Por Gustavo Cotes Medina Comparto la afirmación del expresidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, en el sentido que la “generación anterior de colombianos consolidó la democracia, y a esta le toca conseguir la paz”. Está claro que este proceso será complejo, largo y duro, pero lograr la paz es la gran tarea nacional y su […]
Por Gustavo Cotes Medina
Comparto la afirmación del expresidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, en el sentido que la “generación anterior de colombianos consolidó la democracia, y a esta le toca conseguir la paz”. Está claro que este proceso será complejo, largo y duro, pero lograr la paz es la gran tarea nacional y su desarrollo debe ser con la participación de todos. Éste compromiso no debe tener color político, pero tiene que respetar siempre el debate público.
La paz es una apuesta que vale la pena y debe comprometer nuestros mejores empeños. Es necesario que los grupos armados tengan presente que sus objetivos trazados jamás los conseguirán por la vía de las armas y que solo los diálogos políticos terminarán con el conflicto, involucrando la cultura ciudadana de paz, con rechazo frontal a la violencia, sin declaraciones de arrepentimiento por parte de los victimarios.
La paz es una democracia con memoria, con la meta que no se debe volver a la violencia cruel e inútil, donde podamos pasar la página y derrotar los miedos. El gran reto nacional es la paz y la superación de las desigualdades. En esa dirección estamos avanzando y la disminución real y medible de los índices de pobreza y de miseria nos está demostrando que vamos por buen camino, pero falta mucho para consolidar los avances y mejorar la distribución del ingreso.
La causa principal de estas realidades ha sido el fortalecimiento del mercado laboral con la caída del desempleo y la presencia de los trabajos formales. En Colombia estamos pagando por cuotas nuestra gran deuda social, disminuyendo así la brecha entre las zonas rurales y urbanas.
Las cifras y los indicadores que respaldan estos avances tienen o pueden tener varias interpretaciones, pero estamos corrigiendo la disminución de la pobreza y la eliminación de la miseria. Solo falta la cereza para el postre, que es la consolidación de una paz estable, civilizada y duradera.
Sin embargo, en Colombia siempre hubo desigualdad y nunca se presentó una sociedad completamente igualitaria porque no existe un solo país que tenga una verdadera soberanía económica. La llegada de la paz encontrará una economía con tasas de cambio flexible y con un manejo responsable y serio de las políticas macroeconómicas que nos hacen fuertes para enfrentar una eventual tormenta económica global.
¡Nuestro verdadero palo en la rueda es la paz, si la conseguimos nuestros nietos tendrán un futuro promisorio y podrán dibujar siempre soles sonrientes y mariposas amarillas!
Por Gustavo Cotes Medina Comparto la afirmación del expresidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, en el sentido que la “generación anterior de colombianos consolidó la democracia, y a esta le toca conseguir la paz”. Está claro que este proceso será complejo, largo y duro, pero lograr la paz es la gran tarea nacional y su […]
Por Gustavo Cotes Medina
Comparto la afirmación del expresidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, en el sentido que la “generación anterior de colombianos consolidó la democracia, y a esta le toca conseguir la paz”. Está claro que este proceso será complejo, largo y duro, pero lograr la paz es la gran tarea nacional y su desarrollo debe ser con la participación de todos. Éste compromiso no debe tener color político, pero tiene que respetar siempre el debate público.
La paz es una apuesta que vale la pena y debe comprometer nuestros mejores empeños. Es necesario que los grupos armados tengan presente que sus objetivos trazados jamás los conseguirán por la vía de las armas y que solo los diálogos políticos terminarán con el conflicto, involucrando la cultura ciudadana de paz, con rechazo frontal a la violencia, sin declaraciones de arrepentimiento por parte de los victimarios.
La paz es una democracia con memoria, con la meta que no se debe volver a la violencia cruel e inútil, donde podamos pasar la página y derrotar los miedos. El gran reto nacional es la paz y la superación de las desigualdades. En esa dirección estamos avanzando y la disminución real y medible de los índices de pobreza y de miseria nos está demostrando que vamos por buen camino, pero falta mucho para consolidar los avances y mejorar la distribución del ingreso.
La causa principal de estas realidades ha sido el fortalecimiento del mercado laboral con la caída del desempleo y la presencia de los trabajos formales. En Colombia estamos pagando por cuotas nuestra gran deuda social, disminuyendo así la brecha entre las zonas rurales y urbanas.
Las cifras y los indicadores que respaldan estos avances tienen o pueden tener varias interpretaciones, pero estamos corrigiendo la disminución de la pobreza y la eliminación de la miseria. Solo falta la cereza para el postre, que es la consolidación de una paz estable, civilizada y duradera.
Sin embargo, en Colombia siempre hubo desigualdad y nunca se presentó una sociedad completamente igualitaria porque no existe un solo país que tenga una verdadera soberanía económica. La llegada de la paz encontrará una economía con tasas de cambio flexible y con un manejo responsable y serio de las políticas macroeconómicas que nos hacen fuertes para enfrentar una eventual tormenta económica global.
¡Nuestro verdadero palo en la rueda es la paz, si la conseguimos nuestros nietos tendrán un futuro promisorio y podrán dibujar siempre soles sonrientes y mariposas amarillas!