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Columnista - 22 junio, 2022

La otra Colombia eligió presidente

Lo que sí es cierto es que habrá cambios

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Finalizó la que podría ser la campaña más intensa y la más pugnaz que jamás se haya visto en la historia reciente en nuestro país, algo similar a lo que ocurrió en las últimas elecciones entre el republicano Donald Trump y el demócrata y actual presidente de los Estados Unidos Joe Biden. La elección terminó con la toma del Capitolio convirtiéndose en el mayor atentado a la democracia norteamericana que hoy tiene en líos a muchos extremistas de ultraderecha por ese acto.

En todos los corrillos se escuchaban tenebrosas premoniciones como: ¡Habrá fuga de capitales! ¡Los empresarios se irán del país! ¡El dólar llegará a 10 mil pesos! ¡La guerrilla llegará al poder!  Y toda una suerte de vaticinios pesimistas que construyeron una atmósfera tan oscura que las filas en las oficinas de pasaportes se multiplicaran por 20 y la Embajada de los Estados Unidos tuviera que postergar citas para solicitudes de visas para dentro de dos años; lo curioso es que todas estas personas son en su mayoría empleados o pequeños empresarios que subsisten con la tarjeta de crédito, las ironías de este pintoresco país donde quien más ha sufrido las consecuencias de un mal gobierno ha sido precisamente la clase media. 

Ya se pasó la primera página, desde el mismo momento en que con el 79% de las mesas escrutadas los noticieros declararon al nuevo presidente elegido con más de 11 millones de votos, este si un histórico resultado; los que estaban esperando que el sol se nublara, que cayeran lluvias de azufre o que los encapuchados de la primera línea salieran a quemar el país en medio de la euforia, quedaron atónitos, pues lo que siguió fue una sucesión de hechos que legitimaron un triunfo democrático del nuevo presidente de los colombianos, los mensajes de los presidentes actuales en toda Latinoamérica, los embajadores de USA y la UE, el presidente Iván Duque, y por supuesto el reconocimiento del ingeniero Rodolfo Hernández, apagaron cualquier asomo de revolución o de incendio general.

La registraduría mostró los resultados en el mapa de Colombia en tonos amarillos, el más claro refleja la votación del ingeniero en la franja centro del país, desde la Costa del Urabá Antioqueño pasando por toda la Región Andina, sur del país hasta Caquetá, toda la zona centro comprendida por Boyacá y Cundinamarca sin Bogotá, el oriente del país y quien lo creyera, el Vichada. Por el lado de Petro, ganó en toda la Costa Caribe, la Costa Pacífica y toda la franja sur del país incluidos Vaupés y Guainía, es decir ganó en la Colombia olvidada, ese otro país que incluso los candidatos presidenciales olvidan donde queda; esa otra Colombia se manifestó en las urnas con un grito de esperanza que es posible que sean escuchados esta vez.

Los departamentos pintados de amarillo pardo (donde ganó Petro) coinciden con los territorios más golpeados por la violencia, las que han estado sembradas de coca y de violencia, resguardo de guerrillas y de grupos armados ilegales, mientras estos territorios se llenan de violencia el estado siempre mira para otro lado, y coincidencialmente las zonas donde ganó el ingeniero votaron por el NO en el Plebiscito por la Paz.

También es cierto que la zona pintada de amarillo claro corresponde a las más ricas y productivas del país, en esta región se encuentran ubicadas las mayores empresas del país que suman más del 70% del PIB en su producción, por lo que al nuevo gobierno lo que le espera es una ardua tarea para lograr concertar su plan de desarrollo que dicho sea de paso está sustentada sobre la base de un cobro de impuestos a los grandes capitales y esto no será tarea fácil; sin embargo tranquiliza como la mayoría de los gremios expresaron su apoyo al nuevo gobierno.

Lo que sí es cierto es que habrá cambios, unos muy paulatinos y otros con aterrizaje fuerte porque las estructuras de poder en las regiones no cederán tan fácilmente el control político y esa resistencia podría retrasar las intenciones de cambio del nuevo gobierno; la puja se verá en la forma como se negocien las mayorías en el Congreso y el llamado a la unidad y a la despolarización serán agentes clave para transitar a hacia un nuevo país.

