El pulso es duro en la recta final donde todos debemos hacer bien hecha la tarea.