Columnista
22 junio, 2022

La otra Colombia eligió presidente

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

Lo que sí es cierto es que habrá cambios


Finalizó la que podría ser la campaña más intensa y la más pugnaz que jamás se haya visto en la historia reciente en nuestro país, algo similar a lo que ocurrió en las últimas elecciones entre el republicano Donald Trump y el demócrata y actual presidente de los Estados Unidos Joe Biden. La elección terminó con la toma del Capitolio convirtiéndose en el mayor atentado a la democracia norteamericana que hoy tiene en líos a muchos extremistas de ultraderecha por ese acto.

En todos los corrillos se escuchaban tenebrosas premoniciones como: ¡Habrá fuga de capitales! ¡Los empresarios se irán del país! ¡El dólar llegará a 10 mil pesos! ¡La guerrilla llegará al poder!  Y toda una suerte de vaticinios pesimistas que construyeron una atmósfera tan oscura que las filas en las oficinas de pasaportes se multiplicaran por 20 y la Embajada de los Estados Unidos tuviera que postergar citas para solicitudes de visas para dentro de dos años; lo curioso es que todas estas personas son en su mayoría empleados o pequeños empresarios que subsisten con la tarjeta de crédito, las ironías de este pintoresco país donde quien más ha sufrido las consecuencias de un mal gobierno ha sido precisamente la clase media. 

Ya se pasó la primera página, desde el mismo momento en que con el 79% de las mesas escrutadas los noticieros declararon al nuevo presidente elegido con más de 11 millones de votos, este si un histórico resultado; los que estaban esperando que el sol se nublara, que cayeran lluvias de azufre o que los encapuchados de la primera línea salieran a quemar el país en medio de la euforia, quedaron atónitos, pues lo que siguió fue una sucesión de hechos que legitimaron un triunfo democrático del nuevo presidente de los colombianos, los mensajes de los presidentes actuales en toda Latinoamérica, los embajadores de USA y la UE, el presidente Iván Duque, y por supuesto el reconocimiento del ingeniero Rodolfo Hernández, apagaron cualquier asomo de revolución o de incendio general.

La registraduría mostró los resultados en el mapa de Colombia en tonos amarillos, el más claro refleja la votación del ingeniero en la franja centro del país, desde la Costa del Urabá Antioqueño pasando por toda la Región Andina, sur del país hasta Caquetá, toda la zona centro comprendida por Boyacá y Cundinamarca sin Bogotá, el oriente del país y quien lo creyera, el Vichada. Por el lado de Petro, ganó en toda la Costa Caribe, la Costa Pacífica y toda la franja sur del país incluidos Vaupés y Guainía, es decir ganó en la Colombia olvidada, ese otro país que incluso los candidatos presidenciales olvidan donde queda; esa otra Colombia se manifestó en las urnas con un grito de esperanza que es posible que sean escuchados esta vez.

Los departamentos pintados de amarillo pardo (donde ganó Petro) coinciden con los territorios más golpeados por la violencia, las que han estado sembradas de coca y de violencia, resguardo de guerrillas y de grupos armados ilegales, mientras estos territorios se llenan de violencia el estado siempre mira para otro lado, y coincidencialmente las zonas donde ganó el ingeniero votaron por el NO en el Plebiscito por la Paz.

También es cierto que la zona pintada de amarillo claro corresponde a las más ricas y productivas del país, en esta región se encuentran ubicadas las mayores empresas del país que suman más del 70% del PIB en su producción, por lo que al nuevo gobierno lo que le espera es una ardua tarea para lograr concertar su plan de desarrollo que dicho sea de paso está sustentada sobre la base de un cobro de impuestos a los grandes capitales y esto no será tarea fácil; sin embargo tranquiliza como la mayoría de los gremios expresaron su apoyo al nuevo gobierno.

Lo que sí es cierto es que habrá cambios, unos muy paulatinos y otros con aterrizaje fuerte porque las estructuras de poder en las regiones no cederán tan fácilmente el control político y esa resistencia podría retrasar las intenciones de cambio del nuevo gobierno; la puja se verá en la forma como se negocien las mayorías en el Congreso y el llamado a la unidad y a la despolarización serán agentes clave para transitar a hacia un nuevo país.